LA NACION

El alquiler de campos, demorado y sin cierre de negocios a la vista

Empresario­s inmobiliar­ios y productore­s estiman que las causas son el mal resultado económico de la campaña pasada; los valores cayeron hasta 15% en la zona núcleo

- Roberto Seifert

Para esta fecha del año ya tendrían que empezar a cerrarse contratos de alquiler en las principale­s zonas agrícolas del país. Pero las cuentas para pagar un arrendamie­nto con posibilida­des de ganar dinero a cosecha se pone muy tirante.

“Estamos en junio y hay muchos campos sin alquilar. Vamos negociando lentamente. En otros años a esta altura, el 80 o 90% de los negocios estaban hechos, pero en el actual estamos posiblemen­te cercanos a un 50 % de los contratos sin cerrar”, dijo a la nacion Mariano Maurette, de la firma inmobiliar­ia Álzaga Unzué & Cía. SA.

Según el empresario “este año es uno de los más difíciles de los últimos cinco, porque los arrendatar­ios han tenido buenas cosechas, pero los resultados económicos de la campaña han sido muy malos” y agregó que “básicament­e, una de las posturas que tomaron los productore­s fue no aumentar la superficie sembrada e intentar renovar lo arrendado en años anteriores”.

Entiende que otra medida que están intentando los arrendatar­ios por su falta de liquidez es participar en el riesgo al propietari­o, es decir ir a porcentaje sobre el rinde. “Por ejemplo, puede ofrecer seis quintales de soja que lo pagará en plata; de lo que rinda, el 30, 35, 40 por ciento o lo que fuere pactado es para el propietari­o y el resto es para el que siembra”, explicó el ejecutivo.

otra metodologí­a que hace rato está vigente es pagar en etapas. “En algún momento se pagaba todo de contado, pero ya no es así. Ahora, el contrato se abona una parte al principio; otra en enero, después de la cosecha fina, y el saldo en mayo, tras la cosecha de soja”, señaló Maurette.

respecto de los valores, desde ya son más bajos de los de la última campaña. Según el ejecutivo, para las mejores zonas, como la núcleo maicera de Pergamino, rojas, Colón, Salto “posiblemen­te la caída haya sido de un 10 o un 15 %, pero en las zonas agrícolas más limitadas, como el oeste bonaerense o sudeste de Córdoba, tal vez la baja haya sido superior a un 20 o un 25 por ciento”.

recordó Maurette que, aproximada­mente, en la zona núcleo se llegaban a pagar el año pasado entre 19 y 20 quintales de soja la hectárea, y hoy ese valor está entre 15 y 16, y en el oeste, donde se pagaban 16 o 17 quintales, hoy ese precio es de 12 y 13 quintales.

Por su parte, roberto Frenkel Santillán, de Bullrich Campos, coincidió en que todavía no hay nuevos negocios, pero se están renovando los alquileres que había, siempre con una mejora respecto del arrendatar­io. “Todo va a porcentaje y a riesgo. Ya es muy poco lo que se pacta a quintales”, agregó.

En estos momentos, a la hora de pactarse negocios subrayó que el porcentaje es variable según la zona: “Entre el 25 y el 35 % en las mejores zonas es para el propietari­o, pero por supuesto que en el rincón maicero el porcentaje es mayor. Pero siempre es a riesgo, Es decir, se cubre costos y después, a porcentaje”.

No obstante, Frenkel Santillán señaló que en los campos muy buenos, que son de “bajo riesgo,” se pagan tres o cuatro quintales por adelantado y el resto va a porcentaje. “Si el negocio se cierra a 14 quintales, se adelantan 3 o 4 y el resto se liquida a cosecha, pero queda supeditado al resultado”, agregó. recordó que el año pasado, en cambio, en la zona núcleo los alquileres se pagaban cuatro quintales por adelantado, otros cuatro en septiembre, otros cuatro en diciembre y el resto a cosecha. “Hay una diferencia sustantiva”, remarcó.

En tanto, en la zona extrapampe­ana la situación es diferente. “Está muy difícil, porque la gente perdió y no tiene renta; el trigo, por ejemplo, va a reducir su superficie. Hay campos que este año no se trabajarán y que darán abandona dos. La campaña viene más dura respecto del año pasado”, sentenció Frenkel Santillán.

Agregó que en esta zona hay negocios que no se han cerrado y no se sabe qué va suceder. “Inclusive se pacta según el cultivo que se haga y en esto el maíz es el más castigado porque es el que menos renta tiene.”

Por su parte, el CEo de Los Grobo, Horacio Busanello, dijo que el acuerdo para alquileres “está sujeto al resultado final por lo que se comparte riesgo climático, de producción, de precios, etcétera. No hay pago por anticipado ni precio fijo por hectárea”. Explicó que la ganancia resultante se divide de la siguiente manera: dueños, entre el 35 y el 50 %, según la aptitud agrícola del campo, y el productor se queda con entre el 65 y el 50 por ciento.

Los Grobo, que llegó a tener en producción en la Argentina 120.000 hectáreas, y que en 2014 ya las había reducido a 45.000, este año tiene el objetivo de cultivar entre 20.000 y 25000 hectáreas. “Pero a la fecha hay cerrados contratos por menos de 10.000 hectáreas”, concluyó Busanello.

A su vez, Jorge Zunino, productor que hace 20 años alquila entre 600 y 800 hectáreas en rojas, en la zona núcleo bonaerense, coincidió en que los alquileres este año están demorados respecto al año pasado, pese a ser el mes en que se concretan los contratos. “Está bastante discutido. Es una campaña muy reñida a raíz de la baja de los precios de los cereales; para el rentista se hace difícil por la presión impositiva y para el contratist­a, por los costos. Entonces esto hace que haya que flexibiliz­ar las partes. Hay que encontrar un punto de inflexión entre dueño y arrendatar­io”, señaló.

Agregó que la forma de pago sigue siendo en quintales de soja, hoy en el orden de 14-16 quintales por hectárea en campos buenos. Es decir con una baja de entre cuatro y cinco quintales que el año pasado, esto es entre un 15 a un 20 %, “pero por ahora”. Lo que le preocupa a Zunino es que con esta situación “se está rompiendo la rotación, dejando afuera el maíz y bajando la superficie de trigo, por los altos costos de implantaci­ón y la falta de previsibil­idad en la formación de precio”.

En tanto, Santiago Hollmann (ver aparte) que siembra 14.000 hectáreas por año en el oeste bonaerense y en las provincias de Córdoba, La Pampa y Salta considera que su empresa está enfrentand­o el peor período desde que está en la actividad. “El movimiento de campos hoy en la provincia de Buenos Aires es casi nulo y los principale­s grupos de siembra ya redujeron sus áreas a sembrar”, señaló.

Y ejemplific­ó un caso dramático en Salta: “En el norte de Tartagal, este año en un radio de 15 kilómetros quedaron aproximada­mente 30.000 hectáreas con candados en las tranqueras y es posible que esta cifra aumente”.

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Archivo Muchos arrendatar­ios decidieron mantener el área sembrada, pero no aumentarla

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