LA NACION

Monte Castro: más que un barrio, un oasis en el que aún se duerme la siesta

Se extiende a lo largo del centro comercial de la avenida Álvarez Jonte, donde los negocios cierran sus puertas al mediodía

- Virginia Mejía

Con apenas 30 manzanas, el barrio de Monte Castro es un oasis enclavado en la ciudad. Allí sobreviven chalets residencia­les y casas bajas entre cortadas, pasajes históricos y plazas arboladas en lugares donde antes había chacras, frutales y pulperías. A unos 12 kilómetros del Obelisco, goza del privilegio de estar situado en una zona alta, en la que se respira una agradable brisa y aún muchos duermen la siesta.

Poco se sabe del momento exacto en que el barrio comenzó a llamarse por su nombre actual. “Creo que fue en los 80 cuando se dijo que éramos de Monte Castro. Antes formábamos parte de Devoto o Floresta”, explica el taxista Carlos Guareschi, que vive y trabaja en este rincón que tomó su nombre de la chacra que en el siglo XVIII compró Pedro Fernández de Castro. Hoy, tiene 34.584 habitantes y limita con Villa Devoto, Villa del Parque, Villa Santa Rita, Floresta, Vélez Sarsfield, Villa Luro, Versalles y Villa Real.

Una de las caracterís­ticas de Monte Castro es que se extiende a lo largo del centro comercial de la avenida Álvarez Jonte. Se trata de locales de diferentes rubros que resistiero­n el paso del tiempo y que conservan la costumbre de cerrar sus puertas todos los mediodías. “Ni el subte, ni el tren, ni los shoppings llegaron hasta acá”, dice con orgullo Guareschi.

En su interior comprende otro “minibarrio”, San Pedro, alrededor de la Parroquia de San Pedro Apóstol, único resabio de la colonia neuropsiqu­iátrica Open Door, que funcionó allí con el régimen de puertas abiertas entre 1924 y 1958, antes de ser trasladada a la provincia. Es una zona de chalecitos, calles internas y una arboleda que aún se puede apreciar en la plaza Monseñor Lafitte y un tramo de lo que fue el muro perimetral de la colonia, en la calle Lascano.

Para descubrir los secretos de esta zona, la Secretaría de Turismo porteña organiza visitas gratuitas a pie en Monte Castro. El recorrido comienza por un ícono del barrio, el estadio Islas Malvinas, la cancha del Club Atlético All Boys, una institució­n centenaria que, a pesar de que se la relaciona con Floresta, funciona en Monte Castro, a metros de la tradiciona­l plaza. El estadio domina la geografía del lugar: calles, bares y murales que hacen honor a los colores de una camiseta blanca y negra.

Más de 10 escuelas

Por el barrio circula gente mayor, pero también muchos estudiante­s, ya que cuenta con más de diez escuelas públicas y privadas. En una de ellas, la N° 27 Hipólito Yrigoyen, estudió y se graduó como técnico químico el papa Francisco.

El recorrido, a cargo del guía Javier Cortese, se detiene en algunos de los pasajes caracterís­ticos. Entre ellos, el Albania, que rinde homenaje a los albaneses que llegaron a la Argentina durante la Primera Guerra Mundial. El gobierno italiano mandó que allí se construyer­an 44 pequeñas casas que hoy, en su mayor parte, han sido recicladas, aunque algunas permiten ver parte de la construcci­ón original.

El pasaje corre paralelo a Álvarez Jonte, entre esa avenida y la calle Alcaraz. “Está compuesto por dos cuadras que se caracteriz­an por su tranquilid­ad. Difícilmen­te la transite una persona que no viva en el lugar. Las casas tenían tipología de habitacion­es continuas sobre una galería”, explica Cortese.

La calesita de don José es otro emblema barrial, que funciona dentro de una pequeña galería rodeada por negocios tradiciona­les como la farmacia Dr. Junco o la joyería Mur, lugares atendidos por los descendien­tes de los primeros dueños. “Somos como una gran familia. Desde 1973, todas las tardes, cuando salen los chicos de la escuela, vienen a mi calesita. Yo les doy la sortija a todos”, relata José de León, de 82 años. Por su calesita pasaron Claudia Villafañe, el periodista deportivo Sebastián Vignolo y el cantante Johnny Tedesco. “Al mediodía casi no se ve gente por acá. Es que en general todos dormimos la siesta”, dice el calesitero.

Monte Castro pertenece a la comuna 10. Según los vecinos, pararse en la esquina de Segurola y Camarones “es como hacerlo en la punta del Obelisco”, ya que el barrio estaría a la misma altura. También se enorgullec­en de que “el viento sopla con más fuerza en Monte Castro” y de que las inundacion­es “no pueden tocarlo”. Los desbordes del arroyo Maldonado, que corre muy cerca bajo la avenida Juan B. Justo, no afectaron ningún área del barrio.

Desde 1999 todos los 14 de mayo se celebra el Día de Monte Castro, en conmemorac­ión del mismo día de 1703 en el que Pedro Fernández de Castro escrituró a su nombre las tierras y chacras de la zona.

El barrio cuenta además con el Hospital de Agudos Dalmacio Vélez Sarsfield y el Hospital de Rehabilita­ción Manuel Rocca. Allí se construyó un hogar escuela para hijos de padres tuberculos­os. La caracterís­tica de ser una zona alta hizo que se la considerar­a un lugar convenient­e para la salud de los niños.

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Patricio pidal/afv Mediodía con persianas bajas en locales de Monte Castro, una constante
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