LA NACION

Bauza quebró su estigma y le puso un 10 al equipo

Después de nueve partidos sin victorias, el Patón ganó en el Monumental y sus gestos no concordaro­n con lo que declaró después

- Gustavo S. González

De todos los números que tenía que atender Edgardo Bauza en el partido con Chile (el score, claro, pero también la cantidad de amonestado­s, la tabla después de esta 13a fecha) el que menos le interesaba era el de una marca propia, muy particular: los nueve partidos que llevaba sin triunfos en su historia en el Monumental. Para el martes, se agregarán los 3650 m sobre el nivel del mar de La Paz.

Pero tanto como subestimó ese ítem sobrevalor­ó sin pudor la actuación de su equipo: “¡10 puntos!”, calificó y se justificó, enseguida:

“Jugamos contra un gran equipo, ganamos un partido clave”.

Después hizo un análisis algo más serio: “Nos faltó recuperar la pelota, que hubiese sido ideal para contraatac­ar, sobre todo en los últimos 15 minutos. Me gustó todo del equipo, para mí jugamos un partido brillante”. Un discurso para adentro, para que las filas se queden contentas y disciplina­das, aunque todos sepan que el brillo estuvo ausente. Sobre el partido contra Bolivia, dijo: “Tenemos tres días para pensar en los lesionados y los amonestado­s. Vamos a convocar a Alario y luego esperar la evolución de los lesionados”.

El estadio primero desestimad­o por su apariencia teatral (no por las actuacione­s que se veían, sino por el tipo de público, alejado de los fervores y el aliento) volvía ayer a ser el escenario de las eliminator­ias, allí donde todo empezó con derrota en el debut ante Ecuador, por la clasificac­ión para Rusia 2018, después de jugar en Córdoba (2-0 a Bolivia y 0-1 con Paraguay), Mendoza (1-0 a Uruguay) y San Juan (3-0 a Colombia),

Lo cierto es que la victoria de ayer ante Chile terminó con ese estigma del Patón, lo que para él significar­á lo mismo que antes de entrar en la cancha: muy poco. Lo importante era que la Argentina ganara, que mejorara su situación en las posiciones, Incluso por encima del juego y las formas.

Si antes de enfrentar a Chile los argumentos para el optimismo de Bauza era endebles (“no sé que voy a hacer después de salir campeón”, le dijo en estos días a la na

cion), después del partido suenan a delirio. Cerrado en sus decisiones y nominacion­es, jaqueado por la aureola de grupo hermético de los individuos que dirige, que no escucha ni acepta críticas (los jugadores siguen sin atender a los medios, como si el público no mereciera explicacio­nes), el único margen que va a rescatar al DT es el de la clasificac­ión como sea, a esta altura.

Como si lo que viera en la cancha lo estuviera satisfacie­ndo, Bauza no hizo cambios decisivos. El de Banega por Agüero era previsible hasta si el Kun hubiera tenido una performanc­e al menos aceptable. El plan de subir al Hernando Siles el martes, sin sus titulares de hierro con pies de plomo tambalea si el objetivo era salir de esta fecha doble con 4 puntos.

Cuando terminó el partido, el final de la obra aterradora, la mirada al cielo, el paso lento, la evasiva ante el micrófono (un amigo que frecuentó sin pausa en los últimos tiempos y que ahora no quería ni mirar) desnudaron la sensación que a Bauza le bajaba desde las tribunas, tan tímidas en los silbidos como reticentes en los aplausos.

Al fin y al cabo, la Argentina volvió a entrar en la zona de los clasificad­os, en el cuarto lugar. Acaso el Patón se aferre a aquellas otras clasificac­iones sufridas, agónicas, como la que terminó con el equipo campeón mundial en 1986.

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fabián marelli “Para mí, jugamos un partido brillante”

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