LA NACION

Pacto, Grexit o caos, las opciones de Atenas

- Luisa Corradini

El primer ministro griego, AlexisTsip­ras,ganósuapue­sta: decir no a las condicione­s demasiado severas del acuerdo “reformas contra dinero fresco” negociado desde hace meses con los acreedores de su país. Nadie sabe, sin embargo, si su victoria será total y llegará a obtener, como lo solicita, una reducción de la deuda y un nuevo plan de ayuda, o si se podrá evitar un Grexit, la salida del país de la eurozona. Los especialis­tas hablan de tres escenarios posibles.

Negociar un nuevo acuerdo. La

b posibilida­d parece complicada, pero no imposible. El canciller italiano, Paolo Gentolini, afirma que los europeos deberían “comenzar a buscar un acuerdo” para salir del “laberinto griego”. El presidente francés, François Hollande, coincide. A fines de junio, Tsipras parecía dispuesto a aceptar la lista de reformas negociadas (aumento del IVA, reforma del sistema de jubilacion­es, etcétera), pero exigía una reestructu­ración de la deuda del país, de 322.000 millones de euros.

La cuestión de la deuda será central en las nuevas negociacio­nes. Teniendo en cuenta que una condonació­n es inaceptabl­e por respeto a otros países que también fueron sometidos a planes de rescate, queda la opción de extender los plazos (hoy llegan hasta 2054) y reducir las tasas (2,36% de promedio).

UnGrexit o partida amistosa. Para

b Berlín, Madrid, Bratislava o Lisboa, el no fue la prueba de que Grecia no acepta las reglas del juego europeo. Atenas reclama ayuda financiera de sus acreedores sin aceptar las reformas exigidas.

Los dirigentes europeos podrían, colectivam­ente, decidir una salida de Grecia de la eurozona. Atenas tendría que aceptarla –porque nadie puede expulsar a un país de la zona monetaria– estimando que el país estaría mejor al dejar la moneda única, pero permanecie­ndo en la Unión Europea y conservand­o el apoyo técnico y político del bloque. En caso de reintroduc­ción del dracma, la economía griega podría ganar competitiv­idad con una moneda devaluada. Durante esa etapa de transición, el control de capitales se mantendría, mientras el Banco Central Europeo (BCE) seguiría sosteniend­o a los bancos griegos.

ElGrexiden­t,unasalidad­esordenada.

b De regreso a las negociacio­nes, la nueva lista de condicione­s presentada por los acreedores sería tan radical como las negociadas antes del plebiscito y la cuestión de la deuda quedaría en suspenso.

Una salida de Grecia por accidente (Grexident) podría imponerse. El BCE esperará hasta el 20 de julio, fecha en que Atenas debe reembolsar­le 3500 millones de euros, para actuar. Ante la incapacida­d del país de pagar, el BCE se verá obligado a reducir y después a suspender su liquidez de urgencia a los bancos griegos, precipitan­do su quiebra.

Atrapado, el Estado tendría que nacionaliz­arlos para frenar el pánico de los ahorristas. Incapaz de pagar jubilacion­es y salarios, Grecia debería imprimir pagarés, aceptados como moneda paralela, que se derrumbarí­a frente al euro. El precio de los productos importados se iría por las nubes, el poder adquisitiv­o de los griegos se derrumbarí­a y la economía del país caería en el abismo.

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