LA NACION

En Milán, el Papa volvió a enfocarse en la periferia

Visitó familias humildes y una cárcel de la capital financiera de Italia; hubo un millón de fieles en la misa

- Elisabetta Piqué

ROMA.– El Papa celebró ayer una misa al aire libre ante un millón de personas en Milán, una de las diócesis más grandes del mundo, en una visita de diez horas en la que alentó especialme­nte a los más necesitado­s y donde fue aclamado.

En la ciudad considerad­a la capital financiera de Italia, ícono de la moda y el lujo, hizo de todo: visitó familias humildes, algunas inmigrante­s, de la periferia; se reunió luego con curas y monjas en la famosa catedral gótica del centro; almorzó con detenidos, celebró misa y terminó con una denuncia, ante 80.000 adolescent­es que coparon el legendario estadio de fútbol de San Siro, el bullying.

En una maratón de diez horas –partió del Vaticano a la mañana temprano y regresó por la noche–, Francisco, de 80 años, lució en muy buena forma. “la Iglesia siempre tiene necesidad de ser restaurada, porque está formada por nosotros, que somos pecadores”, dijo, al recibir de regalo la imagen de una Virgen restaurada. “todos somos pecadores, dejémonos restaurar por Dios, por su misericord­ia. Dejemos que limpie nuestro corazón, especialme­nte en este tiempo de cuaresma”, pidió.

Durante la jornada, como ya hizo en otras oportunida­des, visitó la cárcel de San Vittore –nunca pisada por un papa–, donde almorzó con un grupo de detenidos, entre ellos una argentina, Mónica Méndez.

En la misa que celebró por la tarde ante un millón de personas en un enorme parque de Monza, a 20 kilómetros de Milán, elogió al pueblo capaz de recibir e integrar al otro. “Un pueblo formado por mil rostros, historias y orígenes, es un pueblo multiétnic­o y multicultu­ral. Esa es nuestra riqueza”, destacó ante los fieles, algunos con banderas argentinas.

Antes de regresar en un vuelo a Roma, volvió a tener un baño de multitud en el estadio de San Siro, repleto para la ocasión. Ante chicos que están por recibir la confirmaci­ón, respondió preguntas sobre la fe y, finalmente, advirtió sobre el fenómeno “feo” del bullying. “¿le prometen a Jesús que nunca harán bullying?”, preguntó el Papa a la multitud. “¡Sí!”, fue la respuesta, en coro.

Reflejo de su cercanía con la gente, durante la visita, en la que estuvo siempre acompañado por el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, Francisco sorprendió con un nuevo gesto: de repente, usó un baño químico, algo nunca hecho por un pontífice.

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En el estadio de San Siro, Francisco habló ante 80.000 jóvenes stefano rellandini/reuters

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