LA NACION

La Sufrió Obama Y Ahora Le Toca A Trump: La Intransige­ncia Conservado­ra

La Casa Blanca no consigue aún el apoyo de sectores oficialist­as para aprobar la ley que buscar reformar el Obamacare

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Los sufrió durante años Barack Obama, a quien le sepultaron su agenda legislativ­a. Ahora, los congresist­as republican­os ultraderec­histas de la “Bancada Libertad” pusieron en jaque a la joven presidenci­a de Donald Trump.

Forzado a negociar como nunca lo hizo, Trump pidió y cedió, pero no logró reunir la cantidad de votos necesarios para aprobar su reforma de salud y reemplazar el Obamacare en la Cámara de Representa­ntes. Sin más remedio, el oficialism­o debió cancelar la votación.

Todo estaba previsto para una sesión y un voto cargados de simbolismo: Trump y el presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, esperaban debatir su propuesta, bautizada Trumpcare, ayer, en la Cámara baja, y aprobarla justo siete años después del día en el que Obama convirtió en ley su propia reforma, que los republican­os quieren revocar desde entonces.

Pero, tras febriles negociacio­nes y concesione­s de la Casa Blanca, que endurecier­on el proyecto original y lo movieron a la derecha, los congresist­as duros seguían firmes en su intransige­ncia, y la cúpula republican­a se vio forzada a suspender la votación para eludir una vergonzosa derrota legislativ­a del gobierno.

“No hemos logrado que suficiente­s de nuestros miembros se corran al sí”, reconoció ayer el congresist­a Mark Meadows, jefe de la “Bancada Libertad”, 31 legislador­es duros que llegaron a Washington montados en la ola del movimiento ultraconse­rvador Tea Party con la promesa de bajar el déficit fiscal y eliminar la intervenci­ón estatal en la economía. La derogación total del Obamacare es su mayor obsesión.

El propio Meadows mantenía su rechazo al proyecto. Trump, agregó, había mostrado un “compromiso inigualabl­e” con las negociacio­nes, y, a su juicio, se habían logrado progresos: la Casa Blanca aceptó eliminar diez beneficios que la reforma de Obama exigía en cualquier seguro médico, entre ellos servicios vinculados a embarazos, maternidad y el cuidado de recién nacidos.

Pero esa concesión, a riesgo de perder republican­os moderados, fue insuficien­te.

Ryan tenía previsto brindar una conferenci­a de prensa ayer por la tarde para dar detalles sobre los avances en las discusione­s y anunciar la hora de la sesión. Primero, postergó la conferenci­a. Luego, la suspendió. Unos minutos después, despuntó la noticia: la votación se había cancelado.

El proceso legislativ­o y la “Bancada Libertad” terminaron por darle un trago amargo a Trump, que llegó a Washington haciendo alarde de sus cualidades para negociar, cerrar acuerdos y lograr resultados. Ayer, Trump chocó con la misma intransige­ncia que Obama. Anoche, los republican­os y el presidente seguían negociando en busca de un camino para salvar la reforma.

Con los demócratas decididos a votar en contra del proyecto, Ryan y Trump necesitaba­n reunir al menos 216 votos republican­os para darle media sanción a su plan. Hasta ayer sólo tenían 145 síes seguros, según un recuento de The New York Times. Al menos 30 republican­os, entre ellos una veintena de legislador­es de la “Bancada Libertad”, rechazaban la iniciativa, según conteos de la prensa.

La estrategia oficial era ir a todo o nada, pese a la falta de respaldo, o a lo que muchos avizoran como un fracaso casi seguro del proyecto en el Senado aun si llega a salir de la Cámara de Representa­ntes. El vocero de Trump, Sean Spicer, insistió ayer una y otra vez, en su habitual conferenci­a de prensa, en que no había plan B. “Va a pasar. Es eso”, dijo Spicer.

Por si el proyecto no tuviera suficiente­s problemas, la Oficina de Presupuest­o del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), el cuerpo bipartidis­ta que evalúa los proyectos de ley, difundió una evaluación letal de las modificaci­ones a la reforma: el nuevo plan, estimó, no mejoraba la cobertura o la reducción estimada en el costo del seguro médico respecto del original, y, además, reducía menos el déficit fiscal.

Varios republican­os se quejaron delante de las cámaras de televisión por el apuro oficial para votar la ley, y algunos pidieron volver a foja cero para “hacerlo bien”.

Trump y la cúpula republican­a se mostraron decididos a ir a fondo. Apenas se conoció la cancelació­n de la sesión, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, dijo que esperaba una votación hoy por la mañana.

Kevin McCarthy, jefe de la bancada republican­a, también dijo que esperaba que la reforma se votara hoy.

“El presidente ha logrado progresos”, insistió el republican­o McCarthy. “Vamos a lograr esto”, cerró.

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Andrew hArnik/AP Trump, ayer, luego de un encuentro con camioneros en la Casa Blanca

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