“Me siento menos huérfano”
TOMÁS ESPINA, 1975
El 2001 fue mi último año en la carrera de Artes Visuales, y la impresión de que un abismo se aproximaba ocupaba mi cabeza. Terminar la carrera me producía una sensación de orfandad, de que me echaban de mi tercera casa (la primera fue el vientre materno; la segunda, la casa de mis padres, y la tercera era la escuela). Con ese estado anímico hice esta versión de Sin pan y sin trabajo.
Dibujé con carbonilla la imagen sobre el muro de mi habitación y me incorporé desnudo en el lugar que ocupa la mujer en la escena. No en el lugar del hombre combativo de puño fálico y expresión impotente que propone De la Cárcova, sino en el lugar femenino, receptivo y cálido. De modo inconsciente quise encontrar un lugar donde salvaguardarme de esa sensación de desamparo que implicaba el final de un ciclo.
Si bien esta pintura de Ernesto de la Cárcova retrata una situación sociopolítica de una época determinada, siempre la vi desde un lugar más amplio y ambivalente. Por un lado, con este cuadro De la Cárcova se apropia del realismo (movimiento pictórico en boga en Europa en esa época), gesto que lo coloca a la vanguardia del lenguaje pictórico de sus coterráneos; por otro, elige el interior de la casa del obrero y no la calle para representar ese dilema.
En diciembre de 2001 estalló la crisis económica y social más significativa que sufrió la Argentina, y ese ejercicio de escuela que había hecho unos meses antes tomó otras connotaciones. Quince años después veo ese trabajo y pienso en el lugar protagónico y definitivo que ha tenido finalmente el rol de la mujer. Y me siento menos huérfano.