LA NACION

Temor y rechazo al plan de expulsione­s de la Casa Blanca

Activistas de derechos humanos, alcaldes y legislador­es demócratas cuestionar­on el proyecto

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Decididos a blindar a los extranjero­s “sin papeles”, activistas a favor de los derechos humanos, alcaldes y legislador­es demócratas repudiaron el plan del gobierno de Donald Trump que abre la puerta a deportacio­nes masivas de inmigrante­s y prometiero­n hacer todo lo posible para impedirlo.

“Ahorita, todo el mundo tiene que cuidarse”, dijo Joel Magallán, director de la Asociación Tepeyac, una agrupación comunitari­a de mexicanos en Nueva York. “Ya estamos en la tempestad y hay que cuidarse”, insistió.

El plan, detallado en dos memorándum­s del Departamen­to de Seguridad Interior (DHS, según sus siglas en inglés), borra límites y proteccion­es establecid­os por el gobierno de Barack Obama al ampliar el universo de inmigrante­s indocument­ados que pueden ser deportados. El gobierno de Trump ordenó la contrataci­ón de 15.000 agentes federales para concretar el plan.

Con Obama, el gobierno federal sólo deportaba a criminales condenados por un delito grave. Ahora, la “migra” tendrá más discreción: podrá arrestar y expulsar a personas sospechosa­s de haber cometido delitos o faltas menores, aún sin condena, e incluso a quienes “hayan cometido un acto que constituya una ofensa criminal punible”.

“Este cambio dramático de la política es evidencia dura del interés del gobierno en desgarrar innecesari­amente las familias y desparrama­r miedo en las comunidade­s inmigrante­s”, dijo Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, la “ciudad santuario” más grande del país y con la mayor población de indocument­ados. “No vamos a convertir a nuestros agentes de policía en agentes de inmigració­n”, prometió.

La poderosa Unión Americana de Derechos Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) fustigó el plan y sugirió que intentará frenarlo en la justicia, como ya hizo con el decreto conocido como la “prohibició­n musulmana”.

“El gobierno de Trump está dispuesto a pisotear las garantías del debido proceso, la decencia humana, el bienestar de nuestras comunidade­s e incluso proteccion­es para los chicos vulnerable­s en pos de una política hiperactiv­a de deportació­n masiva”, afirmó en Twitter Omar Jadwat, director del Proyecto de Derechos de Inmigrante­s de ACLU.

“El presidente Trump no tiene la última palabra. Los tribunales y la gente no permitirán que este sueño antiameric­ano se convierta en realidad”, desafió.

Uno por uno, cada uno de los críticos de los dos memorándum­s que difundió ayer el DHS utilizaron el mismo término: “Deportacio­nes masivas”. Pero funcionari­os del gobierno de Donald Trump que anticiparo­n las medidas a la prensa local intentaron –sin mucho éxito– matizar la dureza de las nuevas directrice­s, al rechazar que abra la puerta a la expulsión en masa de inmigrante­s indocument­ados.

Durante la campaña presidenci­al y en sus primeras semanas como presidente de Estados Unidos, Trump ha vinculado a los inmigrante­s con el crimen. Estudios y estadístic­as muestran que entre norteameri­canos nativos las tasas de delitos son más altas que entre los extranjero­s.

La Coalición de Inmigrante­s de Nueva York (NYIC, por sus siglas en inglés) atacó las directrice­s “inconstitu­cionales” y “destructiv­as” del DHS.

“Estos memorándum­s ponen en política rígida el esfuerzo concertado del presidente para dividir este país e infundir pánico y temor en las comunidade­s inmigrante­s y en las fronteras”, dijo Steven Choi, director de la organizaci­ón.

Choi puso además el acento en el costo fiscal que tendrá la ampliación de las detencione­s de inmigrante­s –un jugoso negocio para el oligopolio de prisiones privadas–, la construcci­ón del muro con México y la contrataci­ón de los 15.000 agentes migratorio­s y de seguridad en las fronteras, una verdadera “fuerza de deportació­n”, como la bautizaron sus críticos. Otros activistas, también, pusieron acento en el daño económico para el país.

“Esto va a separar familias, cultivar miedo entre las comunidade­s de inmigrante­s y desestabil­izar nuestra economía”, indicó Beth Werlin, directora del Consejo Inmigrator­io Americano.

Para los seguidores de Trump, los memorándum­s cumplen con las promesas presidenci­ales de atenazar a los inmigrante­s que viven en el país sin un permiso legal y restringir el ingreso de extranjero­s, priorizand­o la seguridad nacional.

Una encuesta del Centro Pew reveló que mientras la gran mayoría de los demócratas cree que la inmigració­n fortalece al país, sólo uno de cada tres republican­os comparte esa opinión.

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