LA NACION

Comienza la poda en el Rosedal e invitan a los vecinos a llevarse de regalo flores y gajos

Los trabajos de jardinería que hará la Ciudad arrancan hoy y terminan el mes próximo

- Josefina Marcuzzi

Los vecinos de la ciudad fueron invitados a acercarse hoy al Rosedal, entre las 13 y las 16. ¿La excusa? Por una iniciativa del gobierno porteño, los visitantes tendrán la posibilida­d de llevarse rosas de distintas especies y gajos para clonar esos ejemplares en sus casas.

Como todos los años, comenzó la poda en el Rosedal, y la Ciudad invitó a los amantes de las rosas a que se lleven flores de regalo. Así, los vecinos podrán acercarse a los jardineros y pedirles que les entreguen rosas y gajos.

Con los tallos cortados, “esquejes” del Rosedal, las familias porteñas podrán sumar nuevos ejemplares de las mismas rosas para que crezcan en sus hogares. El esquejado es un método simple que se utiliza para multiplica­r plantas; consiste en tomar un tallo y conseguir que eche raíces para formar un nuevo individuo. De acuerdo con los especialis­tas, el otoño es la estación ideal para hacerlo.

Para aumentar las posibilida­des de que el tallo eche raíces, es recomendab­le impregnar las bases de los tallos con hormonas de enraizamie­nto. Además, miembros de esta iniciativa aconsejan llevar entre cuatro y cinco tallos para aumentar las posibilida­des de obtener resultados.

El Rosedal fue declarado Patrimonio de Interés Cultural en 2011, y en 2012 fue premiado con el Garden Excellence Award, un reconocimi­ento internacio­nal otorgado por la Federación Mundial de las Sociedades de Rosas (WFRS).

Sonia Berjman, especialis­ta en preservaci­ón de obras de arte en el espacio público, comentó a la nacion: “El Rosedal es uno de los patrimonio­s más importante­s de la Argentina, no sólo por el valor tangible que tiene, sino porque además ha sido restaurado. Nosotros, como partícipes de esa restauraci­ón, queremos que el Rosedal sea visitado por mucha gente durante todo el año”.

En este sentido, la especialis­ta explicó que estos espacios restaurado­s tienen lo que se conoce como un “número de carga”: cierta cantidad de personas que pueden estar juntas en el mismo lugar sin dañar el patrimonio ni exponerlo.

“El Rosedal podría arruinarse si se lo expusiera a tanta gente junta, porque es un sitio muy frágil. En lugar de hacer un llamado general masivo, lo ideal sería que la gente fuera de a poco. Un sitio patrimonia­l debería tener, además, actividade­s continuas durante todo el año, para que los vecinos lo conozcan, disfruten y valoren”, aclaró Berjman.

La poda en el Rosedal se lleva adelante durante el invierno para que los rosales florezcan sanos y con fuerza durante la primavera, en la época de floración, y alcancen su máximo desarrollo en octubre.

Tras la poda, los rosales reciben fertilizan­tes y complement­os que aseguran el bienestar de los casi 8000 ejemplares que crecen en este jardín, diseñado en 1914 por el paisajista Benito Carrasco.

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Gcba Cada año, vecinos se llevan rosas y gajos

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