Todo Chile se unió en un festejo casi sin antecedentes
La conquista se vivió de manera muy efusiva; sólo se recuerda tanta gente en las calles en la visita del Papa Juan Pablo II en 1987 o en la celebración por el “no” a Pinochet en 1998
ANTIAGO, Chile.– Pocos días en la historia de Chile registran escenas como la de anoche. El Estadio Nacional agitando 40 mil banderas donadas por un multimillonario era algo que fácilmente no se veía desde que estuvo ahí el Papa Juan Pablo II, en 1987; y las más de 500 mil personas en las calles de Santiago celebrando con batucadas y bocinazos no se veían desde que ganó el “No” a Pinochet en 1998. La selfie de la noche no era con el carnaval, sino con los carabineros, siempre reacios a la multitud, pero esta vez muy dispuestos a retratarse con quien se lo pidiera. Hace muchas décadas y varias generaciones que eso no pasaba en este país. Tan inédito como su primera Copa América fue el festejo de Chile, de principio a fin. Michelle Bachelet, con su popularidad por el suelo, pasó del terror a las pifias a ser amuleto de la roja. Estuvo en todos los partidos y siempre llegó hasta el camarín para sacarse fotos junto a los jugadores. Anoche también lo hizo, los felicitó, dijo que era “una victoria histórica” y luego se fue al Palacio de La Moneda para recibirlos como héroes dos horas después. La tradición de sacar al balcón de la casa de gobierno a quienes son exitosos está reservada para muy pocas personas. El bus descapotable que trasladó a los jugadores desde el estadio hasta La Moneda tardó una hora y media en llegar. La multitud no les permitía avanzar muy rápido. Llegaron a las 22.38, con pelucas tricolores, y en uno de los salones del segundo piso los futbolistas, con Gonzalo Jara incluido, le pidieron a la Presidenta chilena que diera feriado el lunes y ojalá el martes. Luego colocaron la Copa en el suelo, saltaron, gritaron y oyeron la respuesta de Bachelet: “Bueno, lamentablemente para los feriados hay que hacer leyes”. A los pocos segundos y después de varios cánticos, ella y el presidente de la Asociación-Nacional de Fútbol Profesional, Sergio Jadue, los invitaron a salir al balcón y a saludar a la multitud apostada en la Plaza de la Constitución. Vargas sacó la Copa en brazos y lo acompañaron Vidal y Pinilla. Los demás grabaron con sus celulares, mientras de fondo sonaba “El Crack”, canción del grupo Los Miserables. Después llegó el momento de la foto oficial, en los patios del Palacio. Las escenas en el estadio fueron también inolvidables. David Pizarro, un histórico en la selección, anunciando el comienzo de su retiro en medio de la hazaña, Jorge Sampaoli llorando por el campeonato y Alexis Sánchez llevándose la Copa como si fuera de él solo, son escenas que van a repetirse por muchos años en la televisión. El episodio que opaca los festejos en el estadio es la agresión con escupitajos que sufrió la familia de Lionel Messi y que el embajador en Chile, Ginés González, tuvo que controlar y apaciguar (ver página 8). En la calles, como pocas veces masas de gente llegaron desde el barrio alto a Plaza Baquedano, el centro de las celebraciones de los chilenos cada vez que ganan algo. En el subte todo fue una locura. No se podía respirar, se cantaron al menos tres himnos nacionales entre seis estaciones y el grito incesante fue “Gary Medeeeel, Gary Medel, GaryMedeeee…l”. En la cárcel El Manzano II, en Concepción, los convictos festejaron tanto que llegó a ser noticia en la radio local. Así en cada plaza de las capitales provinciales hubo un festejo que duró hasta la madrugada y que se prolongará durante varios días. Así lo amerita una Copa América.