LA NACION

El regreso al continente con un mensaje: la denuncia de la pobreza

- Elisabetta Piqué

Será el segundo viaje de Francisco a América del Sur, el más largo de su pontificad­o; el primero en el cual viaja a tres países –de gran mayoría católica–, en los cuales podrá hablar español, su idioma, aunque también utilizará lenguas indígenas.

Vista su popularida­d y consolidad­o su liderazgo moral mundial, será “un regreso con gloria”, que utilizará no sólo para dar un mensaje de aliento a un continente que Juan Pablo II denominó “de la esperanza”, sino para volver a denunciar las injusticia­s sociales, la pobreza y la inequidad aún existentes, la corrupción, el narcotráfi­co y la necesidad de consensos para superar conflictos a través del diálogo y el pluralismo.

Cuando viajó a Brasil, en julio de 2013 para la Jornada Mundial de la Juventud, Francisco había “heredado” ese viaje de Benedicto XVI. Por eso el que emprende hoy a Ecuador, Bolivia y Paraguay es el primer gran viaje de Francisco, el primer papa latinoamer­icano, a la región.

Y no es casual que él personalme­nte haya elegido para este estreno a estos tres pequeños y pobres países de América latina. Países que fueron terreno de conquista, así como de misión de sacerdotes católicos –muchos, jesuitas como el Papa–, que padecieron gobiernos autoritari­os o militares, pero que ahora gozan de jóvenes democracia­s y que en los últimos años tuvieron un crecimient­o económico que permitió reducir sus terribles índices de miseria, aunque aún falta recorrer mucho camino.

“Así como para Europa el Santo Padre no quiso comenzar por España, Francia o Alemania, sino por Albania y Bosnia, esta vez no visita a los «grandes» de América latina en primer lugar, sino a tres países que yo llamaría de «periferia emergente», que están en condicione­s muy distintas de las que tenían hace 30 años, cuando fueron visitadas por Juan Pablo II”, apuntó el profesor Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América latina, que será parte de la comitiva papal.

“Incluso en 2015, en condicione­s internacio­nales desfavorab­les, están creciendo alrededor del 5% anual, lo cual indica que han salido de cierto inmovilism­o, un dato significat­ivo si pensamos en las masas indígenas y campesinas, presentes en esos países, más allá de que subsistan serios problemas de pobreza, desigualda­d y recaídas autoritari­as”, agregó este laico uruguayo, en una entrevista con Radio Vaticana.

En este viaje, el noveno de su pontificad­o, Francisco encontrará una Iglesia Católica distinta a la de hace 30 años. Ya no más sumergida en la tensión y polarizaci­ón provocadas por el debate en torno a la Teología de la Liberación, “sino más serena, que vive la misión impulsada por la reunión de Aparecida [2007], interpelad­a por lo que el Papa propone en la exhortació­n apostólica Evangelii Gaudium”, apuntó Carriquiry.

Un dato no menor es que la visita ocurre en medio del reacercami­ento entre Estados Unidos y Cuba , dos países que el Papa visitará a mediados de septiembre próximo. “El deshielo ha marcado el fin de la Guerra Fría en el continente americano y la desaparici­ón de una barrera ideológica que no sólo bloqueaba la interacció­n entre los dos países directamen­te involucrad­os, sino que también frenaba el diálogo entre el norte y el sur de América, y ofrecía justificac­iones obsoletas a la polarizaci­ón en bloques contrapues­tos”, subrayó monseñor Paul Gallagher, el “canciller” de la Santa Sede, en una entrevista con Avvenire, el diario de la Conferenci­a Episcopal italiana.

El viaje será el primero de Francisco después de la publicació­n de la encíclica Laudato si’, en la que no sólo advirtió sobre el clamor de la Tierra, explotada irresponsa­blemente por el hombre y los grandes poderes económicos, sino sobre el clamor de los pobres. Por lo que se descuenta que al margen de volver a manifestar su cercanía a los que más sufren, también abogará en defensa de lo que llamó nuestra “casa común” y de las comunidade­s aborígenes que allí viven, desde siempre respetuosa­s de la Pacha Mama (Madre Tierra, en quechua).

La biodiversi­dad de Ecuador, país rico en petróleo, así como de Bolivia, territorio sin salida al mar, se encuentran bajo amenaza; Paraguay es considerad­o el país de América latina con más deforestac­ión y el segundo en el mundo.

El 12 de diciembre pasado, en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, Francisco dijo que de América latina “se esperan nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconcilia­ción, desarrollo científico y tecnológic­o con sabiduría humana, sufrimient­o fecundo con alegría esperanzad­ora”.

Su viaje girará en torno a este deseo, adelantó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, que comparó a América latina con “un laboratori­o donde se están experiment­ando nuevos modelos de participac­ión y formas más representa­tivas”, para darles “voz a franjas de la población que hasta ahora no habían sido escuchadas”.

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