La imperiosa necesidad de crear ambientes libres de obstáculos
Especialistas sostienen que los centros de habilitación deben ser “cómodos y accesibles”
El Instituto Rosell fue construido en 1941, época en la que no existía el concepto de la importancia de eliminar las barreras arquitectónicas para personas con discapacidad, como escaleras, columnas o canteros. Esto, sumado al deterioro del instituto, preocupa a los especialistas.
Rubén Rosales, secretario de Apanovi, Asociación Pro Ayuda No Videntes, una ONG dirigida por personas ciegas que funciona en el barrio de Boedo, asegura que un centro de rehabilitación para no videntes “tiene que estar especialmente adaptado para que la persona esté cómoda y pueda desplazarse sin obstáculos”.
Según Rosales, “cuando un adul- to ciego comienza a desplazarse solo es igual a un chico que aprende a caminar. Pero si está empezando a animarse, se cae y se golpea, vienen los miedos y se corre el riesgo de que vuelva todo lo que aprendió para atrás”.
Con el tiempo no sólo cambiaron las instituciones, sino también los métodos de enseñanza. Antes sólo se utilizaba el sistema de lectoescritura Braille, cuando hoy en día los chicos no videntes están prácticamente integrados al resto en las escuelas: allí estudian y se conectan entre ellos a través de los sonidos de los sistemas operativos de las computadoras, a las que llaman “las gallegas”, en alusión a la tonada española de los GPS.
En el mundo
El internado de ciegos prácticamente no existe en ninguna parte del mundo, ya que fue reemplazado por centros que protegen los derechos de las personas con discapacidad.
En España, los no videntes están agrupados en la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), una asociación que se sustenta a través del negocio de la venta de cupones de lotería, lo que les permite rehabilitarse con tecnología de avanzada, agruparse en un sindicato de ciegos y asegurarse una salida laboral.
Pero en la Argentina, además del Rosell, también hay instituciones que desde hace años vienen luchando por los derechos y la reeducación de las personas no videntes.
Entre ellas se destacan la Biblioteca para Ciegos, en el barrio de Almagro, que ofrece actividades culturales y deportivas, y la Escuela de Educación Especial Nº 34 Gral. San Martín, en Flores, donde desde hace más de 75 años se reeduca a personas no videntes de todas las edades, con distinto grado de ceguera.