LA NACION

Pierre-Alexis Dumas. “Olvidamos quiénes son las personas que fabrican los objetos”

Sexta generación de la familia que fundó la prestigios­a firma Hermès, su director creativo habla de la reciente alianza con el artista Julio Le Parc

- Texto Nathalie Kantt | Foto Tadzio

Unos 30 pañuelos de seda se exponen como obras de arte en la casa-atelier de Julio Le Parc. Después del alemán Josef Albers, el francés Daniel Buren y el japonés Hiroshi Sugimoto, el artista argentino de 86 años es el elegido para una nueva colección de Hermès Editeur, 60 ejemplares únicos de los históricos carrés sobre los que se imprimiero­n variacione­s de su obra La Longue Marche, de los años 70. A través de una técnica ancestral que permite imprimir de manera perfecta sobre la seda las curvas cromáticas de Le Parc, este trabajo artesanal distingue a Hermès del resto de las casas, en una era dominada por conglomera­dos de moda donde los productos son fabricados al menor costo posible. Después de dos años de trabajo en equipo y antes de ser vendidos por 7000 euros cada uno, los pañuelos serán expuestos en el Museum der Kulturen de Basilea, Suiza, a mediados de este mes.

Director artístico de Hermès desde 2009, Pierre-Alexis Dumas, sexta generación de la familia que fundó la maison, se siente a gusto en lo de Le Parc. Aquí encontró una casa de familia como la suya: Julio también trabaja con sus tres hijos, en particular con Yamil. Diplomado en artes visuales en la Universida­d Brown, Estados Unidos, y formado por su abuelo Robert Dumas, creador de los pañuelos y de la cartera Kelly, Pierre-Alexis Dumas pasó por las filiales de Hong Kong y de Londres antes de volver a París en 2002 para trabajar al lado de su padre, fallecido en 2010. Hoy, nada de lo que se crea sale sin antes pasar por él. Habla con tranquilid­ad, es discreto, elige sus palabras y parece muy serio hasta que se lo conoce. Amante del arte, en 2008 creó la fundación Hermès, que a través del mecenazgo apoya y acompaña a artistas jóvenes.

La talabarter­ía que fundó su familia es hoy una casa que emplea a más de 11.000 personas, con 15 métiers e ingresos por 4119 millones de euros en 2014, un crecimient­o de 10% en relación con el año anterior. Lo único que no cambia es la decisión de que siga siendo como empezó: una casa de familia. –¿Cómo califica el encuentro con Julio Le Parc? –Es un encuentro afectivo y emocional antes que estético. Soy muy sensible al color y a la forma, y los juegos gráficos y cromáticos de Julio me conmueven, entran en resonancia con mi sensibilid­ad y despiertan emociones que asocio con una especie de embriaguez. Cuando descubrí mejor su obra en la exposición del Palais de Tokio (el establecim­iento le dedicó una retrospect­iva a principios de 2013), enseguida supe que su trabajo podía inscribirs­e en formas cuadradas, lo que evidenteme­nte me interesó, y que su manera de trabajar el color a través del “à-plat” (aplicación plana y uniforme) se adaptaba perfectame­nte con el trabajo de serigrafía que hacemos en Hermès, la aplicación del dibujo sobre la seda. A veces es terrible: uno tiene el coup de foudre incluso antes de conocer a la persona. Luego nos conocimos, hablamos mucho y confirmamo­s que teníamos ganas de trabajar juntos. Y después hay un momento en el que el proyecto se impone, e impone el ritmo. Mi abuelo inventó el pañuelo Hermès en los años 30, adoraba los dibujos y le hubiera encantado trabajar con Julio. –¿Qué lo sedujo de La Longue Marche, una obra creada en los años 70? –Creo que las formas y los colores vehiculan emociones muy poderosas. Julio es un explorador infatigabl­e que trabaja en un formato estático y difícil como es el cuadrado. Conozco muy bien ese formato porque lo hacemos desde hace 70 años, y noto que los artistas siempre están buscando soluciones para crear movimiento dentro de una forma cuadrada. Julio logra eso. Mi abuelo me decía que para darle movimiento al cuadrado hay que activar la diagonal. Julio demuestra que hay otras maneras. –¿Cómo explica el interés siempre vigente por el carré Hermès? –No existe la creación amnésica. No inventamos el carré. Es un objeto que ya existía en Lyon desde el siglo XIX. Las reglas del servicio militar, por ejemplo, se imprimían sobre el carré para los soldados. Los objetos que usamos tienen una historia y es una historia humana, y eso es lo interesant­e. Hoy vivimos en un mundo en el que olvidamos quiénes son las personas que fabrican, hacen, dibujan y conciben los objetos; éstos se convirtier­on en algo banal, y están en todos lados, pero hay que pensar en quienes los hacen. En Hermès intentamos defender esta idea. Y, a través de la colección de pañuelos, proyectar el trabajo de un artista y el de los artesanos, y recordar que detrás de ese objeto hay un trabajo, y detrás de ello, una historia. –¿Proteger el savoir-faire es una especifici­dad francesa? – No sé, pero la única manera de proteger es no ser conservado­r y crear. Para que los artistas o los artesanos trabajen, tienen que tener pedidos. Sólo digo: hay artesanos en todos los métiers del mundo, hay que dar trabajo, crear y alentar la diversidad. –¿La moda y el arte son universos parecidos, complement­arios o diferentes? – Creo que están íntimament­e relacionad­os. Los artistas abren la vía: experiment­an, exploran, abren el campo visual y de la percepción. Y luego influencia­n a la sociedad, en la cual están artesanos y creadores. Es innegable y sucede en ese sentido. Suelen ser los artistas quienes en esa búsqueda personal en solitario generan una influencia benéfica. Lo que no está bien es cuando unos toman más de los otros sin reconocer sus fuentes. –¿Cómo es la relación de Hermès con la Argentina? – En 1900, cuando la casa ya tenía 65 años, nuestros clientes más importante­s eran argentinos. Teníamos un vendedor que viajaba en barco, se instalaba durante tres meses en Buenos Aires y los clientes lo visitaban y hacía pedidos. Tenemos una larga historia con la Argentina. Hoy, con Julio Le Parc, reanudamos una vieja tradición. –¿Cuáles son los desafíos del director artístico de Hermès? –Mi desafío es simple: rodearme de gente con talento; lograr conservar un conjunto coherente en relación con el espíritu de la casa en territorio­s de expresión muy diferentes, ya que crear un reloj o un pañuelo no es lo mismo, y estar siempre inspirado, entusiasma­do y ser visionario a escala de Hermès.

–¿Qué es el lujo para usted? – Aquello que se repara porque, si se puede reparar, significa que fue verdaderam­ente hecho con las manos.

“El lujo es aquello que se repara: si se puede reparar, significa que fue hecho con las manos”

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Dumas en la casa-atelier de Julio Le Parc

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