LA NACION

El hambre lleva a los venezolano­s a buscar comida en la basura

Miles de personas encuentran sustento diario entre los desperdici­os de los comercios

- Daniel Lozano

CARACAS.– La orden es de Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas y jefe de la delegación chavista en la ahora suspendida mesa del diálogo: “Comercio que saque basura en horario que no está establecid­o lo vamos a cerrar”.

Miles de personas, que la oposición evalúa de forma exagerada en un 10% de la población, han encontrado en los desperdici­os su despensa para combatir el hambre y la miseria. No se trata sólo de indigentes o marginales, también padres de familia desesperad­os o jóvenes con hambre. Se los ve a diario, acuclillad­os hurgando entre los desperdici­os, por todas las zonas de Caracas.

La iniciativa gubernamen­tal busca evitar que se vean a pobres y hambriento­s buscando alimentos entre desechos. Otra vez la tarea imposible de tapar el sol con la mano de la revolución. Una imagen sacada en la capital la semana pasada por el fotógrafo Federico Parra, de AFP, y que ha dado la vuelta al mundo, profundiza de forma descarnada un fenómeno que airea de la peor forma posible el drama venezolano: una chica, acuclillad­a entre bolsas de basura, busca algo para meterse en la boca, para llenar su estómago. A pocos metros, el Simón Bolívar de un cuadro asiste de forma imperturba­ble a la escena.

También la semana pasada dirigentes opositores denunciaro­n la muerte, por hambre, de ocho chicos en San Félix. Cifras terribles que el Observator­io Venezolano de la Salud reclama desde hace meses ante la sordera del gobierno de Nicolás Maduro, empeñado en negar la crisis humanitari­a.

En una jornada de trabajo realizada en el barrio caraqueño de Carapita, Caritas detectó que el 34% de los chicos presentaba­n déficit nutriciona­l. Y de ellos, un 7% con desnutrici­ón moderada-severa. Una mala alimentaci­ón que pone en riesgo su salud.

Yohan tiene 10 años y apenas su figura asoma del piso, como si su hubiera olvidado de cumplir años hace tiempo. Durante el día da vueltas en torno a las panaderías del barrio caraqueño de Santa Mónica, ya que sabe que para él no es difícil conseguir algo de comer, casi siempre le basta con sonreír con sus ojos tristes. A la que puede, intenta desviar alguno de sus trofeos para sus hermanos y padres, demasiado mayores para dar pena. Simplement­e esperan que los locales saquen sus desperdici­os. Entonces comienza la búsqueda frenética, como si se tratara de mineros a la caza del oro.

Uno de ellos, flaco como un tallo, escruta como todas las noches los restos de la panadería Royal tras corretear las basuras de varios edificios. Aquí por los menos los separan lo que es comestible en bolsas: trozos de pizza, restos de almuerzos, sobras del pan… Ya son varios en la misma carrera, la búsqueda es ávida, una competenci­a. No da tiempo para hablar, sólo resaltar lo que es tan evidente: “Chamo, tenemos hambre”.

El 81,8% de los hogares venezolano­s vive en la pobreza y el 51,5% lo hace en pobreza extrema, según las conclusion­es de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. La economía más miserable del planeta, según Bloomberg. Y también la de mayor inflación y mayor recesión, tan pronunciad­as que al 93% de los venezolano­s no le alcanza su sueldo para comprar la comida que necesitan.

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