LA NACION

A troche y moche

- Graciela Guadalupe

“Miramos a las mujeres como nuestras hermanas y sentimos la responsabi­lidad de abrirles nuevas oportunida­des de trabajo.”

(De un príncipe saudí, al inaugurar un consejo de mujeres sin mujeres.)

El príncipe Faisal bin Mishal bin Saud, de una provincia de Arabia Saudita, inauguró un consejo de mujeres... sin mujeres. Ni la suya lo acompañó en el acto. Y eso que es la presidenta del consejo. En cambio, asistieron 13 varones, que aseguraron tratarlas como hermanas y les prometiero­n mayores oportunida­des de trabajo. Estupor en buena parte del mundo, menos entre nosotros, tan acostumbra­dos como estamos a convivir hasta con lo más extraño.

Un breve –y por ello incompleto– repaso nos pone en tema. Entre otras curiosidad­es, acá tuvimos y tenemos: ●Un ministerio de Educación sin escuelas ni docentes. ●Aparatos de inteligenc­ia bastante burros. ●Un cura sin recursos en la secretaría de lucha contra la droga y un rabino sin experienci­a diligencia­ndo el medio ambiente. ●Una arquitecta egipcia reencarnad­a en abogada exitosa y vuelta a reencarnar en la tuitera más famosa que trasiega Comodoro Py. ●Tenemos a Heidi en pleno bosque tirándoles pochoclos a las fieras, y a La Tota practicand­o yudo con los “papers” en la embajada de Panamá. ●Damos crédito y avales a “juventudes” políticas con jefes que superan largamente los 40 años. ●Nos sobran narcos gerenciand­o Estados, y piqueteros y encapuchad­os gerenciand­o el tránsito. ●Aplaudimos a una abogada hot que baila en un concurso después de haber renunciado por supuesto acoso sexual a la defensa del López más conocido de la guía telefónica: el famoso lanzador celestial. ●Apechugamo­s frente a un preceptor que azuza a maestros y a maestros que se dejan azuzar. ●Convivimos con poliladron­es, alumnos justiciero­s, victimario­s que se victimizan y víctimas de delitos horripilan­tes atacadas por tardíos y selectivos síndromes de Estocolmo. ●Tenemos hasta un católico ferviente batiendo a duelo a un juez, al Guasón viviendo en la Baticueva y a la Biblia rendida ante el calefón.

Que el primer consejo de mujeres de un lejano reino se haya lanzado sin la presencia de mujeres es una migaja, una menudencia en la tierra del hombre del fin del mundo que, vestido de blanco, reparte bendicione­s a troche y moche desde la cima de la mayor distribuid­ora de rosarios del planeta.

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