San Lorenzo goleó y alcanzó a Boca, que juega en San Juan
“Aunque no sea por muchas horas, voy a dormir primero”. Diego Aguirre todavía no sabe si culminará también la noche de hoy como líder del campeonato. Para eso deberá esperar por Boca, que tiene la misma cantidad de puntos y jugará esta tarde en San Juan. Lo que sí tiene claro el entrenador uruguayo es que el triunfo de San Lorenzo le brindó una brisa de aire fresco, renovado. Anoche, por primera vez en el año, el DT apoyó la cabeza en la almohada con algo de paz. En un ciclo que se encuentra marcado por la incertidumbre, Quilmes apareció como el rival ideal para un plantel que venía de capa caída en el inicio de 2017. El Ciclón no brilló pero se reencontró con lo que parecía extraviado en su identidad: el gol.
Las ausencias en el comienzo de año afloraron como un problema para San Lorenzo, que transita esta etapa con sufrimiento. Primero, por la venta de varios futbolistas clave. En esta semana de fecha FIFA perdió a Néstor Ortigoza (citado para el seleccionado de Paraguay), al uruguayo Mathías Corujo, al chileno Paulo Díaz y a Matías Caruzzo, tras la convocatoria de Edgardo Bauza para viajar a Bolivia. Todas, piezas vitales en la estructura de Aguirre.
Por eso, el 3-0 de ayer llegó como un bálsamo. Con varios juveniles en la cancha, los de Boedo concluyeron el encuentro con un promedio de edad apenas superior a los 25 años. Gabriel Rojas (19), por caso, se proyectó con audacia y generó peligro.
El conjunto cervecero venía de sufrir cinco derrotas en los últimos seis encuentros. El debilitamiento de una estructura que en lo que va de 2017 ofrece demasiadas oportunidades a sus adversarios es un martirio; Quilmes, mezquino, tiene pocas ideas y limitada definición. No ofrece respuestas. Ni en la cancha ni fuera de ella. Durante buena parte del primer tiempo en el Nuevo Gasómetro se interesó sólo por dejar que corriera el reloj. Así, el promedio es una amenaza cada vez más preocupante para un conjunto que se refugió cerca de Rigamonti tras quedar con diez jugadores por la expulsión de Sarulyte.
Aguirre metió mano entre los suplentes y acertó con el ingreso de Ezequiel Ávila. El Ciclón se fue encima de su rival, que dejó una imagen de cuadro conservador, timorato. Las visibles ventajas que ofreció el equipo dirigido por Grelak en la retaguardia les pusieron los pelos de punta a los plateístas locales cada vez que San Lorenzo falló en los últimos metros.
Los protagonistas sabían, también, que los partidos no se ganan sólo con merecerlo. Aun con sus intermitencias, Cerutti nunca dejó de intentar y fue el encargado de abrir el arco. El Pocho llevaba casi un año sin convertir y ayer anotó su segundo tanto con la camiseta azulgrana.
San Lorenzo trata de encontrar algo que salía de memoria hasta hacía un par de meses: circulación, cambio de ritmo y llegada punzante. El dato asombra: es el conjunto argentino que más goles anotó en 2016 (81) y, además, tuvo al máximo artillero (Blandi, 24). Por eso, esta victoria es una caricia en el balance de la jactancia, en búsqueda de recuperar lo extraviado. Con otros nombres, claro, mientras trata de reinventarse.
La ilusión que el Ciclón viene cobijando desde hace varios meses es la Copa Libertadores. En un camino continental un tanto difuso, San Lorenzo intenta relanzar su candidatura en el certamen local. ¿Cambiará el foco?