La Sufrió Obama Y Ahora Le Toca A Trump: La Intransigencia Conservadora
La Casa Blanca no consigue aún el apoyo de sectores oficialistas para aprobar la ley que buscar reformar el Obamacare
WASHINGTON.– Los sufrió durante años Barack Obama, a quien le sepultaron su agenda legislativa. Ahora, los congresistas republicanos ultraderechistas de la “Bancada Libertad” pusieron en jaque a la joven presidencia de Donald Trump.
Forzado a negociar como nunca lo hizo, Trump pidió y cedió, pero no logró reunir la cantidad de votos necesarios para aprobar su reforma de salud y reemplazar el Obamacare en la Cámara de Representantes. Sin más remedio, el oficialismo debió cancelar la votación.
Todo estaba previsto para una sesión y un voto cargados de simbolismo: Trump y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, esperaban debatir su propuesta, bautizada Trumpcare, ayer, en la Cámara baja, y aprobarla justo siete años después del día en el que Obama convirtió en ley su propia reforma, que los republicanos quieren revocar desde entonces.
Pero, tras febriles negociaciones y concesiones de la Casa Blanca, que endurecieron el proyecto original y lo movieron a la derecha, los congresistas duros seguían firmes en su intransigencia, y la cúpula republicana se vio forzada a suspender la votación para eludir una vergonzosa derrota legislativa del gobierno.
“No hemos logrado que suficientes de nuestros miembros se corran al sí”, reconoció ayer el congresista Mark Meadows, jefe de la “Bancada Libertad”, 31 legisladores duros que llegaron a Washington montados en la ola del movimiento ultraconservador Tea Party con la promesa de bajar el déficit fiscal y eliminar la intervención estatal en la economía. La derogación total del Obamacare es su mayor obsesión.
El propio Meadows mantenía su rechazo al proyecto. Trump, agregó, había mostrado un “compromiso inigualable” con las negociaciones, y, a su juicio, se habían logrado progresos: la Casa Blanca aceptó eliminar diez beneficios que la reforma de Obama exigía en cualquier seguro médico, entre ellos servicios vinculados a embarazos, maternidad y el cuidado de recién nacidos.
Pero esa concesión, a riesgo de perder republicanos moderados, fue insuficiente.
Ryan tenía previsto brindar una conferencia de prensa ayer por la tarde para dar detalles sobre los avances en las discusiones y anunciar la hora de la sesión. Primero, postergó la conferencia. Luego, la suspendió. Unos minutos después, despuntó la noticia: la votación se había cancelado.
El proceso legislativo y la “Bancada Libertad” terminaron por darle un trago amargo a Trump, que llegó a Washington haciendo alarde de sus cualidades para negociar, cerrar acuerdos y lograr resultados. Ayer, Trump chocó con la misma intransigencia que Obama. Anoche, los republicanos y el presidente seguían negociando en busca de un camino para salvar la reforma.
Con los demócratas decididos a votar en contra del proyecto, Ryan y Trump necesitaban reunir al menos 216 votos republicanos para darle media sanción a su plan. Hasta ayer sólo tenían 145 síes seguros, según un recuento de The New York Times. Al menos 30 republicanos, entre ellos una veintena de legisladores de la “Bancada Libertad”, rechazaban la iniciativa, según conteos de la prensa.
La estrategia oficial era ir a todo o nada, pese a la falta de respaldo, o a lo que muchos avizoran como un fracaso casi seguro del proyecto en el Senado aun si llega a salir de la Cámara de Representantes. El vocero de Trump, Sean Spicer, insistió ayer una y otra vez, en su habitual conferencia de prensa, en que no había plan B. “Va a pasar. Es eso”, dijo Spicer.
Por si el proyecto no tuviera suficientes problemas, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), el cuerpo bipartidista que evalúa los proyectos de ley, difundió una evaluación letal de las modificaciones a la reforma: el nuevo plan, estimó, no mejoraba la cobertura o la reducción estimada en el costo del seguro médico respecto del original, y, además, reducía menos el déficit fiscal.
Varios republicanos se quejaron delante de las cámaras de televisión por el apuro oficial para votar la ley, y algunos pidieron volver a foja cero para “hacerlo bien”.
Trump y la cúpula republicana se mostraron decididos a ir a fondo. Apenas se conoció la cancelación de la sesión, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, dijo que esperaba una votación hoy por la mañana.
Kevin McCarthy, jefe de la bancada republicana, también dijo que esperaba que la reforma se votara hoy.
“El presidente ha logrado progresos”, insistió el republicano McCarthy. “Vamos a lograr esto”, cerró.