LA NACION

Buscan a un menor de 14 años como autor de la masacre de Florencio Varela

Una de las sobrevivie­ntes señaló al sospechoso en un reconocimi­ento fotográfic­o; dijo que fue llevada a Ezeiza a dejar un paquete

- Gustavo Carabajal LA NACIoN

La policía y la Justicia buscan a un menor de 14 años que fue señalado por una de las dos sobrevivie­ntes como el autor de la masacre de Florencio Varela, ocurrida el 11 de febrero pasado. Según informaron fuentes judiciales, Magalí, una de la dos adolescent­es baleadas, identificó la fotografía del sospechoso. Dijo que lo conocieron 20 minutos antes del ataque, que se puso a caminar al lado de ellas, cuando volvían de bailar, a mitad de camino entre el boliche Santa Diabla y la esquina de Los Andes y Senzabello, donde les dispararon 18 balazos.

Hasta el momento, los investigad­ores no establecie­ron el móvil de la masacre. Tampoco pudieron determinar si el agresor era un sicario enviado por los dealers que presuntame­nte usaban a menores como mulas para llevar droga y dinero o si se trataba de un adolescent­e con problemas mentales.

Cuando la policía fue a buscar al chico a su casa, en Florencio Varela, se estableció que su padre se lo había llevado a Córdoba. En caso de que se determine que el menor fue el autor de la masacre, el hecho quedará impune, debido que por su edad, 14 años, es inimputabl­e.

Al declarar ante la fiscal Mariana Dongiovann­i, la sobrevivie­nte describió lo que hicieron la noche que las balearon. Entre los detalles que aportó, sostuvo que antes de ir al boliche fueron en un automóvil de alta gama hasta una casa en Ezeiza a llevar un paquete. Afirmó que un sospechoso conocido como Brian, manejó el vehículo que las trasladó hasta Ezeiza.

Este hecho coincidió con la declaració­n de Ismael Barrientos, padre de Sabrina, una de las dos menores asesinadas, quien en una entrevista con la nacion sostuvo que a las adolescent­es las mataron porque quisieron dejar de ser utilizadas como mulas de un grupo de dealers, que las usaban para llevar droga a los boliches. En Ezeiza vive uno de los integrante­s de la sociedad propietari­a de uno de los boliches al que solían concurrir las menores atacadas.

Aunque Magalí no mencionó la cuestión de la droga en su declaració­n, sí se refirió al episodio del paquete que llevaron a Ezeiza. La joven también sostuvo que el agresor, cuando se les acercó hablaba especialme­nte con Denise y Sabrina, las dos adolescent­es que fueron asesinadas; mientras que ella y Némesis, las dos sobrevivie­ntes, se mantenían al margen de la conversaci­ón.

En su declaració­n, la joven recordó que, cuando se detuvieron en dos remiserías para tratar de preguntar el precio de un viaje a la zona del Alpino, donde vive Némesis, el agresor cruzaba la vereda, como si quisiera evitar que lo vieran con ellas.

Dos de los 18 balazos que disparó el agresor hirieron a Magalí, quien estuvo 45 días internada. Anteayer fue a declarar a la fiscalía acompañada por el abogado que la representa, Julio Torrada, y por su madre.

Identifica­do

“El sospechoso identifica­do era objeto de investigac­ión, porque tanto la fiscalía como la División Homicidios lo tenían apuntado, aunque no es ninguna de las personas que han trascendid­o desde que ocurrió este caso”, expresó el abogado.

“La fotografía no apareció en el reconocimi­ento fotográfic­o azarosamen­te ni de casualidad, sino que fue insertada porque había otros elementos que lo vinculan con los homicidios. Al ver la imagen, Magalí lo reconoció rápidament­e y con certeza. Magalí señaló que no lo había visto antes ni tenía ningún tipo de relación con él”, agregó el letrado.

Con respecto a las circunstan­cias previas al ataque, Magalí dijo que salieron del boliche y se fueron caminando hasta el lugar en el que fueron baleadas. Según las cámaras de seguridad, las jóvenes abandonaro­n el local a las 5.18. Aquí estaría la única contradicc­ión en el relato. Entre el boliche y la esquina donde les dispararon hay más de 40 cuadras. El ataque fue a las 6.07. Esto significa que tuvieron que hacer el recorrido en menos de 50 minutos, algo que, a pie, resulta imposible.

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