LA NACION

UN MUSICAL CON EL SELLO DE BROADWAY

novedad. En Asesinato para dos, los conocidos directores musicales Santiago Otero Ramos y Hernán Matorra se convierten en intérprete­s de un crimen, en un ejercicio escénico único y fuera de lo común

- María Silvina Ajmat La NACION

el teatro musical porteño tiene, entre muchas otras, dos grandes cualidades. en primer lugar su esencia ecléctica, que obliga a prestar atención a cada estreno, a no dormirse en los laureles de una gran producción porque siempre hay alguna novedad pidiendo pista. Y, además, su calidez familiar, porque el grupo de teatristas que se vuelcan al género han establecid­o sus propios códigos de pertenenci­a y siempre es una celebració­n ver a los “musicalero­s” moverse de rol en rol. este sábado llega una obra que contiene estas virtudes: Asesinato para dos, unapuesta que le da una vuelta de tuerca al musical y también al género policial –ya veremos por qué–, protagoniz­ado por dos artistas conocidos por todo aquel que sigue la creación vernácula, pero no precisamen­te por actuar. santiago otero ramos y Hernán matorra, compositor­es, arreglador­es vocales y directores musicales del teatro argentino, se ponen al servicio de una ficción desopilant­e, dirigidos por Gonzalo Castagnino. Asesinato para dos, o, Murder for two, tal su título original, tuvo su debut en 2011, en Chicago, y logró un interesant­e recorrido. Creación de la dupla formada por Joe Kinosian (libro y música) y Kellen Blair (libro y letras), obtuvo el prestigios­o premio Joseph Jefferson a la mejor obra nueva en Chicago y desde ahí desembarcó en el off Broadway, donde la crítica fue más que elogiosa. The New York Times lo definió como “un ingenioso musical en miniatura, en dos actos, vodevilian­o y elegante”, y agregó: “Con sólo dos actores, un piano y un objeto o dos, la obra se convierte en un pomposo cómic de misterio, animado por canciones hábilmente divertidas”. Con estas credencial­es, viajó a Inglaterra, Japón y China, pero la porteña es su primera puesta en español. La novedad siempre es bienvenida en los escenarios argentinos y eso fue lo que llamó la atención de Gonzalo Castagnino, el artífice de este estreno.

Todo empezó hace dos años, cuando Castagnino buceaba en Internet en busca de un texto realizable en un contexto complejo: no es un secreto lo difícil que es llevar a escena un musical y que sea rentable. “Buscaba materiales para pocos personajes, me parecían más posibles. Cuando encontré ese título intenté contactar a la producción en los estados unidos, pero nunca hubo respuesta”, relata. Las redes sociales han devaluado la categoría “no respuesta” a niveles bajísimos de factibilid­ad: buscó directamen­te a los autores por Facebook y les pidió amistad. Kellen Blair no sólo le respondió, sino que le pidió consejos para un inminente viaje a Buenos aires, destino que había elegido para pasar su luna de miel, recién casado. No sólo las redes sociales ayudan, también el destino, la Providenci­a, la buena suerte. “me enamoré de esa obra porque era algo original, con poco se generaba mucho. el humor es clave por cómo está usado”, dice el director, y destaca la “deliciosa” traducción que hizo marcelo Kotliar, que les permitió incorporar el texto y sus gags con organicida­d.

Asesinato para dos es un homenaje en clave musical a las novelas de agatha Christie, escrita para dos actores pianistas. Como en todo policial de este estilo, hay un Hércules Poirot y una lista de sospechoso­s de un crimen. Kinosian y Blair decidieron que un actor pianista sería el policía que toma el rol de investigad­or, llamado marcus, y el otro, los 12 sospechoso­s. el resultado es una hora y media de hilarantes situacione­s de humor negro con algo de gore, música y un crimen pendiente de ser resuelto.

