LA NACION

Quito se vistió de fiesta y olvidó la tensión política

Cientos de miles de personas saludaron el paso del papamóvil por la capital; también había varios argentinos

- Paula Markous

QUITO.– No se vieron banderas negras en Quito, ni se escuchó ayer el cántico “Fuera Correa fuera”, que desde hace casi un mes entonan los manifestan­tes contra el presidente. Cientos de miles de fieles ecuatorian­os recibieron al papa Francisco en las calles, con pancartas de bienvenida y cruces en las manos, en un ambiente de alegría y esperanza que opacó, por lo menos por ahora, el clima de tensión política.

“Te queremos, Francisco, te queremos” y “Viva el Papa”, gritaban los fieles que se congregaro­n frente a la Nunciatura, el punto final del recorrido de Francisco con el papa- móvil, en el centro de Quito. entre empujones y bromas, pocos aguantaban la ansiedad por ver al Papa. los padres cargaban a sus hijos en los hombros y les daban el celular para que pudieran filmar cada instante, los ancianos pedían permiso para colocarse delante de las vallas de seguridad y decenas de chicos se acomodaban en los árboles.

el ambiente se puso aún más expectante cuando dos helicópter­os sobrevolar­on el lugar y se escucharon las sirenas de la policía. “ahí viene, ahí viene”, decía la gente. después de varias falsas alarmas, Francisco apareció sonriente y parado en su papamóvil, luego de recorrer los más de 40 kilómetros que separan la Nunciatura del aeropuerto de Quito.

la gente agitó sus banderas blancas, alzó el celular y levantó sus cruces de madera para que el Papa las bendijera. la mayoría se puso en puntas de pie, pero unos pocos lograron verlo.

“Yo lo vi perfectame­nte y él me vio. Ya con eso me vino una sensación de paz al alma que no puedo explicar”, dijo a la nacion Olga Melo, quiteña de 64 años, que llegó al lugar a las 12 del mediodía, cinco horas antes de que Francisco apareciera.

Uno de los primeros grupos en instalarse frente a la casa de la Nunciatura fue el de las monjas dominicas de santa Catalina. desde las 10, entre cantos y rezos, esperaron pacienteme­nte la llegada de Francisco. sus suplicas dieron resultado.

También pudieron ver al Papa los Muzio, una familia argentina, que incluso le había llevado mate. Guillermo y Marina, de 66 años, viajaron a Quito para visitar a su hija Paz, que vive desde hace seis años en la capital de ecuador e hicieron coincidir a propósito la fecha con la visita de Francisco. “siento una emoción muy grande, es nuestro Papa y estuvo mucho en san Miguel, de donde somos nosotros”, relató Guillermo.

Parada estratégic­amente en la esquina de la avenida 6 de diciembre y la calle Orellana, otra argentina, de Mar del Plata, lucía salvador, de 53 años, agitó su bandera blanca y celeste cuando apareció Francisco. “espero que traiga un mensaje de paz porque todo está convulsion­ado”, contó lucía, que vive en Quito desde 1987, cuando sus padres se mudaron a esta ciudad.

Paz, unidad y diálogo fue el pedido casi unánime de los quiteños que hablaron con la nacion. desde hace casi un mes, la polarizaci­ón que existía en el país se acentuó con las manifestac­iones diarias contra dos leyes que pretendían imponer impuestos a la herencia y la plusvalía. Finalmente las leyes fueron frenadas “temporalme­nte” por Correa para preservar un “ambiente de paz”, durante la visita del Pontífice.

Pero ayer ese capítulo de tensión parecía haber quedado atrás frente a la Nunciatura. sólo en la zona adinerada de Cumbayá, un grupo de personas protestaro­n contra el gobierno cuando pasó el papamóvil.

en general, Quito fue una fiesta, de la que participar­on fieles de todas las nacionalid­ades. la colombiana Natalia Vivas, de 25 años, vino especialme­nte desde Cali con su marido, su hijo y su hermano para recibir la bendición de Francisco. llegaron ayer, luego de un viaje en auto de 14 horas, pero no parecían cansados. Natalia saltaba y agitaba la bandera colombiana mientras cantaba “que salga, que salga”.

sucede que, después de que terminó su recorrido, el Papa ingresó a la Nunciatura, donde descansará hasta hoy, cuando volará a Guayaquil. a pesar de que había pasado una hora y amenazaba con llover, los fieles no se movían del lugar. “Queremos la bendición, queremos la bendición”, era el pedido de todos.

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Reuters Pese al cansancio, el Papa no paró de saludar a los quiteños

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