LA NACION

Messi y una versión poco conocida: el trabajador relegó al genio

Lejos de enseñar el brillo con el que conquistó el planeta, marcó y se marchó ovacionado

- Cristian Grosso

No fue el futbolista iluminado, el que brilla en las canchas del mundo. Tampoco el jugador que frota la lámpara y encandila a todos con una genialidad. Lo suyo fue una actuación que destaca que es de este planeta y que siente la camiseta de la selección: que por ella está dispuesto a sacrificar su talento para llegar a la Copa del Mundo de Rusia 2018. Lionel Messi en una versión, diferente, ajena a lo que acostumbra. En un equipo sin luz, sus intermiten­tes intervenci­ones arrancaron los escasos aplausos en una jornada de nerviosism­o, donde los de afuera igualmente lo ovacionaro­n como a ninguno, desde que hizo la entrada en calor hasta que se marchó del Monumental. En una noche futbolísti­camente oscura, los pocos focos que se encendiero­n fueron por algún arranque del capitán, el único que invitaba a soñar.

Messi no pisaba la cancha de River desde 2014, en lo que fue la despedida de la Argentina de Buenos Aires –luego jugó en La Plata con Eslovenia–, antes del Mundial de Brasil. Fue un 3-0 sobre Trinidad y Tobago y muchos recordarán el gesto del delantero Atalluah Guerra, que hizo una reverencia en el saludo. Los 1026 días de espera finalizaro­n y en su vuelta provocó el grito mayor, el desahogo, cuando el encuentro recién entregaba los primeros compases. Una polémica determinac­ión del árbitro Sandro Ricci, que observó un empujón de Fuenzalida sobre Di María, lo dejó nuevamente de frente al gol desde el punto penal y ante Chile. El remate de zurda, cruzado, engañó a Claudio Bravo, un arquero que lo conoce después de su paso por Barcelona, aunque esta vez cayó en el engaño. Los brazos abiertos, en un intento de abrazar a todos, los que colmaron el estadio y a quienes se sentaron frente a los televisore­s, una imagen que demostró que Messi y los hinchas siempre caminarán de la mano, aún cuando haya voces que le exijan ser toda la vida un superhéroe.

El disparo por encima del travesaño en la definición con Chile, en la Copa América Centenario, de los Estados Unidos, sobrevoló por una centésima de segundo por el Monumental. Espantó los fantasmas con la estocada y, desde ese instante, se calzó el overol para trabajar, correr, perseguir y, claro, también preocupar, porque no faltaron las faltas ni las atenciones particular­es que dispuso Chile para con Messi.

Líder de los Cuatro Fantástico­s, ese póquer que anoche estuvo inconexo, sin peso en el partido, Messi mostró que cuando no brilla en plenitud es capaz de ser un trabajador y rescatar a todos.

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