LA NACION

No es cierto que los griegos son vagos y no les gusta trabajar

- Thomas Piketty El texto correspond­e a un capítulo del libro El capitalism­o del siglo XXi

Se dice que los griegos son unos vagos que gastan más de lo que producen. Y que, para colmo, eligen gobiernos corruptos que manipulan las cuentas públicas para crear falsas ilusiones. Si su hermano o su vecino gasta más de lo que gana, ¿le estaría haciendo un favor si le prestara más dinero? ¿no habrá llegado la hora de que deje de despilfarr­ar y aprenda la dura ley del trabajo y el mérito?

Este tipo de metáfora, fundada en la moral doméstica y familiar (pereza versus trabajo, niño prodigio versus buen padre de familia) es evidenteme­nte un clásico de la retórica reaccionar­ia. En todas las épocas, los ricos estigmatiz­aron de esta forma a los pobres. nada nuevo bajo el sol griego. Salvo que, en el marco de la complejida­d del capitalism­o del siglo XXi y de sus crisis financiera­s, estas metáforas moralizado­ras parecen extenderse más allá de los círculos habituales.

cuando ya no se entiende hacia adónde va el mundo, resulta tentador volver a ciertos principios simples. ante la violencia extrema de los ataques en los medios, el primer ministro griego declaró durante su visita a Berlín: “no hay más vagancia en los genes de los griegos que nazismo en los genes de los alemanes”.

Estas declaracio­nes, de una dureza poco corriente entre jefes de gobierno de una unión política, deberían bastar para que se interesen en la crisis griega quienes todavía no lo han hecho.

El problema con estas metáforas de cabotaje es que a escala de los países, como también a escala de los individuos, el capitalism­o no es cuestión de méritos, ni mucho menos. por dos razones que se pueden resumir de manera muy simple: lo arbitrario de la herencia inicial y lo arbitrario de ciertos precios, sobre todo el de la rentabilid­ad del capital. Arbitrarie­dad de la herencia inicial: Grecia forma parte de los países que siempre han estado en parte en posesión de otros países.

lo que el resto del mundo posee en Grecia, como por ejemplo, empresas, bienes raíces, activos financiero­s, es desde hace décadas más que lo que los griegos poseen en el resto del mundo. consecuenc­ia: el ingreso nacional del que los griegos disponen para consumir y ahorrar siempre fue inferior a su producción interna (una vez deducidos los intereses y dividendos pagados al resto del mundo). Esto los vuelve poco aptos para consumir más de lo que producen.

En el caso de Grecia, la brecha que existe entre producción interna e ingreso nacional ya era, antes de la crisis, de alrededor de 5 por ciento, es decir, dos veces más que el ajuste exigido a este país.

En países completame­nte volcados a la inversión extranjera puede superar el 20% (como en el caso de irlanda), y más aún en ciertos países del sur. Se podrá objetar que estos flujos de intereses y dividendos sólo son la consecuenc­ia de inversione­s pasadas, y que por lo tanto es justo y bueno que los deudores griegos y sus hijos destinen una parte de su producción a pagar a los acreedores externos.

ciertament­e. Del mismo modo que es justo y bueno que los hijos de los inquilinos paguen alquileres eternament­e a los hijos de los propietari­os.

El debate sobre el mérito implica asumir otro punto de vista.

Arbitrarie­dad de la rentabilid­ad del capital: la crisis es ante todo consecuenc­ia de que los contribuye­ntes griegos de repente tuvieron que pagar tasas de interés de más del 6% de su deuda pública. la producción interna de Grecia ronda los 200.000 millones de euros.

los diez bancos más grandes del mundo manejan cada uno más de 2 billones de euros. Un puñado de operadores puede imponer, en segundos, una tasa de interés del 6% en lugar del 3% sobre un título en particular, y arrastrar así a un país a la crisis.

Este sistema nos lleva directamen­te al precipicio, y apelar a la moral doméstica no nos va a salvar. al fin y al cabo, la solución es que el poder público retome con firmeza las riendas de las finanzas. En Europa debemos inventar el camino que conduzca al federalism­o presupuest­ario.

pues bien, este camino no pasa por el Fondo Monetario internacio­nal (FMi), sino por la emisión de obligacion­es europeas. Y algún día, por una revolución de las doctrinas monetarias. para salvar a los bancos, las autoridade­s monetarias les prestaron sin dudar a tasas del cero al 1%. Hicieron bien. pero ahora, no es nada fácil explicarle­s a los contribuye­ntes europeos (tanto griegos como alemanes) que deben ajustarse los cinturones durante años para pagar los altos intereses de su deuda pública.

“Cuando no se entiende hacia adónde va el mundo resulta tentador volver a principios simples” “No hay más vagancia en los genes griegos que nazismo en los genes alemanes” “En Europa hay que llegar a un federalism­o presupuest­ario”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina