El peso se devaluó y sigue a contramano de la región
truco. En el mercado creen que el BCRA compraría los dólares que ingresen para evitar el atraso cambiario
El peso se devaluó 0,45% promedio frente al dólar ayer, con lo que acumula tres ruedas moviéndose a contramano del resto de las monedas regionales, que operaron estables o subieron frente a esa divisa. En el mercado creen que esa diferencia resulta de una jugada oficial para no resignar más competitividad por la vía cambiaria, ante una economía que, al volver a marcar un fuerte diferencial de inflación con el exterior, ya la malogra por esa vía.
La idea consistiría en instalar el temor a un cambio de estrategia para “generar la sensación de un piso para la cotización del dólar”, explicó el economista Claudio Zuchovicki, ante una versión que indicaba que el BCRA compraría las divisas que ingresen por emisiones oficiales de deuda por una “ventanilla B”, para evitar que impacten en el precio del billete.
La conducta del peso se disoció de sus pares regionales cuando se activó una nueva oleada de debilitamiento global del dólar, tras ratificar la Reserva Federal de Estados Unidos un plan gradualista para subir las tasas.
Por esos días, el dólar en la plaza local testeó un piso de $ 15,54 en el segmento mayorista, que paso a paso comenzó a dejar atrás, hasta cerrar la semana a $ 15,58, entonándose un poco aun cuando en países vecinos se devaluaba. Esa tendencia se confirmó ayer, al escalar el billete hasta $ 15,70 antes de retraerse y cerrar a $ 15,65, lo que supone otra devaluación del peso del 0,45%, en una jornada de alzas para el real (0,6%), el peso chileno (0,3%), el sol peruano (0,2%), entre otras monedas. Esto es lo que está detrás también del avance de $ 15,81 a $ 15,93 en el precio de venta promedio al público desde entonces.
Otro hecho coincidente es que, desde el jueves, el BCRA dejó de informar los valores de cierre del dólar mayorista y de referencia: lo reemplazó por la evolución del índice de tipo de cambio real multilateral (TCRM), un indicador más certero a la hora de evaluar la competitividad, pero al que las autoridades suelen apelar cuando la relación peso/dólar vuelve o incluso perfora el aún traumático nivel del 1 a 1. Desde ese día, el país no deja de recuperar competitividad cambiaria.