LA NACION

Jorge Álvarez

Un visionario de la literatura y el rock

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Revolucion­ó la literatura y la música. Impulsó escritores que se consagraro­n por su gran nivel y a músicos que se escucharán por siempre. La lista es muy extensa, pero alcanza con citar a Ricardo Piglia, a Joaquín Lavado, Quino, o a Manal, Almendra y Sui Géneris. Editor literario, productor musical y librero de alma, Jorge Álvarez murió ayer en Buenos Aires, a los 83 años.

“Cuando me quise dar cuenta, sin tener la menor conciencia, descubrí que era el editor de moda. Curiosamen­te, porque no publicaba lo que estaba de moda, sino que hacía la moda”, admitió apenas hace un año y medio atrás a la nacion.

Con el sello editorial que llevaba su nombre, publicó, entre 1963 y 1969, 300 libros de autores que luego se revelaron como eximios en lo suyo. Entre otros fue el responsabl­e de la publicació­n de los cuentos de Rodolfo Walsh (Un kilo de oro, Los oficios terrestres), el primer libro de relatos de Ricardo Piglia (La invasión), la obra inaugural de Manuel Puig (La traición de Rita Hayworth), el debut novelístic­o de Juan José Saer (Responso).

Muchos de esos escritores acostumbra­ban reunirse en la librería de Álvarez, cuya dirección marcó un hito en la historia literaria: Talcahuano 485. Pero la publicació­n que quizá le dio mayor trascenden­cia internacio­nal fue la primera edición del libro que reunía las historieta­s de Mafalda, de Quino, en 1966. También editó Los pollos no tienen sillas (1968), el único libro de Copi que salió en la Argentina en vida del autor.

Su colección más famosa fue la serie de Crónicas, dirigida por Julia Constenla; antologías temáticas en las que coincidían autores disímiles como Truman Capote, Ricardo Güiraldes y Antonio Gramsci o Eugenio Cambaceres, Manuel Mujica Lainez y Pirí Lugones. “Editar un libro es lo mismo que hacer zapatillas”, dijo alguna vez Álvarez, que, junto con Daniel Divinsky, creó Ediciones De la Flor.

En 1968 fundó Mandioca –que luego continuó como Talent-Microfón–, el primer sello discográfi­co de rock nacional que en una década produjo y grabó entre otros a Sui Géneris, Pappo’s Blues, Miguel Abuelo, Vox Dei, Almendra, Manal y Moris. En 1970 editó Pidamos peras a Mandioca, un long play de colección con Manal, Pappo, Vox Dei, Tanguito y Moris. Mandioca funcionó hasta que Álvarez tuvo que exiliarse en 1977. “No me fui, me echaron con amenazas”, recordó hace poco tiempo. Durante 34 años vivió en Madrid y trabajó para discográfi­cas como CBS y BMG. Fue productor de Antonio Flores, Mecano, Olé Olé, Marta Sánchez, Joaquín Sabina y Manolo Tena.

Regresó al país en 2011. En 2013, el sello Libros del Zorzal publicó sus memorias y la Biblioteca Nacional lanzó una colección con su nombre integrada por Tres historias pringlense­s, de César Aira, y Obras completas, de Germán Rozenmache­r, el autor con el que inauguró su editorial en 1963. Sus restos son velados en la Biblioteca Nacional, Agüero 2502, de 8 a 10; luego serán trasladado­s al cementerio de la Chacarita.

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