LA NACION

lo QUE MARCA lA DIFERENCIA EN El JUEGo ES MI PASIÓN

- Texto Diego Morini | Foto EFE Euroliga, esa es la realidad.

tiene algo que no se entrena. No hay fórmula que pueda dar lo que él porta con tanta naturalida­d. A los 37 años tiene un fuego interno que lo transforma en un gladiador. Cuando grita es desde las entrañas, cuando salta lo hace con el alma, cuando juega al básquetbol es con pasión. Andrés Nocioni entiende que la vida debe transitars­e desde ese lugar. Es innegociab­le. Y eso se advierte en su voz cuando cuenta sus sensacione­s tras haber obtenido la tercera Copa del Rey consecutiv­a con Real Madrid tras vencer a Valencia por 97-95.

No sabe de términos medios, todo es intenso. No importan ya los minutos que le toquen jugar: para él cada segundo es importante. Así construyó su carrera. Llegó a Madrid en 2014, cuando el club merengue llevaba 20 años sin ganar la Euroliga y había perdido las dos últimas finales. Ese año conquistó la Supercopa española. En 2015 arrasó con todo: Euroliga (fue elegido MVP del Final Four), la Copa Interconti­nental y la Liga Española, título que ganó también en 2016. Y la Copa del Rey se multiplica en su vitrina: ya tiene tres con el Real (‘15, ‘16, y ‘17) y otras dos con Baskonia (2002 y 2004), donde también obtuvo la Liga en 2002. Un auténtico animal competitiv­o.

–Dijiste que estabas viejito, pero ganaste la tercera Copa del Rey y a los 37 años, ¿Te queda mucha nafta todavía?

–Me queda, aunque con menos trascenden­cia en mi juego en el Real Madrid. Pero me siento importante en el equipo. Es la tercera Copa del Rey que conseguí desde que llegué. Desde mi lugar intento aportar mi actitud, lo que hice en todos mis equipos. Busco darle energía en los momentos claves.

–Tenés menos protagonis­mo; sin embargo, en los cierres ante Andorra y Baskonia, el DT confió en vos cuando la bola quemaba, ¿eso mantiene alta tu confianza?

–Cuando el técnico confía en mí para esos cierres, me pone feliz. En los partidos anteriores a la final, el entrenador me dio esa responsabi­lidad y me salieron bien las cosas. Me siento orgulloso de haber podido rendir de la mejor manera en el momento que el equipo más lo necesitaba.

–Tu técnico (Pablo Laso) dice que sos importante en el equipo y que tu aporte es lo que te sale del pecho.

–Es algo natural, algo que uno tiene incorporad­o y tiene que ver con el ADN de querer ganar siempre, de ser competitiv­o, de luchar en cada torneo. Eso con la edad no se va perdiendo, no se pierden la ambición ni las ganas. Por eso tomé la determinac­ión de llegar al Madrid y por suerte me están saliendo muy bien las cosas. Estoy cumpliendo los objetivos que esperaba conseguir. Trabajo para esto.

–Cambia el cuerpo pero no la cabeza.

–La cabeza está igual. El cuerpo puede que esté un poco más agotado, más golpeado, pero la cabeza siempre quiere competir y, sobre todo, ganar.

–El transcurso del tiempo te obligó a cambiar tu juego...

–Uno va adaptando su juego y ofreciéndo­le al equipo lo que necesita en cada situación para poder ganar. El físico ya no es el mismo, hay que cambiar y buscar alternativ­as, por eso entiendo que me transformé en un jugador más de perímetro, un tirador, una especie de 4 abierto. Un poco por necesidad, pero siempre me adapté a lo que pedía cada equipo.

–¿Esperabas conseguir tantos títulos?

–Cuando llegué al Madrid no ganaba todos los años y la verdad es que haber podido cambiar eso es algo que me llena de felicidad. Haber ayudado junto con Ayon (Gustavo) y Maciulis (Jonas) a consolidar el equipo y haber podido encadenar varios torneos, me llena de orgullo. No esperaba ganar tanto; calculaba tener oportunida­des de títulos, pero es increíble la cantidad de títulos que cosechamos. Espero que no sean los últimos. La Copa del Rey tiene un valor grande para el grupo, pero nosotros nos armamos para ganar la

–Seguís en el más alto nivel, la cabeza está como siempre y tenés el mismo deseo de ganar, ¿la decisión de retirarte del selecciona­do te hace un poco de cosquillas?

–Es una situación especial, no podemos seguir tirando continuame­nte del carro. Estoy en el Madrid y sé que en este equipo lleva el protagonis­mo otra gente. Yo aporto cosas diferentes y en mis momentos. Y la verdad es que siento que en la selección ya terminó nuestro momento. Fue una decisión correcta y no me arrepiento para nada. Siempre estaré eternament­e agradecido a la selección argentina.

–¿Disfrutás igual después de tantos éxitos?

–Muchísimo. Uno trabaja muchas horas, deja a la familia largo tiempo, viaja por muchas ciudades y países. Son tantos los sacrificio­s que, cuando ganás, hay que disfrutarl­o. Uno no sabe cuándo puede ganar nuevamente otro torneo, no sabe cuándo va a jugar el último. Puede parecer que ganar tanto puede cansar; al contrario, siempre busco más. Festejamos un rato y a pensar en la Euroliga. Objetivo cumplido y a la página siguiente para tratar de buscar otro torneo.

–Se destaca siempre lo grande que es tu corazón, ¿qué te pasa con semejante reconocimi­ento?

–Me llena de orgullo. Todo hay que hacerlo con pasión. Entiendo que mi pasión es lo que marca la diferencia en muchas cosas. Dejo todo por mi equipo. Y eso se agradece. La gente puede perdonar errores cuando uno deja el ciento por ciento dentro del campo. El problema está cuando no ponés todo. Siempre, pero siempre dejo el 100% en todo. En cada equipo que estuve he dejado la marca de jugar con pasión.

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