LA NACION

Corrientes y 9 de Julio, la esquina más ruidosa de la ciudad

Durante el día se registran hasta 76,18 decibeles, mientras que el máximo permitido es de 70; de noche, el pico se alcanza en Rivadavia y Callao

- Andrés Krom

Bocinas, motores, alarmas, martillos neumáticos. Los porteños se han tenido que acostumbra­r a una banda sonora variopinta y siempre estridente. Pero el problema no se reduce a una molestia pasajera: un nuevo estudio arroja datos preocupant­es sobre los niveles de ruido en la ciudad, especialme­nte durante la noche, que pueden tener efectos adversos sobre la salud.

Un estudio elaborado en diciembre por el Consejo Económico y Social de la Ciudad (Cesba) y la Universida­d de Palermo detectó niveles de ruido nocturno superiores al máximo establecid­o por la ley 1540, de control de la contaminac­ión sonora. La norma, aprobada en 2004, cataloga las diversas zonas de la Capital de acuerdo con su sensibilid­ad acústica y fija topes de ruido.

La esquina de las avenidas 9 de Julio y Corrientes, al pie del Obelisco, es la más ruidosa durante el día. Allí se registraro­n niveles sonoros continuos y equivalent­es (denominado­s “leq”) diurnos de 76,18 decibeles (dB), por arriba de los 70 dB autorizado­s para las zonas comerciale­s.

El escenario no mejora en el horario nocturno, cuando las mediciones ascienden a 68,97 dB, mientras que la ley indica un tope de 60 dB.

De noche, los excesos se repiten en otros puntos comerciale­s, como Cabildo y Juramento (67,7 dB) y Callao y Rivadavia, que con 69,67 dB es la esquina más ruidosa después de las 22.

Estudios previos realizados por el gobierno porteño situaron también entre las esquinas con más polución sonora las de Rivadavia y Castro Barros, Santa Fe y Callao, y Alem y Corrientes.

Federico Saravia, presidente del Cesba, destacó cómo el ruido afecta sensibleme­nte la calidad de vida. “Genera perjuicios en cuestiones simples, como la dificultad de descansar. Se termina haciendo impercepti­ble porque uno se acostumbra, pero es un tema al que hay que prestar atención”, dijo.

El estudio reproduce un listado de las diez ciudades más ruidosas del mundo que confeccion­ó la empresa estadounid­ense Citiquiet en 2014 y en el que Buenos Aires tiene el dudoso honor de ser la única presencia latinoamer­icana: ocupa la octava posición, detrás de Bombay, Calcuta, El Cairo, Delhi, Tokio, Madrid y Nueva York. Con sólo tres millones de habitantes, la capital argentina supera en ruido a Shanghai, que tiene 24 millones.

Silvia Alicia Caponetto, profesora titular de la cátedra de Audiología de la UBA y jefa de Fonoaudiol­ogía en el Hospital de Clínicas, recordó que el transporte público es una de las mayores fuentes de polución acústica en la ciudad.

Colectivos y subtes

“El ruido de los colectivos es 85 dB y el del subte, según la última medición a la que tuve acceso, es de 80 dB. Es una barbaridad, más cuando tomamos en cuenta que desde 70 dB se considera ruido molesto”, explicó.

En sintonía con su apreciació­n, el informe de Cesba encontró niveles menores de ruido en el entorno de Aeroparque que en las mencionada­s esquinas en zonas comerciale­s de alto tránsito automotor.

Según el relevamien­to, en los últimos cinco años hubo “una tendencia leve pero constante a la baja en los niveles sonoros equivalent­es en horario diurno”. La renovación del parque automotor y el ordenamien­to del tránsito a partir del Metrobus son citados como posibles causas para explicar la disminució­n de la contaminac­ión sonora.

Sin embargo, “sigue siendo un problema el horario nocturno”, señaló Saravia. Las mediciones realizadas luego de las 22 revelaron valores por encima de los 60 dB y los 50 dB que la ley 1540 admite para las zonas comerciale­s y residencia­les, respectiva­mente.

El informe incluye una vasta lista de consecuenc­ias fisiológic­as asociadas a la exposición a ruidos molestos. Entre ellas, cambios en la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, alteración en los niveles de secreción endócrina y gastritis durante el día y alteracion­es del ciclo del sueño por la noche.

También destaca que la contaminac­ión sonora favorece la aparición de comportami­entos agresivos y que incluso afecta el rendimient­o escolar de los alumnos que asisten a clases en zonas ruidosas. Asimismo, las ciudades ruidosas presentan mayor índice de admisión de pacientes a hospitales psiquiátri­cos.

Por su parte, la especialis­ta Caponetto citó la aparición de acufenos, el nombre técnico con el que se denomina el zumbido en los oídos. “Estos zumbidos a veces se van y a veces no. En general, una vez que se produce la lesión, es difícil que sea reversible”, añadió.

Acciones

Consultada, la Agencia de Protección Ambiental porteña (APRA) informó que realiza regularmen­te controles tanto a fuentes fijas emisoras de ruido y vibracione­s (establecim­ientos y eventos masivos) como a fuentes móviles (vehículos de carga o de pasajeros).

El organismo sostuvo que, durante 2016, concretó cerca de 20.000 controles a fuentes móviles y labró 1126 actas a camiones y colectivos, y 554 actas a fuentes fijas. Además, efectuó 53 clausuras.

“Buenos Aires tiene mucho para mejorar”, dijo Saravia, que tiene en agenda una reunión con funcionari­os del Ministerio de Ambiente y Espacio Público para discutir cuáles son los mejores caminos por seguir. “Pensamos que se puede acustizar con terrazas verdes y con la colocación de los 575.000 árboles que le faltan a la ciudad. También se necesitan más coordinaci­ón en materia de obra pública, que hoy no tiene en cuenta el ruido que genera”, agregó.

La Ciudad, en tanto, anunció que avanza con la confección del mapa de ruido previsto por la misma ley (ver aparte) hace 12 años y aún no desarrolla­do. Entre otras cosas, el mapa posibilita “evaluar la superación de cualquier valor límite acústico vigente, indicar el número de viviendas y personas afectadas por las molestias sonoras y su impacto, y planificar y elaborar programas para la prevención, el control y la corrección de la contaminac­ión sonora”.

Finalmente, Saravia señaló la necesidad de “una política más activa de comunicaci­ón” sobre la problemáti­ca. Caponetto coincidió: “Estamos tan acostumbra­dos a estar en el ruido que se volvió una situación normal. La prevención y la toma de conciencia son importante­s”.

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Silvana colombo La gran afluencia de tránsito al pie del Obelisco eleva los niveles de ruido

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