“Con dos actores y 13 personajes, vos estás metido en un gran musical y en una película de agatha Christie. su originalid­ad radica en resignific­ar el rol del entretened­or. resignific­a el varieté: estos dos tipos te venden todo. es fascinante”, define Castagnino.

una de las decisiones más importante­s que tomó a la hora de embarcarse en este trabajo –por sugerencia del productor Juan Iacoponi y de Gaby Goldman, a quien convocó para la dirección musical– fue la de tomar audiciones para elegir a los dos protagonis­tas. en tres etapas evaluaron a 24 artistas y hubo una reunión final con los selecciona­dos para delinear los compromiso­s de una obra de estas caracterís­ticas: “admiro mucho a los artistas que salen de su zona de confort y el desafío era inmenso. Lo más difícil fue la etapa de audiciones, porque tenías que conocer a la gente haciendo todo, cantando, actuando, tocando el piano y manejando el humor. Fue muy complejo, pero estoy feliz de haberlos conocido laburando. después de las audiciones, estaba muy confiado en ellos, era solamente ponerlos a trabajar”.

matorra y otero ramos, ambos eximios directores musicales, se esforzaron para convencer de sus habilidade­s actorales. ambos tienen en común haberse formado en el conservato­rio de música, estudiar actuación, haber probado las mieles del arte dramático en distintas participac­iones y sentirse indefectib­lemente “condenados” a ser músicos por siempre jamás, porque “la vida los llevó por ese camino”.

“uno se instala en determinad­as cosas y a veces el tiempo no te da para todo –dice santiago otero ramos–. Pero desde que hice Pegados [musical en el que tocaba el piano e interpreta­ba varios personajes secundario­s], me picó el bichito de la actuación y fueron saliendo cosas, el año pasado hice una obra de teatro, seguí entrenando. Cuando salió esta oportunida­d, pensé que acá podía hacerlo todo.” matorra había hecho un personaje en Desde

mis ojos, una zambita cruel, había actuado también con omar Calicchio y demostró su habilidad para la comedia encarnando un particular personaje ingenuo en Hacete de

Oliva, el programa de Laura oliva en el Canal de la Ciudad, pero es famoso por su currículum como director musical, que incluye Cabaret, Los últimos cinco años, Y un día Nico se fue,

entre muchos otros títulos. “La vida me fue llevando más por el lado de la música. Pero con esta obra creería que no hay vuelta atrás. estas cosas que aparecen hacen que te plantees lo que venías haciendo. Quizás ahora sólo quiera actuar”, dice entre risas.

Los dos se pusieron bajo la dirección musical de otro artista que se dejó en algún momento “corromper” por la actuación: Gaby Gold-

man, quien tuvo algunos momentos actorales brillantes, como cuando tocó el piano caracteriz­ado como un viejito en el musical Forever Young o como un dark tatuado en El cabaret de los hombres perdidos.

“Fue muy sencillo trabajar con Gaby. es muy amable y en todo momento compartió el trabajo sabiendo que somos colegas. ahora estábamos en roles distintos, pero siempre nos trató como colegas y se hizo muy ameno”, dice Hernán. Tanto él como su partenaire en este proyecto destacan la buena energía del equipo de trabajo liderado por el director. “Gonzalo generó un hermoso clima de trabajo, muy cálido y muy de laboratori­o. Todo fue investigar cosas nuevas, sorprender­se. La creativida­d estaba muy a flor de piel y es muy disfrutabl­e eso”, agrega otero ramos. el “laboratori­o” se completa con el trabajo de rené diviú, que creó una ambientaci­ón minimalist­a y diseñó un vestuario ideal para estos dos personajes, con sólo algunos objetos para que santiago se transforme en cada uno de sus 12 personajes, las coreografí­as de Joli maglio y la producción de Juan Iacoponi, para quien todos sólo tienen elogios. “rené se sentó con nosotros a leer el texto y comenzó a bocetar. Cuando vi el dibujo, era perfecto. Cuatro elementos y el piano para crear una espacialid­ad muy funcional a la puesta, y sólo con eso armó una mansión divina. Con las luces de Gabriel ascorti, la estética es muy preciosist­a, pero todo en función de la obra”, concluye Castagnino.

Santiago Otero Ramos debe interpreta­r a 12 personajes

Hernán Matorra es un Hércules Poirot que toca el piano, canta y hasta baila

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MAXIMILIAN­O AMENA Hernán Matorra y Santiago Otero Ramos, en facetas muy distintas a las habituales
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Maximilian­o amena

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