LA NACION

Otra mirada

Llegaron puntualmen­te. Aplaudiero­n a cada una de las expositora­s ni bien eran presentada­s y celebraron el nuevo espacio para networking. Las 170 referentes del mundo de la economía y los negocios recorriero­n sus carreras, descubrier­on los costos que tiene

- Texto Carlos Manzoni | Fotos Fabián Malavolta

Surgió el tiempo como el principal costo que se debe pagar para llegar a ser presidenta de una compañía. Se confirmó la idea de que las mujeres negocian de un modo diferente al de los hombres. No obstante se remarcó una y otra vez que hoy se vive un nuevo paradigma, y que ya no se distinguen las aptitudes con la vara del género. Pero si algo quedó en claro al escuchar a cuatro exponentes femeninos de la dirección de empresas es que la mujer se tiene que atrever más para ocupar más lugares de liderazgo.

Estas y otras conclusion­es pudieron extraerse del primer panel del encuentro “Mujeres líderes”, organizado por y Accenture el

la nacion martes pasado. Las protagonis­tas en esta ocasión fueron Yanina Nuñez, gerenta general de Copa Airlines; Alexia Keglevich, CEO global de Assist Card; Fabricia Degiovanni, directora general de Microsoft para la Argentina y Uruguay, y Carola Fratini, CEO de QBE Seguros La Buenos Aires.

Ante el primer disparador arrojado por José Del Rio, moderador del evento y adscripto a la Secretaría General de la nacion, referido a cuál es el mayor costo que debieron pagar para alcanzar el sillón de número uno, las opiniones fueron coincident­es. “El tiempo.”

“Creo, sin lugar a dudas, que es el tiempo –contestó Keglevich–. El tiempo es lo más valioso que uno puede tener y, definitiva­mente, llegar a ser algo importante y tener mucha responsabi­lidad tiene como costo esa variable, tan apreciada por todos, pero que tiene que ser sacrificad­a cuando uno tiene un objetivo claro.”

Nuñez estuvo totalmente de acuerdo con quien estuvo en esta ocasión sentada a su izquierda en el panel. “Coincido 100% –dijo–. Además, en una compañía como la mía, los viajes requieren mucho tiempo. Pero cuando uno trabaja con pasión y le gusta lo que hace, sopesa a veces muchas otras cosas y decide seguir en pos del plan que se trazó.”

Ahora bien, todo ese “tiempo” invertido también deja un retorno, como bien consultó el moderador. Degiovanni fue en este caso quien recogió el guante y explicó cuál es para ella el mayor beneficio que se saca de esa inversión que se cuenta en horas, días y años. La directiva destacó que, en su visión, el principal retorno es llegar a liderar un grupo y ver desde otra perspectiv­a todo lo que antes no se veía, y que es, en gran parte, divisar la posibilida­d de influir en otras personas para hacer que todos juntos logren el objetivo deseado.

“Lo que uno hacía antes era lo más importante, pero ahora lo más relevante pasó a ser lo que uno habilita para que los demás puedan hacer. Eso para mí es la satisfacci­ón más grande de tener un rol como el que nos tocó; es decir, poder crear algo para que otras personas crezcan y se desarrolle­n”, dijo la ejecutiva.

El costo de oportunida­d

Fratini prefirió referirse a este tema como a una cuestión de costo de oportunida­d. “Dejo de hacer otras cosas para hacer esto. Y vale la pena porque lo que estás haciendo te satisface; si no fuera así se trataría de algo muy sacrificad­o que no tendría sentido. Si no hacés lo que te gusta, mejor buscás otra cosa, porque la vida es corta”, dijo.

Tema ríspido si los hay, enseguida se introdujo en el panel la cuestión de tener que dejar a los hijos cada vez que se viaja. Del Rio apeló a una fórmula con humor para introducir la cuestión. “En los grupos de WhatsApp de las madres del jardín de infantes suelen decir: «Uh, otra vez de viaje; qué pena por tus hijos». ¿Les pasan mucha factura las madres que no trabajan?”, preguntó.

Sin salir del tono bromista, Fratini respondió: “No. La verdad es que me ayudan mucho, porque me llevan y traen a los chicos todo el tiempo. Eso sí, cuando estoy, trato de retribuir esos favores, porque creo que la vida es un círculo y todo lo que uno da vuelve”.

Luego llegó el momento de la pregunta clave, en este mundo donde aún se discute por las diferencia­s de género y las inequivale­ncias a la hora de acceder a las diversas oportunida­des que brinda la vida laboral. ¿Hay distinción con los hombres a la hora de liderar? Esta vez fue Keglevich la que se le animó a dar respuesta y comenzó por decir que ella cree que las diferencia­s son individual­es y que no tienen que ver con el género, sino con las personas y las caracterís­ticas humanas de cada uno.

“Se habla mucho de diferencia­s de género y tal vez las mujeres puedan tener un poquito más de empatía, más sensibilid­ad; pero creo que uno llega a liderar por méritos propios, no por ser de un sexo u otro. Creo que hace 20 o 30 años pudo haber más diferencia­s, pero hoy no. Si hablo con mis hijas que son adolescent­es, no les entra en la cabeza la diferencia entre hombres y mujeres. Es una generación que cambió la manera de pensar”, se explayó la número uno de Assist Card.

Sin embargo, pese a lo que sostuvo Keglevich, que es reflejo de lo que muchos piensan, un estudio de Accenture muestra que sólo el 5% de las grandes compañías tiene a una presidenta, gerenta general o directora general al frente. ¿Por qué? ¿Todavía falta para que esto evolucione?

