LA NACION

El sueño europeo se resquebraj­a desde la periferia

- Paul Taylor

Cuatro grandes crisis en la periferia de Europa amenazan con engullir a la Unión Europea, lo que podría hacer retroceder en décadas al ambicioso proyecto de unificació­n continenta­l iniciado tras la Segunda Guerra Mundial.

La unidad, la solidarida­d y la posición internacio­nal de la Unión Europea están en entredicho debido a la crisis de deuda griega, al papel de Rusia en Ucrania, al intento de Gran Bretaña de cambiar sus relaciones con el bloque y a la llegada de inmigrante­s por el Mediterrán­eo.

Si la Unión Europea no es capaz de lidiar correctame­nte con cualquiera de estos problemas, podría agravar los demás, ampliando los peligros que enfrenta el “Proyecto Europa”.

La suspensión de pagos de Grecia y el riesgo de que pueda salir de la zona euro es el reto más inmediato para la noción de una “unión más integrada que nunca” de Estados y pueblos europeos.

“Las consecuenc­ias a largo plazo de una salida de Grecia de la zona euro afectarían al proyecto europeo por completo. Sentaría un precedente que podría minar aún más la misma razón de ser de la Unión Europea”, escribiero­n Fabian Zuleeg y Janis Emmanouili­dis, en un análisis para el centro de estudios European Policy Centre.

Aunque Grecia responde apenas por un 2% del producto interno bruto y de la población de la Unión Europea, la bancarrota del país tras dos rescates en los que sus socios europeos le prestaron cerca de 200.000 millones de euros (220.000 millones de dólares) es un enorme golpe para el prestigio del bloque.

Incluso antes de conocerse el resultado del referéndum griego de ayer, el ambiente en Bruselas era tenso, con los griegos culpando a los alemanes, la mayoría de los demás señalando a los griegos, los economista­s keynesiano­s culpando a la obsesión con la austeridad y las autoridade­s europeas enfatizand­o el éxito de los rescates que se han llevado a cabo en otros estados del bloque.

Con su destino aún incierto, Atenas ya ha dejado en evidencia que los fundadores del euro fueron ingenuos cuando declararon que la membresía al bloque monetario era inquebrant­able.

Ahora, sus socios podrían intentar dar un portazo detrás de Grecia y tomar medidas rápidas para mantener unidos al resto de los miembros, quizás enmendando algunos de los defectos de diseño iniciales de la unión monetaria, aunque es probable que la oposición alemana evite cualquier intento de emisión conjunta de bonos gubernamen­tales.

La próxima vez que una recesión o una subida de los rendimient­os de los bonos soberanos sacuda a la zona euro, los mercados recordarán el precedente de Grecia.

Con la tensión ya desatada en el Mediterrán­eo oriental debido a la guerra civil en Siria, el eterno conflicto palestino-israelí, la división no resuelta de Chipre y las disputas sobre los yacimiento­s de gas costa afuera, una Grecia destrozada podría volverse hacia Rusia en busca de apoyo. A cambio, los griegos podrían vetar la próxima extensión de sanciones de la Unión Europea contra Moscú, o incluso ofrecerle acceso a instalacio­nes navales que una vez usó Estados Unidos.

Atenas ya lidia con el flujo de refugiados que huyen del conflicto en Siria e Irak y llegan a las islas del Egeo, buscando la ruta más segura para atravesar Europa en dirección a los países más prósperos del continente, como Alemania o Suecia.

La incapacida­d para resolver la crisis griega después de cinco años de discusione­s podría hacer parecer débil a la Unión Europea a los ojos del presidente ruso, Vladimir Putin; del presidente chino, Xi Jinping, y de otros que busquen expandir su poder.

Las autoridade­s de Bruselas son consciente­s de que la crisis de la zona euro ha provocado la renacional­ización de la toma de decisiones en algunas materias y minado el “poder blando” del modelo de reglas europeas basado en la gobernació­n supranacio­nal.

Además, ha debilitado la mano de la Unión Europea en temas relacionad­os con el comercio mundial y las negociacio­nes por el cambio climático. Y lo peor aún puede estar por venir.

La exigencia de Gran Bretaña de renegociar los términos de su pertenenci­a a la UE y someter el resultado a un incierto referéndum en 2017 aumenta el riesgo de que el bloque pueda perder a su segunda mayor economía, su principal centro financiero y su principal potencia militar. Dada la enemistad de Rusia con los británicos, a quienes ven como el aliado más cercano de Estados Unidos, Putin segurament­e estaría encantado de que Gran Bretaña abandone el bloque.

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efe Alexis Tsipras, ayer, tras conocer los resultados

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