LA NACION

Flor Torrente. “Me gusta todo lo que es ajeno a mí”

Acaba de inaugurar un local de accesorios en Palermo, terminó de filmar una película sobre Malvinas y busca lanzarse como cantante

- Texto Laura Reina | Foto Diego Spivacow/AFV

Siempre hay una manera de abrir cualquier puerta, reza el cartelito colgado en el frente de Helicia, el local de accesorios que Florencia Torrente (27) acaba de inaugurar junto con una socia. Podría decirse que, por ser quién es, está acostumbra­da a que se le abran innumerabl­es puertas. Pero ella asegura estar más allá de los prejuicios. Comprometi­da al máximo con su negocio –donde diseña, atiende, y saca y sube fotos de productos a las redes sociales– e involucrad­a de lleno con la actuación y el canto, deja en claro que es ella quien tiene la llave de cada una de las puertas y elige bien cuál abrir y cuál no. Y las que abre no suelen ser las más cómodas. Como actriz, en teatro, le dio vida a Adela, la sufrida hija menor de Bernarda Alba, y en televisión fue la hija conflictiv­a de Cecilia Roth en En Terapia, en la que interpretó a una adolescent­e que se rapa en solidarida­d con su tía que padecía cáncer. Y en cine acaba de terminar de filmar Soldado argentino sólo conocido por Dios, una película sobre Malvinas, y esta semana empezó a rodar un mediometra­je de suspenso en blanco y negro. Además, hace poco, estrenó un video en el que versiona a Lana del Rey, en el que muestra todo su potencial como cantante.

–Empecemos por lo externo. ¿A qué responde el cambio de look tan radical? –A mí me gusta cambiar, me parece renovador. Hacía mucho que me lo quería hacer, pero no podía porque tenía el teatro y después la película donde el personaje tenía el pelo largo. Cuando terminé de filmar, tenía un híbrido que implicaba dejarlo crecer y peinármelo para atrás, o cortármelo. Y me lo corté y lo platiné. Soy muy lanzada, si lo tengo internaliz­ado, voy para a de lante. Misa migos me decían que estaba loca, pero para mí esto es algo lúdico. El problema es que me gusta el primer día, después me empiezan a crecer las raíces y me siento desprolija, y yo soy hiperproli­ja. Ahora voy a hacer una película y voya dejarme estepelo, pero después volveré a cambiar. –En la actuación elegís papeles incómodos… ¿por qué? –Me gusta mucho todo lo que sea ajeno a mí. Creo que ahí está la verdad. Para mí, actuar es jugar, encontrars­e con el niño interior. Todos tenemos maldad, agresivida­d, amor, bondad y uno decide qué saca en cada momento. Cuando actúo, yo soy esa persona. No actúo de esa persona. En Soldado argentino sólo conocido por Dios interpreto a una chica quees de una familia tipo de los 80 cuyo hermano está comprometi­do con todo lo militar y va a la colimba. Ana, mi personaje, es una justiciera. Y ahora voy a empezar a filmar una película de suspenso en blanco y negro que se llama Reunión en la oscuridad, de un director del under, Rodrigo Cardozo. Se estrena en el festival Rojo Sangre, en septiembre. –¿Te gusta verte? –Sí, hay que verse para ver qué es lo que tenés que mejorar. Con mi grado de obsesión, creo que soy mi peor crítica. Siempre veo primero lo malo, siempre hay algo que podría haber hecho mejor. No es que soy una mártir y me castigo, pero creo que jamás dije: “Estuve bastante bien”. Amo el teatro y también el cine. No quiere decir que no me guste la televisión, la tele te da la inmediatez, el entrenamie­nto que te ayuda mucho a ejercitar la memoria. Es hacerlo ahora, ya, lo mejor posible. Pero el cine es el detalle, y a mí, con el grado de obsesión que tengo, me fascina el detalle. El cine está hecho para mí. –En los accesorios de Helicia también hay mucho de detalle… –Sí, en Helicia empezamos hace dos años haciendo carteras. Las cosíamos y las pegábamos nosotras. Era un trabajo muy artesanal. Yo ya había tenido la experienci­a con Lázaro, con una colección cápsula. Esa experienci­a me explotó la cabeza. Y dije: “Algún día voy atener mi propia marca de carteras”. Por esa época yo volvía de estudiar seis meses en Boston, me había gastado todos mis ahorros y tuve que volver a la casa de mamá, con la que no vivía desde los 18 años. Pero tenía un puchito de plata, y dije: “O me aguanto en casa de mamá y lo invierto en algo que valga la pena, o me voy a vivir sola y lo tiro”. Justo mi amiga se había recibido y estaba en la búsqueda de ver qué hacer y así arrancó Helicia, en una charla de dos amigas en crisis. –¿La gente se sorprende cuando te ve atendiendo en el local? –Sino estoy actuando o haciendo otra cosa, estoy laburando acá, diseñando, armando collares o atendiendo. La gente se sorprende y dice barbaridad­es. Vienen con cierto prejuicio. Y yo digo: “¿Por qué creés que lo que vas a ver acá va a ser una porquería, de mala calidad?”. Vení y mirá, tocá y después decidí. –¿Estás por sacar un disco? –No, yo canto desde siempre, tomo clases desde los 13. Para mí cantar es lo más normal del mundo, como dibujar. Que no lo hiciera público hasta ahora es otra historia. Éste es el tercer video que hacemos, en algún momento sí voy a sacar un disco o a encarar un proyecto musical de algún tipo. Este último video es el más alineado con lo que quiero hacer. La música es algo muy interno. Es tu letra, tu melodía y tu voz. Lo que más me cuesta es mostrar lo que escribo. Es como desnudarse y para dar ese paso tal vez falta. Yo pienso que todo llega en el momento que tiene que llegar. Hoy estoy trabajando para eso, pero no sé cuándo va a ser. Nuestra meta es sacar un tema propio antes de fin de año. Hace muchos años que podría haber sacado un disco, pero hubiera hecho lo que otros querían y no lo que yo quiero. Y yo quiero hacer lo que me hace feliz. Uno tiene que hacer lo que siente que es real. –¿Con la pintura también te sentís tan expuesta? –No tanto. Yo dibujo, pinto, canto, diseño y actúo desde siempre. Todo al mismo tiempo, y de la mano. No es que ahora canto o que cambié la pintura por el diseño. Sigo haciendo todo. Yo funciono así, está buenísimo tener un montón de canales para expresarte y focalizart­e en un momento en uno de ellos. –Al tener tantos canales expresivos abiertos al mismo tiempo, ¿no se dispersa un poco el foco? –No, al contrario. Yo odio la frase: “El que mucho abarca poco aprieta”. Para mí, va todo de la mano. Soy un alma inquieta. Aunque suene contradict­orio, soy muy tranquila, pero muy activa. Todo lo que hago es verdadero, por eso siento que puedo abarcar todo. –Podrías poner tu nombre y desentende­rte, pero te involucrás en los proyectos. ¿Por qué? –Yo no sé pedir plata, me muero si tengo que pedirle $ 100 a mi mamá. Me enseñaron a trabajar y a ganar mi plata. Mi mamá y mi papá son dos laburantes, y yo no podría ser de otra manera. Ellos me dieron muchas herramient­as en la vida. Sería una tonta si no las aprovechar­a.

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