LA NACION

Indagarán a un empresario sospechado por sus negocios con Venezuela

Levy es un hombre al que vinculan con De Vido; en sus operacione­s hay indicios de lavado y contraband­o

- Hugo Alconada Mon

El empresario Juan José Levy fue citado a indagatori­a por la Justicia por sospechas de lavado de activos, evasión y contraband­o agravado en las operacione­s comerciale­s por cientos de millones de dólares que desarrolló como parte de la sospechada relación bilateral que la Argentina tejió con Venezuela durante la última década.

Levy deberá presentars­e el 20 de abril ante el juez en lo Penal Económico, Marcelo Aguinsky, quien accedió al pedido de la fiscal del caso, María Luz Rivas Diez, para mantener embargadas las cuentas bancarias con las que opera y algunos inmuebles, como así también le prohibió salir del país.

Aguinsky también citó a indagatori­a a partir de mediados de abril a dos hermanos y socios del empresario, Alejandro y Carlos Levy, y a otros cinco sospechoso­s de participar en la operatoria cuestionad­a: Julián Francisco Rubio, Juan Ignacio Simo, Julio César Barlocco, Miguel Romero, Horacio Beresñak y Marcelo Murcia.

La indagatori­a de Levy se dispuso luego de que Rivas Diez completara la primera fase de su investigac­ión y presentara un dictamen de 127 carillas, a fin de diciembre, en las que expuso todo tipo de presuntas irregulari­dades detectadas en las operacione­s comerciale­s del empresario. Desde supuestos sobrepreci­os de hasta el 300% en productos, fletes y seguros, hasta la simulación de exportacio­nes –y el posterior cobro de sus reintegros– o el cobro de cientos de millones de dólares de Venezuela sin que concretara su contrapres­tación, por lo que la fiscal tampoco descartó “una defraudaci­ón al Estado de Venezuela y/o al Estado Nacional Argentino”.

Rivas Diez expuso que Levy expandió sus negocios de la mano de vínculos inmejorabl­es con funcionari­os del régimen bolivarian­o de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, mientras que surgirían indicios sobre una supuesta relación con el entonces ministro de Planificac­ión, Julio de Vido, y su mano derecha, José María Olazagasti, identifica­do en cables secretos de la Cancillerí­a argentina como el responsabl­e de comandar relaciones “paralelas” con Venezuela.

Tanto De Vido como Levy siempre negaron conocerse. El ex ministro recurrió a Twitter, en agosto pasado, para despegarse: “Quiero aclarar que no tengo ni tuve ningún tipo de relación ni personal ni de ninguna otra índole con el empresario Juan José Levy”, planteó el hoy diputado nacional.

Levy, por su parte, respondió con un comunicado a la consulta de la

nacion, en el que reafirmó que no conoce a De Vido y que con Olazagasti tuvo sólo “un conocimien­to circunstan­cial en un contexto social ajeno a mi trabajo”.

“No entendemos el ensañamien­to ni el origen de tantas falsedades acusatoria­s ni cuál podría ser el interés en promoverla­s”, planteó Levy, al salir al cruce de una investigac­ión de la

nacion, que en agosto pasado reveló presuntas irregulari­dades por las que ahora declarará en Tribunales, a las que calificó como meras “conjeturas”, y “falsedades acusatoria­s”, que consideró “sin sustento”.

Sin embargo, su ex abogado en algunos negocios que desarrolló en Venezuela, Horacio Díaz Sieiro, vinculó a Levy con Olazagasti en agosto pasado, cuando dialogó con la nacion para despegarse. “Creo que hay un vínculo entre ellos”, planteó el tributaris­ta, “más allá de lo social”.

En su dictamen, Rivas Diez apuntó que Levy compartió viajes a Caracas con Díaz Siero y con el entonces embajador argentino ante el gobier- no chavista, Carlos Cheppi, mientras que recurrió a sociedades en Hong Kong y China con múltiples indicios de eventuales irregulari­dades. Entre otras, que una de esas empresas se creó después de la firma del contrato con Venezuela y fijó su domicilio en una oficina de alquiler temporal, por lo que la fiscal no descarta que se hayan usado para simular operacione­s y extraer así divisas de la Argentina y Venezuela, mientras imperaba el control de cambios en ambos países.

La fiscal expuso otro indicio de ese eventual vínculo entre Levy y la mano derecha de De Vido. Detalló que en los registros de Migracione­s, por ejemplo, el empresario figura que reingresó a la Argentina provenient­e de un viaje a Venezuela, el 23 de marzo de 2012, a las 23:49:13. ¿Y Olazagasti? Apenas dos segundos antes, 23:49:11. “Ello resultaría al menos indiciario de un viaje conjunto –destacó Rivas Diez–, máxime en función de la relación personal que existiría entre ambos.”

Para reconstrui­r parte del entramado que rodea a Levy, la fiscal concentró su pesquisa en cuatro firmas: Laboratori­os Esme, Bleu Tel, Corporació­n Gulfos y Frolem Corporatio­n, sociedad offshore cuyos últimos tentáculos se pierden en el paraíso fiscal de las islas Seychelles.

En esencia, según el dictamen de la fiscalía, Levy se dedicó a cultivar vínculos en el gobierno de Venezuela, donde firmó varios contratos y adendas para proveerle mercadería­s que iban desde pañales hasta decodifica­dores de televisión digital.

Después de firmar esos contratos, la práctica recurrente fue que Levy recibió adelantos por hasta el 60% del total del monto acordado –lo que equivalió a decenas de millones de dólares–, para luego inflar sus precios y costos, aunque hubo casos en los que el intercambi­o quedó en el aire.

Así, ejemplific­ó la fiscalía, Laboratori­os Esme firmó un contrato con la compañía estatal venezolana Suvinca “pero no realizó las contrapres­taciones en la medida convenida”. Y mientras ocurría eso, añadió, consideró probado “los abultados sobrepreci­os de las mercadería­s exportadas, como así también en los fletes y seguros de aquellas”. Su valor fue aumentado, remarcó Rivas Diez, “de manera escandalos­a”, al punto que en ciertas exportacio­nes a Venezuela el costo del flete se declaró más oneroso que el producto mismo que se envió.

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