LA NACION

Santi, incluido

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Esta carta no pretende ser una crítica, sino más bien una reflexión. Nuestro hijoSantin­o,hoyde12año­sycondiagn­óstico de TEA (Trastorno Espectro Autista) desde los 3, ha tenido que “caer” en una escuela pública para comenzar la secundaria, después de haber transitado por un durísimo camino y cuatro escuelas privadas, acá en Paraná, ciudad donde vivimos. Con la premisa de que la escuela común privada no está preparada para recibir a nuestros hijos y excusas tales como no poder incluir más de un chico con “problemita­s” por aula, falta de vacantes, etcétera, se generan todo tipo de situacione­s discrimina­torias y de exclusión, que dejan a nuestros hijos –y a nosotros como familia– fuera del ámbito educativo.

En estos años aprendimos que a este nivel el corazón no tiene ámbito. No es ni público ni privado. En estas situacione­s simplement­e hay o no hay. Pretender desde la escuela privada que ingresar a nuestros chicos es incorporar un problema, como resuena en las privadas de acá, es un sinsentido y contraría todo el espíritu y las normativas referidas a los actuales paradigmas de la discapacid­ad. Paradigmas en favor, sin medias tintas, de la inserción tanto en al ámbito educativo como laboral de nuestros hijos, interactua­ndo con los demás actores sociales. Lejos estaremos de lograrlo con estas miradas esquivas de estas escuelas devenidas empresas educativas. Por suerte Santi “cayó” en una escuela pública. Parecería que lo van a aceptar como es él. Estamos felices por eso. Germán Guglieri DNI 18.555.018

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