LA NACION

La cosmovisió­n de un hombre metafísico

- Sebastián Espósito

El Pappo de los 70 es un hombre metafísico. Un blusero sensible y un rockero “pesado” preocupado por esa libertad que se nos escurría de las manos. Y lo digo en tiempo presente porque sigue vivo entre “el hombre suburbano” y “sucio y desprolijo, entre “desconfío” y “adónde está la libertad”.

La reedición en Cd y en vinilo de los siete volúmenes de Pappo’s Blues que, originalme­nte, se editaron entre 1971 y 1978 (de los firmados como Pappo’s Blues sólo resta el volumen 8, Caso cerrado, de 1995) es una buena oportunida­d para reencontra­rse con una obra que supo estar en sintonía con el rock norteameri­cano e inglés de su época. algunos la tildaron de anacrónica en las décadas siguientes, pero esta obra hoy brilla tanto por imperecede­ra como por contemporá­nea.

Un Hendrix porteño con la base de Cream. así suena el trío. sólo que la guitarra la tocaba un tal norberto napolitano. Y por el bajo y la batería pasaron david Lebón, Black amaya, Pomo Lorenzo, machi rufino, alejandro medina...

el caos en el que se grabaron y se editaron estos álbumes coincidió con un país convulsion­ado, que pasaba de democracia­s débiles a dictaduras militares y que entraba en la antesala de su período más trágico. “estoy algo cansado de vivir en realidad”, respondía Pappo en “sucio y desprolijo”, uno de los temas que mejor lo pintan. editados originalme­nte por music Hall y parte del enorme catálogo que el año pasado recuperó el instituto nacional de la música (inamu), estos siete volúmenes hoy tienen tres patas responsabl­es: Luciano napolitano, hijo y heredero de la obra, sony music y el empresario Jorge “Corcho” rodríguez.

“Por favor, déjenme o voy a enloquecer... algo ha cambiado dentro de mí que alucinado quiero vivir”, avisaba Pappo en la primera canción de volumen 1, “algo ha cambiado”. el hombre había dejado Los Gatos después del aporte de su guitarra en “rock de la mujer perdida” e, incitado por el productor Jorge Álvarez, se largaba a emprender su camino.

La libertad Pappo la encontró en la psicodelia y en las seis cuerdas de sus guitarras. en su música podemos conocer más de él que en la figura pública que supo ser. Y a 12 años de su muerte aún hay entre esas canciones interstici­os poco visitados.

“algún día de sol nos ahogaremos de comunicaci­ón”, canta en la que tal vez sea su canción más lisérgica. en “Hubo distancias en un curioso baile matinal (Parte 1)”, tema de su obra más experiment­al, Tríangulo (Volumen 5) nos toma de la mano, nos lleva de viaje y nos aconseja: “Hágase un bien, introdúzca­se en un círculo de estrellas momentánea­s, para reconocer, que usted mismo es, ese ser que a todos lados acompaña”. en la cosmovisió­n de Pappo no sólo hay hombres suburbanos, novias que se fueron con otros y gatos famélicos. Hay un letrista, un violero y un artista integral preocupado por su tiempo que supo darse cuenta de que no todas las palabras nos dicen la verdad (“Pájaro metálico”) y que, muchos años antes de partir, ya había tomado conciencia que debía ser historia y dejar de pensar (“Tumba”).

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Pappo, siempre entre el blues y el rock pesado

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