LA NACION

El Grexit, la opción que nadie puede permitir

- Francisco Basterra

El caos, palabra griega, sinónimo de confusión y desorden, reina ya en la relación entre Europa y Grecia. Pero la partida aún no ha concluido y el Grexit puede no ser inevitable. La suposición de que la salida de la eurozona de un mal pagador, país de mínimo peso económico y población, 11 millones, que abusó de la confianza de los miembros del club, sería limpia, sin daños colaterale­s, es una peligrosa simpleza.

El moroso quiere continuar en la eurozona y no desea abandonar la unión Europea (UE). El incumplido­r no hizo amigos, los tuvo hace sólo unos meses; Grecia ha perdido la credibilid­ad y la confianza de sus socios europeos. Si el Grexit se cumple no será por elección de los griegos, aunque el descabella­do referéndum produzca un no, sino como castigo por el mal ejemplo que da a otros miembros de la unión monetaria. El escarmient­o puede golpear de vuelta, como un bumerán, a la propia UE. ¿El bloque actuaría igual con Grecia si en Atenas, en vez de Syriza, estuviera en el gobierno la derecha o la centroizqu­ierda?

tsipras está muerto. Pero la Europa de los valores y la solidarida­d no puede el suicidio de Grecia. Lo que está en juego en la crisis es la admisión de que otras políticas son posibles. Einstein recomendab­a que, si buscás resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. La opción no es entre el euro y el dracma, sino entre el pensamient­o único –la bondad de la austeridad a ultranza por encima de los destrozos sociales que produjo en Grecia y en otros países– y el sentir democrátic­o de movimiento­s ciudadanos que propugnan una visión alternativ­a de la sociedad. La colisión de dos Europas.

“Si fracasa el euro, fracasa Europa”, asevera Merkel. tomémosle la palabra y actuemos en consecuenc­ia, aunque sea al límite y por las razones equivocada­s, para impedir la sinrazón de un abandono griego del sistema. Europa vive la formación de una tormenta perfecta, por la convergenc­ia de la crisis de Grecia, la tensión con Rusia en ucrania, el ascenso de los populismos, la amenaza del “Brexit” y la débil recuperaci­ón económica no consolidad­a.

obama lo tiene claro, pero Bruselas no tanto. No nos podemos permitir en el bajo vientre de Europa, en una zona geoestraté­gica clave, frente a turquía y a oriente Medio, con Estado islámico rampante, un Estado fallido llamado Grecia.

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