LA NACION

la vuelta al mundo del gol

lucas galán llegó a platense después de jugar en guatemala, líbano y arabia

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¿ Es verdad que en Arabia no podés hablar con las mujeres? ¿Pero en Líbano no están en guerra? ¿Cómo son las canchas de la B en Guatemala? Desde enero, los relatos sobre lugares remotos se hicieron moneda corriente en el vestuario del estadio Ciudad de Vicente López. “Los compañeros me preguntan mucho sobre todo lo que viví”, dice Lucas Galán, mendocino de Guaymallén, 28 años de edad y flamante refuerzo de Platense. “En cierto modo siento que me ven un poco como bicho raro”, cuenta. No es para menos. No todos los días se comparte el camarín con el doble máximo goleador de la liga de Líbano o el artillero que permitió con sus tantos el ansiado ascenso del Deportivo Coatepeque a la máxima categoría del fútbol guatemalte­co.

–Lo de Guatemala, que fue donde empezó tu carrera por el mundo, es dentro de todo más sencillo de entender pero, ¿cómo termina alguien jugando en Líbano?

–De Guatemala me fui a Grecia y en 2014 estaba en el Kallithéa, de Segunda. Atenas es mi lugar en el mundo. Me había ido muy bien, incluso tenía ofertas de equipos de Primera. Pero el país estaba en medio de una crisis económica, llevaba varios meses sin cobrar y sabía que podía pasarme lo mismo en cualquier otro club. Me acercaron la idea de Líbano, dos años de contrato, buen dinero y un equipo –Salam Zgharta– que ese año jugaba la Champions de Asia.

–¿Sabías algo de Líbano y de su fútbol?

–No, nada. Solo había pasado un argentino por ahí pero fue hace mucho tiempo y no pude descubrir quién era.

–¿Y te fuiste a ciegas?

–Pedí viajar y estar una semana con la condición que no firmaba si no me gustaba. Pero me encontré con algo totalmente distinto. Sí que se ven edificios destruidos, porque hace diez años tuvieron una guerra terrible, pero antes de eso Beirut era el Dubai de hoy, y ahora se recuperaro­n bastante.

–Entonces la adaptación fue más o menos fácil...

–No tanto. Zgharta es una ciudad provincial, una especie de pueblo. La vida era muy aburrida. Pero salí goleador del campeonato (20 tantos en 28 partidos) y me fichó el AlAnsar, un club más grande y de Beirut.

Galán mantuvo su relación con el gol en el nuevo club. Marcó 19, que le valieron para renovar el Pichichi libanés y llamar la atención del fútbol saudí, el más poderoso de la zona. Su nuevo destino fue el Al-Ta’ee, un equipo con sede en la ciudad de Haíl, a más de 500 kilómetros de Riad, la capital. “Me fue bastante bien, hice seis goles en 14 partidos, pero el tema cultural se hizo muy duro. Mis días consistían en llegar al entrenamie­nto cinco minutos antes, terminar, volver al departamen­to y estar metido ahí”, recuerda. “El problema no era ese lugar sino las normas. No existen los cines, los restaurant­es cierran temprano, no hay bares, en los shoppings no dejan entrar a hombres solos para evitar que se junten con las mujeres… Para colmo, el equipo no iba bien, y terminé con la cabeza quemada. Así que me vine a pasar las vacaciones, me llamó Omar [Labruna], me explicó el proyecto de Platense, y aunque todavía tenía contrato decidí volver. Gracias a Dios se pudo arreglar y ahora estoy acá, cerca de mi familia y con ganas de disfrutar de esas cosas que tiene el fútbol argentino y que no se encuentran en ningún otro lado”.

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