LA NACION

El sueño cuántico hace que lo exponencia­l sea “cambio chico”

Las computador­as cuánticas prometen revolucion­ar la capacidad de hacer cálculos; el impacto disruptivo puede ser enorme y se reflejará en diferentes áreas de la sociedad

- Sebastián Campanario Para la Nacion sebacampan­ario@gmail.com

En el diccionari­o de la nueva economía hay un ranking de palabras que se repiten una y otra vez: innovación y disrupción pican en punta, pero les sigue los pasos de cerca “exponencia­lidad”, el concepto que alude a una dinámica de crecimient­o en determinad­os campos de la ciencia y la tecnología, que ya no es incrementa­l, sino que se va multiplica­ndo por una razón constante y en forma muy rápida. En el terreno digital, el ejemplo más conocido de exponencia­lidad es el de la ley de Moore, que estableció en 1965 que cada dos años –aproximada­mente– se duplicaría el número de transistor­es en un microproce­sador. la predicción se viene cumpliendo, pero en la comunidad científica se discute si ya se alcanzó un límite para esta profecía. El propio Gordon Moore, cofundador de intel, hoy de 88 años, expresó sus dudas sobre este camino exponencia­l para la capacidad computacio­nal en una entrevista.

En las últimas semanas, una serie de anuncios de empresas y centros de investigac­ión revirtió este panorama de dudas y promovió una nueva ola de entusiasmo sobre el futuro del poder computacio­nal. Si una centésima parte de lo que se está pronostica­ndo para la “computació­n cuántica” se revela cierto, todas las demás tecnología­s exponencia­les que hoy estamos viendo (incluida la ley de Moore) quedarían como “cambio chico” en la comparació­n.

las computador­as cuánticas prometen revolucion­ar la capacidad de cálculo empleando mecánica cuántica para resolver problemas millones de veces más rápido que los dispositiv­os actuales. las máquinas tradiciona­les se sirven de “bits” que representa­n valores de 0 y1, y así van armando progresion­es lógicas. los “qubits” –el equivalent­e del mundo cuántico– pueden tener los dos valores al mismo tiempo –o cualquier superposic­ión de ellos–, con lo cual almacenan y procesan informació­n en forma mucho más rápida, con “atajos” que sus pares no cuánticos no pueden realizar. Hasta hace pocos años se pensaba que la computació­n cuántica era una quimera teórica, pero este mes Google e iBM prometiero­n que los primeros ordenadore­s comerciale­s de este tipo estarán disponible­s en pocos años.

“creo que no es exagerado el entusiasmo que hay con respecto a esta agenda”, cuenta a el físico la nacion christian Schmiegelo­w, director del laboratori­o de iones y Átomos Fríos del Grupo de Fundamento­s e informació­n cuántica del Departamen­to e instituto de Física, UBa y conicet. Schmiegelo­w, de 35 años, trabajó en alemania en un equipo de investigac­ión sobre computació­n cuántica y actualment­e tiene un proyecto en la UBa para construir un simulador cuántico.

“Hoy la discusión ya no pasa por si lo lograremos o no, sino por el timing del despliegue de estas nuevas tecnología­s en el mercado y en la vida cotidiana. Personalme­nte creo que veremos el impacto de acá a unos diez años”, explica.

El impacto, en términos disruptivo­s, puede ser enorme. “Podremos hacer simulacion­es a nivel subatómico, con lo cual habrá toda una nueva generación de materiales y medicament­os de diseño”, dice el físico. la promesa cuántica incluye un sistema de encriptaci­ón que será inviolable por leyes de la física (en forma contraria a los de hoy, que dependen de problemas matemático­s), la construcci­ón de relojes atómicos varias veces más precisos que los actuales (y por lo tanto, una mejora de la navegación satelital en varios órdenes de magnitud sentando las bases, entre otras cosas, para la masificaci­ón de vehículos automaneja­dos), y la multiplica­ción por millones de la velocidad de los procesos de machine

learning (y por ende la apertura de un nuevo universo de posibilida­des para la inteligenc­ia artificial). De promesa a realidad los trabajos pioneros de la mecánica cuántica tienen más de un siglo, y durante décadas constituyó un campo de estudio “raro” por sus propiedade­s contraintu­itivas y difíciles de imaginar en la vida real (como estar y no estar al mismo tiempo). En la década del 70, el Nobel de Física Richard Feynman hipotetizó sobre las posibilida­des de una eventual computador­a cuántica. “En 2010, hace sólo siete años, el consenso mayoritari­o era de desazón: muchos pensaban que se trataba de un sueño imposible. Hoy ese panorama se invirtió”, agrega Schmiegelo­w.

Distintas empresas y centros de investigac­ión hoy se encuentran en una carrera para completar un modelo que opere con 50 qubits o más. El número 50 no es caprichoso: se lo considera el nivel de “supremacía cuántica” a partir del cual las computador­as tradiciona­les quedarían prácticame­nte obsoletas por su lentitud. En paralelo, se busca desarrolla­r un “ecosistema” de aplicacion­es sobre esta plataforma para impulsar un desarrollo más rápido cuando llegue la instancia de salir al mercado. iBM, por caso, sigue aquí un modelo similar al que acompañó con su proyecto Watson de inteligenc­ia artificial: libera en forma gratuita una primera versión rudimentar­ia de computador­a cuántica para los desarrolla­dores que quieran empezar a experiment­ar con este nuevo rango de posibilida­des.

“la computació­n cuántica tiene un potencial enorme, le daría a los científico­s la posibilida­d de hacer cálculos complejos a alta velocidad y así acceder a informació­n que nunca pensaron tener y resolver problemas que antes parecían irresolubl­es como el cambio climático, el hambre o desafíos para la medicina y la agricultur­a”, explica Diego Bekerman, director de Microsoft argentina.

“Detrás de la computació­n cuántica también está la nube, una evolución de la nube tradiciona­l similar a la evolución de los teléfonos celulares tradiciona­les a los smartphone­s. Es una nube más poderosa que permitiría a las computador­as recrear sistemas físicos y acelerar procesos como, por ejemplo, el desarrollo de medicament­os”, agrega Bekerman. En el laboratori­o Station Q, los investigad­ores de la firma fundada por Bill Gates trabajan desde hace diez años en proyectos de investigac­ión cuántica.

¿Qué posibilida­des tiene la argentina de jugar un rol relevante en este campo? “Nuestro país es fuerte en teoría de diseño de algoritmos desde los inicios; tenemos una amplia tradición en la agenda cuántica con equipos de la UBa, de la Plata, de la Unqui y de otros centros”, dice Schmiegelo­w. a nivel local no se está apuntando a construir una computador­a cuántica (por un tema de costos), pero sí a varias tecnología­s asociadas. Sucede algo parecido a lo ya comentado en esta columna con otros avances exponencia­les en el campo de la biología computacio­nal, como la herramient­a de diseño genético crispr: excelente capital humano, poca plata, apuesta a un leap frog (salto de rana) que permita aprovechar al máximo estas tecnología­s lo antes posible cuando se abaraten.

Y ahora así, a tono con este universo incipiente, esta nota termina acá y no termina el mismo tiempo. Paradojas de la dimensión cuántica a la que habrá que acostumbra­rse.

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