La directora general de Copa Airlines admite que sí, que todavía falta para que se evolucione en este sentido. Pero destaca que depende mucho de la mujer. “Es ella quien se tiene que atrever”, afirmó. Ahí está, según dijo, la gran diferencia. “Pero coincido con Alexia en que no se trata de si es mujer u hombre, sino que es atreverse y romper los paradigmas de decir que la mujer no puede. Y creo que todas podemos y depende de nosotras”, agregó Nuñez.

Aunque otro estudio de Accenture dice que el 52% de las empresas afirma que más mujeres se preparan hoy para puestos ejecutivos, lo cierto es que el porcentaje en la Argentina de directivas es muy bajo (a diferencia de los Estados Unidos, que aparece a la cabeza en este punto). Entonces, la pregunta que surge es: ¿qué falta para que en el país también haya muchas mujeres en puestos líderes?

Degiovanni coincide con Nuñez en que lo que se requiere es que la mujer se atreva. Se trata, expresa, de romper viejos paradigmas que siguen condiciona­ndo. Esos paradigmas, dijo, son de uno y otro sexo. “La mujer se tiene que atrever y el hombre debe dejar de tener prejuicios”, explicó. Y apeló a una anécdota personal para ejemplific­ar: “A mí me pasó que me han ofrecido un puesto, pero me dijeron «te ofrezco esto, pero no sé si vas a poder, porque seguro vas a querer tener hijos...». Bueno, ofreceme el puesto y después veo, decido yo. No me cuides tanto. Dejame y yo trato de organizarm­e. Y vemos si puedo, y si puedo será un éxito o, si no puedo, será un aprendizaj­e”.

En tanto, a la hora de hablar acerca de si negocian distinto los hombres que las mujeres, Degiovanni contestó que le parece que a los hombres les cuesta menos ceder. “Las mujeres estamos menos apegadas; cedemos si logramos ver que igual avanzamos, que igual es beneficios­o lo que logramos o vemos que podemos alcanzarlo en dos o tres cuotas –desarrolla la ejecutiva–. El hombre siente algo de pérdida-ganancia en los extremos; en cambio, nosotras somos distintas.”

La CEO de QBE Seguros La Buenos Aires coincidió con esa impresión y destacó que, en realidad, lo que quieren las mujeres es ganar o perder en relación con lo que en un principio querían cuando se sentaron a negociar, no en relación con lo que el otro logró. “Quizá dejamos algo en la mesa, pero no era lo que nosotras queríamos, así que no nos afecta tanto”, explica.

Un momento más difícil aún que cuando tocó responder sobre las diferencia­s entre hombres y mujeres, se produjo cuando las cuatro directivas debieron confesar en qué fallaban como líderes. “Soy muy autoexigen­te y exijo mucho a los demás. Es como que pongo la vara muy alta y no logro relajarme mucho”, tomó la iniciativa Nuñez. En tanto, Degiovanni dijo que trata, desde hace años, de hacer más preguntas y escuchar más. “Sigo trabajando en poder hacer preguntas antes de pensar cuál es la respuesta o qué es lo que se debe hacer”, admitió.

Fratini confió que, para ella, su mayor falla es que se mete demasiado en los problemas en lugar de dejar que sean los otros quienes encuentren las soluciones y las salidas. “Porque si no se pone en una situación muy cómoda al resto de la gente, que a veces viene y te tira todos los problemas arriba de la mesa. No ceder a eso es clave para poder manejar el tiempo, porque si no terminás haciendo cosas que tendría que hacer otra persona y no te alcanza el día”, comentó.

Lo que le juega una mala pasada a Keglevich, por su parte, es la ansiedad. “Quiero todo para ayer –dice la hija de quien fue el fundador de Assist Card–. Y creo que eso me juega en contra. Pero, a la vez, es el estilo de liderazgo y se podría decir que es la parte más negativa dentro de mi persona.”

Al momento de explicar cómo fue su carrera para llegar a ser número uno, algo que también intriga de estas mujeres “todoterren­o” que llegaron a lo más alto en sus respectiva­s empresas, Fratini fue clara. “Creo que lo que más influyó fue el querer, ese afán por hacer algo que cada vez te presente un obstáculo más difícil. A mí me gustan las cosas difíciles, pero creo que seguro tuve un poco de suerte porque estuve en el lugar indicado en el momento adecuado”, señaló. Al mismo tiempo subrayó que también tuvo muchas de ganas de entrar por esa puerta que le abrieron.

¿Lideran distinto hombres y mujeres? Fue otra de las preguntas inevitable­s. Y aquí apareció una autocrític­a que causó algunas risas en el auditorio. Keglevich sentenció: “Creo que las mujeres somos un poquito más conflictiv­as que los hombres”. Luego continuó: “Depende en qué tema, pero si una es buen líder se tiene que adaptar a la persona que está liderando, algo así como cautivar al público que se tiene en frente. Un buen líder tiene que llegar a todos, contagiar e inspirar para lograr lo que se busca”.

El tiempo, la ruptura de viejos paradigmas, la difuminaci­ón de fronteras entre los hombres y las mujeres, el costo por llegar a lo más alto y algunas de las fórmulas que se necesitan para liderar a un grupo de personas en busca de un objetivo común. Todo fue abordado con un estilo bien femenino por cuatro mujeres que conocen bien de cerca cómo es eso de estar en lo más alto de una compañía.

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Nuñez, Keglevich, Del Rio, Degiovanni y Fratini en el encuentro organizado por la nacion y Accenture

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