Por qué hay firmas de bajo costo y firmas de alto costo
¿ Por qué hay aerolíneas “de alto costo” y otras “de bajo costo”?, es la pregunta que surgió en la Argentina cuando el Gobierno autorizó a tres empresas de bajo costo a ofrecer sus servicios en el mercado local. ¿Hay también pizzerías o librerías de alto y bajo costo, o esto sólo se verifica en el caso de las aerolíneas? ¿Cómo se explica la diferencia? ¿Cómo hacen para sobrevivir los oferentes de alto costo?
Sobre este tema conversé con el norteamericano ronald William Shephard (1912–1982), quien con la dirección de Oskar Morgenstern escribió Funciones de
costos y de producción, una obra crucial publicada en 1953, que completó con otras dos que vieron la luz en 1970 y 1974. Fue el primero que derivó rigurosamente una dualidad entre las funciones de producción y de costos.
Francisco Valsecchi enseñaba en los cursos de microeconomía que en el corto plazo en un mercado competitivo la curva de oferta tiene pendiente positiva, mientras que en el largo plazo es una horizontal. ¿A qué se debe esto?
La curva de oferta de corto plazo tiene pendiente positiva, es decir que los oferentes sólo aumentarán su nivel de producción si pueden venderla a mayor precio, porque las máquinas y el tamaño de las fábricas están dados y el aumento de la producción sólo se consigue contratando más operarios para que operen sobre determinada cantidad de equipos, mientras que a largo plazo es horizontal porque los oferentes que utilizan máquinas más viejas, o métodos de gerenciamiento menos adecuados, copian al eficiente para no quedar desplazados. –¿No será, como dijo John Maynard Keynes en la década de 1920, que en el largo plazo estaremos todos muertos? –Buen punto. En economía, largo plazo quiere decir que lo que hoy observo no tiene por qué repetirse en el tiempo, porque puede depender de restricciones transitorias. Alguien puede explicar un fracaso momentáneo, porque no se le dieron las circunstancias, pero difícilmente se pueda explicar el fracaso de una vida por esa razón. La historia se compone de ajustes hacia el largo plazo y novedades; en su país ocurren tantas cosas en cada momento que el ajuste de largo plazo no siempre sirve para explicar la realidad. –¿Qué tiene que ver todo esto con las aerolíneas de alto y de bajo costo? –Freddie Laker, en la década de 1960, transportaba personas entre las ciudades de Nueva York y Londres cobrándoles la mitad que el resto de las aerolíneas. Sin servir nada abordo ni reservar lugar o asiento. Su éxito inicial terminó en quiebra, cuando sus competidores redujeron la tarifa de ese trayecto, pero no las del resto. Pero Laker terminó con el monopolio de la IATA, y a su acción le debemos la fortísima caída del precio relativo de los pasajes aéreos. Las aerolíneas de bajo costo son uno de los subproductos de aquella revolución. –¿Puede explicarse una fuerte reducción de las actuales tarifas aéreas por las galletitas y gaseosas que se sirven a bordo o por la cantidad de azafatas que viajan con los pasajeros? –¿Usted está sugiriendo que para ingresar al mercado argentino las aerolíneas de bajo costo consiguieron ventajas impositivas, combustible subsidiado o un régimen laboral distinto del que rige para las empresas ya establecidas? –No sugiero nada, sino que pregunto, y agrego: ¿qué harán las empresas de aeronavegación que ya operan en la Argentina cuando comiencen a funcionar las de bajo costo? –Difícilmente se limiten a observar cómo una porción de sus pasajeros comienza a viajar por las aerolíneas de bajo costo. Pero la acción que emprendan dependerá de por qué se incorporaron a la oferta las aerolíneas de bajo costo. Una alternativa es que las empresas que hoy existen también creen aerolíneas de bajo costo; otra, que algunos de los pasajes sean vendidos a menores tarifas. A propósito: ¿cuántas tarifas diferentes existirán hoy en un vuelo que transporta, digamos, 200 pasajeros? Apuesto a que por lo menos 30. –¿Y si las nuevas empresas consiguieron ventajas? –Entonces les pedirán a las autoridades que les equiparen las condiciones en las cuales se compite. –Don Ronald, muchas gracias.