LA NACION

San Lorenzo goleó y alcanzó a Boca, que juega en San Juan

- Fernando Vergara

“Aunque no sea por muchas horas, voy a dormir primero”. Diego Aguirre todavía no sabe si culminará también la noche de hoy como líder del campeonato. Para eso deberá esperar por Boca, que tiene la misma cantidad de puntos y jugará esta tarde en San Juan. Lo que sí tiene claro el entrenador uruguayo es que el triunfo de San Lorenzo le brindó una brisa de aire fresco, renovado. Anoche, por primera vez en el año, el DT apoyó la cabeza en la almohada con algo de paz. En un ciclo que se encuentra marcado por la incertidum­bre, Quilmes apareció como el rival ideal para un plantel que venía de capa caída en el inicio de 2017. El Ciclón no brilló pero se reencontró con lo que parecía extraviado en su identidad: el gol.

Las ausencias en el comienzo de año afloraron como un problema para San Lorenzo, que transita esta etapa con sufrimient­o. Primero, por la venta de varios futbolista­s clave. En esta semana de fecha FIFA perdió a Néstor Ortigoza (citado para el selecciona­do de Paraguay), al uruguayo Mathías Corujo, al chileno Paulo Díaz y a Matías Caruzzo, tras la convocator­ia de Edgardo Bauza para viajar a Bolivia. Todas, piezas vitales en la estructura de Aguirre.

Por eso, el 3-0 de ayer llegó como un bálsamo. Con varios juveniles en la cancha, los de Boedo concluyero­n el encuentro con un promedio de edad apenas superior a los 25 años. Gabriel Rojas (19), por caso, se proyectó con audacia y generó peligro.

El conjunto cervecero venía de sufrir cinco derrotas en los últimos seis encuentros. El debilitami­ento de una estructura que en lo que va de 2017 ofrece demasiadas oportunida­des a sus adversario­s es un martirio; Quilmes, mezquino, tiene pocas ideas y limitada definición. No ofrece respuestas. Ni en la cancha ni fuera de ella. Durante buena parte del primer tiempo en el Nuevo Gasómetro se interesó sólo por dejar que corriera el reloj. Así, el promedio es una amenaza cada vez más preocupant­e para un conjunto que se refugió cerca de Rigamonti tras quedar con diez jugadores por la expulsión de Sarulyte.

Aguirre metió mano entre los suplentes y acertó con el ingreso de Ezequiel Ávila. El Ciclón se fue encima de su rival, que dejó una imagen de cuadro conservado­r, timorato. Las visibles ventajas que ofreció el equipo dirigido por Grelak en la retaguardi­a les pusieron los pelos de punta a los plateístas locales cada vez que San Lorenzo falló en los últimos metros.

Los protagonis­tas sabían, también, que los partidos no se ganan sólo con merecerlo. Aun con sus intermiten­cias, Cerutti nunca dejó de intentar y fue el encargado de abrir el arco. El Pocho llevaba casi un año sin convertir y ayer anotó su segundo tanto con la camiseta azulgrana.

San Lorenzo trata de encontrar algo que salía de memoria hasta hacía un par de meses: circulació­n, cambio de ritmo y llegada punzante. El dato asombra: es el conjunto argentino que más goles anotó en 2016 (81) y, además, tuvo al máximo artillero (Blandi, 24). Por eso, esta victoria es una caricia en el balance de la jactancia, en búsqueda de recuperar lo extraviado. Con otros nombres, claro, mientras trata de reinventar­se.

La ilusión que el Ciclón viene cobijando desde hace varios meses es la Copa Libertador­es. En un camino continenta­l un tanto difuso, San Lorenzo intenta relanzar su candidatur­a en el certamen local. ¿Cambiará el foco?

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TéLam El Ciclón volvió a tomar vuelo, como Blandi, que marcó el tercer gol; San Lorenzo le da pelea a Boca en la punta

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