No cierran las cuentas de la agricultura en la campaña 2015/2016
Amedida que avance el almanaque y se confirman las expectativas de una muy buena producción mundial de soja y de maíz, siguen subiendo los rindes para cubrir los costos de los cultivos en campos argentinos. “la baja de precios internacionales y los factores internos dejan cada vez más campos afuera de la zona de rentabilidad positiva”, afirma Juan Balbín, productor del noroeste bonaerense.
“los cálculos muestran que en el ciclo 2015/16 ya se pierde plata a nivel del margen bruto, antes de considerar los gastos de estructura. Es decir, hay un valor negativo al restar gastos directos de los ingresos, y a eso se le deben sumar US$ 150-200 por hectárea en el norte bonaerense como gastos fijos, con muy fuerte incidencia de los impuestos”, añade. Estos datos son una suerte de “fiebre” que revela una enfermedad seria en la agricultura argentina.
“Puede pasar que muchos campos se siembren en esta campaña con bajas en los alquileres, pero si esta política agrícola continúa, el área de cultivo se irá restringiendo y se extenderá principalmente en las regiones cercanas a los puertos o industrias”, proyecta.
En el noroeste argentino, por ejemplo, los arrendatarios están trabajando en la línea de alto riesgo, por encontrarse en la situación contraria. En esa región se están desarrollando acuerdos especiales entre arrendatarios y propietarios: “Se siembra y los primeros 20 quintales por hectárea son para pagar los gastos de implantación y protección y el resto se reparte a medias”, refiere un vendedor de insumos de aquella zona.
los arrendatarios advierten que la cosecha es récord, pero cada vez se necesita más soja para hacer lo mismo. “Se perdió el 50% del valor de la oleaginosa: 30% por la baja del precio en dólares de la campaña anterior a la actual y 20% por la diferencia entre el ajuste del tipo de cambio y la inflación”, explica Balbín.
Hacia adelante, según Balbín las salidas son la baja de los derechos de exportación o una suba de los precios internacionales. “Una modificación del tipo de cambio puede ayudar, pero también puede ser neutralizada en tres-cuatro meses por el aumento de la inflación y porque combustibles, agroquímicos y semillas de maíz, entre otros insumos, suben a la par del dólar por ser importados”, advierte.
Alquileres
Un elemento por considerar en la agricultura argentina es que el 60% se realiza con alguna forma de arrendamiento. Este negocio puede tomar dos caminos hacia adelante. Muchos lo abandonarán al no percibir renta, en el entendimiento de que, cuando se da esa situación, ni se pueden discutir condiciones con el dueño del campo. Este caso estaría representado por quienes alquilan campos en provincias alejadas de los puertos.
la actitud contraria será seguir sembrando pese a que se avizora un horizonte muy negativo. “Es el caso de algunos arrendatarios que apuestan igual que otros años, con el riesgo de darse contra la pared. con una soja de 210 dólares por tonelada y un tipo de cambio de $ 9 las cuentas no cerrarán para estos empresarios, salvo que ocurran las modificaciones macro antes citadas.
Un modelo productivo se está cayendo y arrastra en su caída un sistema de vida, porque desapareció la renta agrícola. En su paso por la argentina, esta epidemia infecta redes de contratistas, inversores, agronomías, productores y agroindustrias vinculadas, y sus efectos se diseminarán rápidamente a todo el país si los responsables no aplican a tiempo los remedios que podrían controlarla, que están cerca de sus manos.