DADY BRIEVA LES DA LUGAR A TODAS LAS VOCES EN DADYMAN, SU PROGRAMA DE AMÉRICA, EN LAS MAÑANAS
Dady Brieva confiesa que está enamorado de su trabajo frente al micrófono
Rubén Enrique Brieva, más conocido como Dady, es humorista, actor, conductor y lleva más de cinco años en la radio. Hace dos que esta en América (AM 1190), de lunes a viernes, de 9 a 13, conduciendo Dadyman, un ciclo donde impone su gracia, versatilidad e impronta, que le sirvieron para conquistar rápidamente a la audiencia y también el Martín Fierro. Disfruta serenamente de las mieles de este éxito, además de la gira con su espectáculo del mismo nombre, de un programa propio en CN23 y de la película Ciudadano ilustre, de Gastón Duprat y Mariano Cohn, que terminó de filmar.
“Si tuviera que elegir, mi horario es este, sin dudas. Es el fragor, el día álgido. Las cosas pasan a la mañana. Por eso me gusta mucho. Tiene mucha movilidad, se atienden varias cosas a la vez, porque hay un salpicadito de todo: lo artístico, lo emotivo, lo político”, explica. Dady cuenta con un equipo integrado por Andrea Recúpero, Ariel Helueni, Martín Adaro, Ari Lijalad, Ingrid Beck, Fabiana García, Matías McLoughlin, Natalia Marino, Hugo Gulman, Bruno Brieva y Yamila García. “Sé que hay conductores que tienen 10 personas y no habla ninguna. Me gusta que cada uno se luzca porque le hace bien al programa. Siento que yo vendo energía. Dar la información que cada uno tiene con mala cara es pan amargo para mañana y enfermedad, a la larga. Hay que cuidar a la radio, porque es una novia que descubrí de grande y la amo. Es el único medio mágico. Por eso espero que los estudios sigan sin cámaras. Y estoy muy feliz con el Martín Fierro como mejor programa de interés general”, confiesa.
Los viernes y sábados, Dady continúa con su propuesta teatral, que lleva ya cuatro años en cartel. Él trabaja mucho con la verdad, con la realidad. No tiene técnicas para actuar. “Me muevo, me paro en un lugar de lo que soy y me sale lo que creo que es. Nada más”, dice. Él se define como un militante peronista pero en sus ciclos se escuchan todas las voces. “En los dos programas el de radio y el cable ocurre eso, salen casi todos. Siempre trato de hacer pasar bien al invitado que no comulga mi idea. Hay personas que no comulgan con lo que uno piensa, pero solamente dejándolas hablar definen mucho más que preguntándoles. No hay necesidad ni de ponerlas en jaque”, asegura. “Creo que cuando uno está bien se nota. Cuando me preguntan cuál es mi secreto para la conducción, respondo que solamente escucho. Hay muchos periodistas que actúan, sobreactúan. Debe ser porque tengo hijos chicos y grandes, porque estoy enamorado, porque siento que la vida pasa por otro lado. No hace 100 años que estoy en el medio, pero hace 30, que son suficientes para aprender que las tapas de las revistas y los premios no son tan importantes como que te paguen a término por tu trabajo y ser feliz. La fama es difícil”.