LA NACION

Un jefe político que sólo confía en su olfato

- Gustavo Ybarra

Tal vez las palabras que mejor definen a Ricardo Colombi sean desconfiad­o y personalis­ta. Ambas cualidades se escuchan tanto en oficialist­as como en opositores cada vez que se pide una opinión sobre el carácter del gobernador de Corrientes y líder de la coalición de gobierno Encuentro por Corrientes (ECO).

Pero no todas son malas opiniones sobre este dirigente radical. Desde que llegó al poder provincial en 2001, la de Colombi es una figura insoslayab­le de la vida política de la provincia. Hasta sus rivales políticos reconocen que esa capacidad se sustenta en el olfato que ha demostrado para posicionar­se a buen reparo de los cambiantes vientos políticos nacionales.

De hecho, Colombi supo virar a tiempo y bajarse del barco kirchneris­ta con la suficiente antelación como para poder subirse al de Cambiemos y continuar navegando como un gobernador radical aliado de Mauricio Macri desde su primer día en la Casa Rosada.

Sin embargo, los memoriosos recuerdan que la buena relación entre la ex presidenta Cristina Kirchner y Colombi llegó hasta pocos meses antes del fin del gobierno. La buena onda se habría roto por promesas incumplida­s del gobernador que demoraron los planes que Cristina Kirchner tenía para alzarse con los cargos de auditores judiciales en el Consejo de la Magistratu­ra en 2015.

Como réplica a aquella supuesta deslealtad, la entonces jefa del Estado retiró el pliego del candidato para ocupar el juzgado federal de Paso de los Libres en el que Colombi tenía especial interés.

Dicen en Corrientes que el personalis­mo en su modo de conducción va de la mano de su desconfian­za, la cual tiene un punto de partida. Quienes lo conocen, ubican ese inicio en la “traición” de su primo Arturo.

Sin posibilida­d de reelección por mandato de la constituci­ón de la provincia, Ricardo eligió a Arturo como el candidato a sucederlo por ser quien mejor le garantizab­a la posibilida­d de regresar en cuatro años. Reforma constituci­onal mediante, Arturo consideró que tenía el camino allanado para convertirs­e en el primer gobernador de Corrientes reelecto para un segundo período consecutiv­o. Ricardo lo derrotó.

Ahora, con las elecciones provincial­es que se realizarán este año, su particular estilo de ejercer el poder amenaza con jugarle en contra. Con el desgaste de ocho años de gestión (doce si se cuenta su primer mandato) y sin un delfín que mida en las encuestas, Ricardo Colombi demora una definición y da vida a candidatos que esperan su bendición.

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