LA NACION

Francisco y Correa, mucha sintonía y sutiles críticas

Entre risas y gestos distendido­s, se reunieron en privado; luego, el Papa volvió a pedir “que no haya diferencia­s”

- Paula Markous

QUITO.– Francisco dice que volvió a su “casa” y Rafael Correa parece ser el anfitrión ideal. Tras un abrazo fraternal en el aeropuerto y discursos coincident­es, el presidente ecuatorian­o tuvo su esperada reunión en el Palacio Carondelet con el Papa, que, pese a la evidente sintonía que hay entre ambos no se privó de pedirle más de una vez más diálogo.

El Papa llegó al centro histórico de Quito a las 19, luego de una estadía de más de siete horas en Guayaquil, donde presidió una misa multitudin­aria (ver página 2). Antes de entrar en el palacio presidenci­al –cuya fachada estaba iluminada de blanco y amarillo, los colores del Vaticano–, Francisco sorprendió a los fieles que lo esperaban en la Plaza Grande.

A pedido del público, salió al balcón y bendijo a miles de ecuatorian­os que desde la mañana, y luego de soportar más de tres horas de lluvia, soñaban con ese momento.

El encuentro entre Correa y Francisco, el tercero desde que fue nombrado papa, en marzo de 2013, duró unos 20 minutos. Se celebró en el salón de protocolo del Palacio Carondelet y no hubo discursos tras la reunión, ya que ambos hablaron anteayer, cuando el Pontífice aterrizó en Quito. En el aeropuerto, la sintonía entre Francisco y Correa, un ferviente católico, había sido evidente. Coincidier­on en las denuncias contra las injusticia­s sociales de América latina y en la necesidad de que se acaben “los descartabl­es de la sociedad”.

Pero, también, el Papa le pidió al presidente “respetar las diferencia­s” y “fomentar el diálogo”. Lo hizo en momentos en el que el país vive una gran polarizaci­ón a causa de dos proyectos de ley que pretenden imponer fuertes impuestos a la herencia y la plusvalía. Las leyes fueron frenadas temporalme­nte por Correa, en medio de las críticas de la oposición, que acusa al presidente de usar políticame­nte la visita del Papa.

Una vez que finalizó la reunión, y aunque no estaba previsto en la agenda, el Papa salió nuevamente al balcón acompañado por Correa, que aplaudía sonriente a su lado. El presidente no se despegó de él ni un minuto y le presentó luego a miembros del gobierno y del ejército, a los que el Papa saludó uno por uno.

Luego llegó la tercera bendición desde el balcón, y la Plaza Grande estalló de júbilo. Francisco caminó después 50 metros hasta la Catedral Metropolit­ana de Quito, mientras las campanas sonaban de fondo. Allí oró frente a la imagen de la Virgen María, recorrió el edificio y saludó a la gente. Luego salió para dirigirse a la multitud en la plaza. “Que no haya diferencia­s”, clamó Francisco, al dar un mensaje de unidad. Y terminó con su clásico pedido. “Por favor, les pido que recen por mí”, dijo antes de despedirse.

En la plaza, la ansiedad había ido en aumento durante el día. Las primeras personas llegaron cerca de las 10. Entre ellas había muchos ancianos, que llevaron sus propios banquitos de plástico para esperar la bendición de Francisco. “Ayer [por anteayer] no pude salir a la calle a recibirlo, por eso vine temprano para poder verlo de cerca. Espero que su mensaje nos una como hermanos”, dijo a la nacion el quiteño Fausto Bedón, de 71 años, que llegó a las 11, junto con su mujer.

Pero Bedón y cientos de fieles que habían copado la plaza tuvieron que desalojarl­a alrededor de las 13 por orden de la policía. Enojados, se pararon luego en las veredas para poder ingresar de nuevo. En medio del caos y de las quejas de la gente por las restriccio­nes al paso en todo el centro, los vendedores ambulantes aprovechar­on la ocasión para vender estampas, medallas, llaveros, escapulari­os, cadenas y todo lo que tuviera que ver con Francisco.

Tras el desalojo, los fieles se enteraron de que el acceso a la plaza era restringid­o y sólo podían pasar quienes tenían pases entregados por la Conferenci­a Episcopal Ecuatorian­a. Pero la gente no se dio por vencida. Por fuera de las vallas, detrás de policías, miles de personas esperaban igualmente ingresar.

Lucía Cruz, de 62 años, fue una de las afortunada­s que tenían pase. “Conseguí una entrada gracias a la parroquia. Estoy feliz porque me gusta Francisco, la bondad que emana, su sonrisa y la paz que transmite. Eso necesitamo­s los ecuatorian­os”, dijo a la nacion.

“Queremos pasar, queremos pasar, la plaza está vacía, queremos pasar”, se escuchaba a lo lejos. A 12 kilómetros de allí, miles de fieles se preparaban anoche para acampar en el parque Bicentenar­io (el ex aeropuerto de la ciudad), donde se realizó una vigilia antes de la multitudin­aria misa que dará hoy el Papa, a las 10.30 (hora local). Por la tarde, Francisco volverá al centro histórico, declarado patrimonio cultural, para un encuentro con la sociedad civil en la Iglesia de San Francisco y una visita a la Iglesia de la Compañía.

 ?? Afp ?? Francisco y Correa, ayer, en el balcón del palacio presidenci­al
Afp Francisco y Correa, ayer, en el balcón del palacio presidenci­al

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina