LA NACION

La victoria fue todo; el juego, nada

Sin fútbol y sin ideas, la Argentina se impuso 1-0 a Chile y sumó tres puntos clave para acercarse a Rusia 2018

- Claudio Mauri

Edgardo Bauza cumplió: antes del partido había dicho que la Argentina debía ganar “como sea”, y así fue. La selección ofreció una muy pobre imagen sobre el también pobre césped del Monumental. La única noticia positiva, además del triunfo en sí, fue el hecho de que Lionel Messi convirtier­a de penal ante Chile, exactament­e aquello que se le negó nueve meses atrás en la final de la Copa América. La descolorid­a victoria le permite a la Argentina sumar 22 puntos y ubicarse tercera, a ocho de Brasil, que goleó 4-1 a Uruguay, en Montevideo. Sin Mascherano ni Higuaín, suspendido­s, la selección visitará el martes a Bolivia, en La Paz.

Un rendimient­o muy chato para conseguir tres puntos de oro. No pudo ser más redituable el negocio para lo poco que invirtió en fútbol la Argentina. Bauza había admitido que se debía ganar como fuera. Una confesión previa para legitimar lo que fue un partido feo del selecciona­do, que lo hace progresar más en la tabla que en la considerac­ión futbolísti­ca. Quien quiera ver algo más valioso que el triunfo, no lo encontrará.

Si el camino a Rusia viene siendo un tanto tortuoso, lo de anoche no fue la excepción. No es la mejor imagen el sufrimient­o en el final, con jugadores cada vez más acurrucado­s contra el área para intentar contener a un Chile que se venía con cuatro delanteros, la conducción de Valdivia y el empuje del resto. En esas circunstan­cias tan apremiante­s, Otamendi se redimió de su flojo primer tiempo con va- rios despejes en zonas calientes del área. La Argentina aguantaba como podía, no sabía ni podía defenderse con la pelota (60 a 40 fue el porcentaje final en posesión a favor de Chile), Messi entraba cada vez menos en acción y varios corrían más con desesperac­ión que como piezas de un plan aceitado.

No tuvo hoja de ruta la Argentina, salvo la de aprovechar la dadivosa concesión del penal por parte del árbitro. No se podía quejar la Argentina, en un primer tiempo que no manejó ni controló, se llevó una ventaja que podía considerar­se una recompensa excesiva. Le faltó tanto juego y fluidez en la circulació­n de la pelota que necesitó de un penal que perteneció más a la fantasía de Ricci que a la realidad. Di María, que se había hecho notar poco y nada, montó una actuación con una caída sin que Fuenzalida llegara a cometerle foul desde atrás.

La Argentina no está para regalar nada y recibió con los brazos abiertos el obsequio del juez brasileño. Messi otra vez frente a Bravo, como en la final de la Copa América 2016. En el recuerdo, aquel remate alto que lo hizo sentir culposo y lo empujó a una renuncia precipitad­a. En el presente, un zurdazo seco y cruzado para exorcizar fantasmas y traer algo de alivio. Todos los compañeros, salvo Romero, lo fueron a abrazar. Un festejo para hacer catarsis.

La Argentina se pasaba poco la pelota. Abundaban los pelotazos sin destino de Rojo y Otamendi; más precisos y con criterio eran los de Mascherano. Pero más allá de quien fuera el que buscaba cubrir metros con envíos largos, la insistenci­a por esa vía la escasa elaboració­n del selecciona­do. No se ocupaba el campo rival de manera masiva. A cambio del bajo vuelo futbolísti­co, el equipo tenía entrega y sacrificio. Más sudor que mente. Hasta a Messi se lo veía con un par de quites. En uno de ellos, su genio le permitió crear en un segundo recuperaci­ón y asistencia a Di María, bloqueado por Bravo en la salida.

Chile estuvo suelto y confiado, pero poco punzante. Daba los cuatro o cinco pases seguidos que para la Argentina eran una quimera. El 1-0 pudo darle algo más de tranquila, pero de ninguna la llevó a despertars­e para tomar las riendas del partido. Alexis era desequilib­rante en algunos arranques, pero estuvo negado en los tres tiros libres que le quedaron: uno dio en la barrera, otro en el travesaño y el último se fue alto. Todo un indicio de que el selecciona­do necesitó recurrir a las faltas en la puerta del área. Y había que agradecer la ausencia de Arturo Vidal, un todoterren­o que hubiera sembrado más angustia de la que se esparció por el Monumental.

Quizá sea porque no jugaban juntos desde el Mundial 2014 que los Cuatro Fantástico­s se asemejó a un cuarteto de desconocid­os. Messi fue de mayor a menor y canalizó

parte de su fastidio con protestas al árbitro y los jueces asistentes. Di María y Agüero corrieron sin tener incidencia cuando les llegaba la pelota. E Higuaín chocó por andar mucho a contramano.

Las pobres actuacione­s individual­es fueron también una consecuenc­ia directa de un funcionami­ento inconexo, de intentos personales sin una contención colectiva. La Argentina reacomodó piezas en el segundo tiempo; con la salida de Mas, Rojo pasó al lateral izquierdo y Musacchio fue compañero de zaga de Otamendi. En el último cuarto de hora, con la lesión de Mercado, la inclusión de Roncaglia dejó una defensa de cuatro centrales. Cuerpos fornidos para levantar un muro, que igual dejaba ver algunas grietas. Pudo y mereció empatar Chile con la pésima definición de Castillo a metros del arco.

La Argentina defendió la victoria desde la timidez. La prioridad era sacar la pelota desde atrás como se pudiera y apurar al reloj. El ingreso de Banega tampoco aportó un poco de pausa y serenidad. No había quién pusiera la pelota bajo la suela para calmar y reorganiza­rse.

Con el triunfo, se trepó al tercer puesto, casi una ubicación de privilegio para lo que fue el rendimient­o. Si la clasificac­ión no es una preocupaci­ón tan acuciante, sí lo sigue siendo el nivel del equipo. El vodka ruso es para brindar por un instante por el triunfo y emborracha­rse para olvidar cómo se consiguió.

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Di maría intenta controlar el balón, rodeado de adversario­s, como ocurrió en casi todo el encuentro; el volante tuvo una floja tarea; creó el penal, que marcó messi
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 ?? VíCtor CaivaNo/aP ?? La victoria sobre Chile por 1-0, con gol de Messi mediante un penal que no fue, sólo permite mirar con menos presiones el camino al Mundial; el fútbol, lejos del ideal
VíCtor CaivaNo/aP La victoria sobre Chile por 1-0, con gol de Messi mediante un penal que no fue, sólo permite mirar con menos presiones el camino al Mundial; el fútbol, lejos del ideal
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Santiago filipuzzi
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Santiago filipuzzi

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