“Reactivar conflictos que se suponen resueltos”
ALBERTO PASSOLINI, 1968
La posibilidad de pintar (a mi modo y a los tumbos) lo que ya han pintado muy bien otros antes que yo es lo más parecido a una máquina del tiempo. En ese camino de ida y vuelta al pasado, recolecto retazos de la historia con los que confecciono un patchwork. Otras veces hago el viaje tarareando estrofas de canciones viejas mezcladas con rimas de mi autoría, como los músicos que utilizan samples de otros temas en los suyos. Así surge una nueva voz, que me gusta pensar como propia.
Esta ocupación artesanal me permite formular conclusiones arbitrarias con absoluta irresponsabilidad, todo lo contrario a lo que hacen quienes investigan: cada tanto me llaman “artista-investigador”, pero tardo pocos segundos en demostrar a quien me adorna con semejante título que se equivoca de cabo a rabo.
Así y todo, en algunos casos llego a reactivar conflictos que se suponen resueltos. Tal vez Malona!, la cita que hice de La vuelta del Malón, sea donde mejor se vea esto. En mi versión decidí que se invirtieran los géneros de los personajes: indias llevándose cautivo a un rubio indefenso y resignado. Y, como parte del botín, cabezas de mujeres blancas colgando sobre los flancos de los caballos.
De las múltiples lecturas sobre el tema de las cautivas siempre sobresalen la pasividad de la mujer frente al deseo y las acciones de los varones. Aun hoy, desnaturalizar la idea del deseo como patrimonio exclusivo de los machos es considerado como un gesto feminista. Lo que mi cuadro y yo nos preguntamos es si es necesario ser feminista para saber que todos tenemos deseos.