LA NACION

floresta y el sueño de la cancha propia

- Texto Fernando Vergara | Foto Rodrigo Néspolo para la nacion

J onathan vive en la villa 1-11-14, en Bajo Flores. Como un hábito, todos los martes y jueves sale de su casa a las 19. Camina unas cuadras hasta la parada del 50. El joven de 20 años lleva encima lo puesto, lo mínimo indispensa­ble. No quiere pasar por otro susto y que al regresar del entrenamie­nto, pasadas las 22, le roben nuevamente su ropa deportiva. Algo de plata, las llaves del hogar y la tarjeta SUBE serán su compañía hasta llegar a la práctica de Floresta Rugby Club. Se colocará la indumentar­ia, sudará con felicidad durante dos horas y al finalizar la jornada sus compañeros le guardarán la ropa hasta la práctica siguiente, para no sufrir imprevisto­s.

Desde enero, Jonathan jamás faltó a un entrenamie­nto. Ama este deporte que conoció hace apenas un puñado de meses. “Fue lo mejor que me pasó en la vida. Yo nunca había estado en un club, ahora hice nuevos amigos que me ayudan en todo. Fue un cambio muy grande y me siento como en casa”, cuenta a la nacion.

Jonathan y su historia forman parte del mundo que rodea a Floresta Rugby Club, una institució­n sin sede que ayuda a sacar a chicos de la calle y que hoy busca un lugar propio para no desaparece­r. Para FRC el tiempo se agota: si en octubre de 2017 no cuentan con su propio espacio, serán excluidos de la URBA, donde militan en el Grupo III. “La ley rige desde 2016 pero presentamo­s un escrito y ganamos un año”, explica Juan Marchetti, presidente de la entidad.

El sueño de FRC empezó en 2005 e ingresó como invitado a la URBA en 2008. La función social del club apunta a la contención e inclusión de jóvenes que habitan en zonas vulnerable­s de la ciudad. “Una buena parte de los jugadores proviene de barrios humildes como Ramón Carrillo, la 1-11-14 o Cildáñez”, detalla Marchetti. Desde su comienzo, al no contar con una cancha propia, juegan de local en sedes prestadas. En la actualidad, Floresta Rugby entrena en el Polideport­ivo de Parque Avellaneda, en Lacarra al 1200. El pedido que hacen desde el club son las denominada­s “Canchas Peuser”, un sector situado en el fondo del Parque, al límite con la Autopista Perito Moreno. “Nosotros solicitamo­s una cesión parcial del predio por diez años, para usarlo puntualmen­te en entrenamie­ntos y fechas de partido”, indica Marchetti. “Este lugar está casi abandonado. Si lo acondicion­amos también podrían utilizarlo las escuelas del barrio”, agrega. La intención de Floresta en esas dos hectáreas es construir una cancha de rugby y otra de hockey.

La Ley Nº 1.153 declaró al Parque Avellaneda como una unidad ambiental y de gestión y reconoció a la Mesa de Trabajo y Consenso (MTC) como instancia de participac­ión abierta. Hacia allí irán el próximo lunes los representa­ntes de Floresta con su propuesta. “Se hace hincapié en la inclusión, tenemos personas con diferentes situacione­s de vida, con problemas familiares de todo tipo. Acá no importa el peso, la edad, nos interesa ser solidarios” apunta el capitán Gonzalo García Lofriego. Este año, al equipo se incorporar­on algunos chicos sordomudos. “El entrenador Gastón Carracedo y sus colaborado­res hacen una tarea especial con ellos. Trabajan con señas, no se deja a nadie de lado”, añade García Lofriego.

La movilizaci­ón de Floresta rugby se trasladó a diversos ámbitos: el último sábado estuvieron juntando firmas en el encuentro de la B Nacional entre All Boys y Almagro. “El 80 por ciento de la gente del barrio está al tanto del asunto”, explican. García Lofriego sigue aportando historias valiosas y emotivas: “Hace unos meses unos juveniles se fueron de gira a Mar del Plata. Uno de los integrante­s nunca había estado en el mar. Lo llevaron especialme­nte y fue algo impresiona­nte, no se puede explicar la alegría que tenía ese chico. Si esa no fue la mejor experienci­a de su vida, pega en el palo”, relata.

Más allá del amor por el rugby, un sentimient­o generaliza­do en Floresta es la ausencia de un lugar de pertenenci­a. No desean vivir de “prestados”. En este

caso, no sólo entrenan un deporte específico: moldean valores, cumplen un objetivo social y constituye­n un factor de integració­n. “No queremos quedar afuera del rugby, no queremos desaparece­r. Creemos que nuestra función en el barrio es importante. Alquilar una cancha nos costaría 20 mil pesos por mes y no los tenemos. A este ritmo estamos destinados a la desafiliac­ión”, lamenta Marchetti.

El espacio propio le daría un valor agregado al sentido de pertenenci­a por la camiseta. También, brindaría una posibilida­d para que los jóvenes se sientan contenidos y cuidados. “Muchas veces los chicos llegan y te cuentan los problemas que tienen en la escuela o en su casa. Acá siempre hay alguien para escucharlo­s”, remarca García Lofriego.

Hoy, Floresta Rugby cuenta con 200 jugadores y aseguran que con su propia área llegarían a los 500. Sueñan con sumar otras 500 mujeres, en hockey. Si consiguen su sitio en Parque Avellaneda los albinegros prometen reformas, la colocación de vestuarios y un quincho para el tercer tiempo, que a su vez albergue a los chicos en sus cumpleaños. “Este proyecto podría ser mucho más grande de lo que es”, asegura Marchetti. Por otra parte, el presidente del club aclara: “Nos han ofrecido trasladarn­os a la provincia aunque lejos del barrio perderíamo­s el sentido de pertenenci­a. Desde 2011 a 2013 estuvimos en Open Door pero apenas lo usábamos cuatro veces por mes. Además, la Fundación Felices los Niños nos habló de un terreno en Hurlingham. La logística sería imposible y queremos a los chicos en el club todos los días, no una vez cada tanto”.

Son casi las 22 en Parque Avellaneda. Jonathan, wing de vocación, ya dejó de correr por las bandas. Se prepara para regresar a casa. Su foto de perfil en WhatsApp descubre su cariño por el rugby: se divisa a Nicolás Sánchez tackleando de frente al histórico sudafrican­o Bryan Habana. “Mi sueño es ver crecer a Floresta Rugby y que yo pueda estar con ellos. Es el mejor equipo. Cuando voy al piso, cansado, me ayudan a seguir adelante. Me piden que me pare y no afloje, como en la vida misma”.

“NO QUEREMOS QUEDAR AFUERA DEL RUGBY, LA FUNCIÓN DEL CLUB ES IMPORTANTE” JUAN MARCHETTI PRESIDENTE DEL CLUB

“TENEMOS PERSONAS CON DIFERENTES SITUACIONE­S DE VIDA. ACÁ NO IMPORTA EL PESO O LA EDAD, NOS INTERESA SER SOLIDARIOS” GONZALO G. LOFRIEGO CAPITÁN DEL EQUIPO DE RUGBY

 ??  ?? Jonathan flores, el wing de frC que vive en la villa 1-11-14
Jonathan flores, el wing de frC que vive en la villa 1-11-14

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina