En el estreno oficial de Holan como DT, Independiente mereció el triunfo, pero falló porque juega con temor a fracasar
El prolongado receso de verano hizo de Independiente un equipo trabajado, prolijo, pero falto de rodaje. El caldo de cultivo que se generó durante los últimos 91 días, desde la noche en la que Gabriel Milito renunció a su cargo, hizo que las expectativas fueran desmedidas. Mucho más luego de la confirmación de Ariel Holan, un entrenador que llegó al club como una incógnita, y de los fichajes de Walter Erviti, Emmanuel Gigliotti y Nery Domínguez (que anoche no pudo jugar porque aún no fue habilitado), que oxigenaron a un plantel desgastado. Pero el conjunto, en su primer partido oficial del año, se sintió examinado hasta el detalle. En ese contexto nadie quiso alejarse del plan por temor a fallar. Aunque Independiente fue superior a San Martín, el empate fue la confirmación de un dogma: los equipos –se sabe– se construyen recién durante la competencia.
Ofensivo pero estéril, Independiente –sobre todo durante el primer tiempo– fue un conjunto atado a la teoría pero sin rupturas ni imprevistos, once jugadores que optaron por seguir el manual a la perfección pero sin sorpresa, algo determinante para abrir partidos cerrados como el de ayer. Con San Martín saturando su propio campo, los Rojos fueron inofensivos.
Independiente empezó con una joven defensa de cuatro (Bustos, Figal, Franco y Tagliafico), dos mediocampistas centrales (Rodríguez Berrini y Erviti), dos conectores por las bandas (Rigoni y Togni) y dos centrodelanteros (Gigliotti y Albertengo). Holan decidió poner énfasis en el juego exterior, por lo que el centro del campo quedó despoblado. El local se hizo ancho, pero largo. Mientras Rodríguez Berrini, el volante más retrasado, se metía entre los centrales para formar una línea de tres e incentivar a que los laterales pasaran al ataque con soltura –algo que hicieron muy bien–, Erviti se quedó lejos del arco contrario, solo, perdido, con pocas opciones para jugar corto, su arma letal.
Recién a los 30 minutos, cuando el duelo iba a velocidad crucero, Holan vio que el sistema pedía algunos retoques. Como San Martín atacaba poco, decidió que Rodríguez Berrini se adelantara algunos metros y Erviti, en consecuencia, se posicionara casi como un enlace, donde mejor trabaja. Con ese movimiento táctico el anfitrión mejoró.
A diferencia de lo que buscaba Milito, este Independiente es directo, sin tanta elaboración y sin miedo al pelotazo. Muchas veces el envío largo fue la alternativa que siguieron los jugadores para salir del bosque de piernas que sembraron los sanjuaninos.
Más tarde, Independiente tuvo otra actitud y, durante varios momentos, encontró el funcionamiento que no había tenido en la primera parte. El entrenador hizo dos cambios positivos: Barco, que reemplazó a Albertengo, entró para ayudar a Erviti, y Benítez, en lugar de Togni, profundizó la búsqueda por la izquierda. El juego se hizo más corto y las oportunidades fueron llegando. Cuando faltaba poco más de 20 minutos, Gigliotti abrió fuego y estuvo cerca. Cruzó un remate que dio en el palo izquierdo del arco de Ardente, luego de una buena conexión. Benítez, sobre el final, tuvo otro disparo en un poste, esta vez en el derecho. la última jugada fue toda del arquero de San Martín, que desvió un gran cabezazo de Tagliafico. Fueron las más claras del estreno del Independiente de Holan, un equipo en construcción.