LA NACION

Inolvidabl­e víspera de luna llena

Un emotivo encuentro musical para despedir al músico de Adicta

- Silvana Moreno

Los astrólogos lo saben: en vísperas de luna llena se exacerban las emociones, hay insomnio, nostalgia. El martes, con la luna completa en un 95 por ciento, así se sentía todo en Niceto, durante el show

El mundo no sabe, un homenaje a Toto, el músico que el 24 de mayo terminó con su vida.

En una noche intensa con algo de duelo, de reencuentr­o y de exorcismo musical, unos 50 músicos y unos 1000 fans revivieron sus canciones perfectas. La idea: un escenario con todos los músicos de Adicta (Rudie Martínez y Alejo Kauffman en teclados; Julián Horita en guitarra; Diego Rodríguez en bajo y Joaquín Franco en batería) e invitados (entre otros, Sergio Pángaro, Leandro Viernes, Diosque, July Sky, Vero Verdier y el ex Los Látigos Marcelo Zeoli y Ale Schuster de Viva Elástico) que pondrían la voz a las letras que escribía y cantaba Toto, menos conocido como Adrián Nievas. Pero antes abrieron unas pocas bandas armadas para la ocasión. “Somos los sobrinos de Toto”, se presentaro­n siete músicos platenses y sorprendie­ron con versiones compactas y luminosas de “Trae” e “inevitable”.

Para el show con Adicta, la sucesión de cantantes fue irregular, con interpreta­ciones que fueron desde las más karaokeras hasta otras históricas y más comprometi­das. Para recordar, isol can- tando con mucho amor “Esquimal” y, embarazada, arengando “No abandones ahora” en “Poco a poco”, donde se sumó en batería la poderosa Andrea Álvarez. inolvidabl­e, también, Lucas Martí con una versión enérgica y cariñosa de “Sin mí”, resignific­ando el estribillo (“Vives sin mí,/ vuelas alto”) . Y, para entender definitiva­mente la diferencia entre un cantante a secas y un artista, nadie como el uruguayo Dani Umpi, que sobre el final cantó “El peor dragón”, dramático, gatuno, diabólico, angelical.

Rudie Martínez, fundador de Adicta junto con Toto, se mostró con perfil muy alto, por momentos hasta festivo, por otros con el corazón roto. incluso insultó con nombre y apellido a representa­ntes de la industria discográfi­ca, que tanto ignoró a Adicta. “Toto, nos vemos en otra vida, porque esta se nos terminó”, se despidió Martínez.

Por último, “Perderlo todo”, con la banda tocando y la voz de Toto sobrevolan­do el lugar, fue conmovedor. Entre el público, el pogo se mezclaba con un coro casi futbolero y las lágrimas, de indignació­n, de pena, de impotencia, de no entender porqué todo terminaba así. Entre ellos estaba su madre, irma Segade, para quien fue todo lo recaudado. Mientras, en un puesto al lado de la barra se vendían las últimas copias de

Flores, brillos y arcoíris, el reciente disco de Ciudadano Toto, una edición independie­nte y humilde, pero con grandes canciones.

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S. Filipuzzi Laura Villar con la banda que abrió la noche

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