LA NACION

Racing fallaba otra vez en las dos áreas, pero al final festejó su cumpleaños 114 de la mano de Bou

- Nicolás Zuberman

La última vez que Godoy Cruz había pisado la mitad celeste y blanca de Avellaneda había sido el 14 de diciembre de 2014, el día de la última vuelta olímpica de Racing de la mano del hoy nuevamente entrenador Diego Cocca. El Tomba parece acercarse al Cilindro siempre que hay clima de festejo. Ayer se cumplieron 114 años de la fundación del club, el 25 de marzo de 1903. “Que los cumplas, la Academia, que los cumplas feliz”, cantaron las más de 35 mil personas que se acercaron al Cilindro. Estaba todo preparado para la fiesta. No sólo en las tribunas. Ayer se estrenaron en el estadio nuevos nombres para las puertas de ingreso, con los apellidos de los ídolos. Desde Ezra Sued hasta Diego Milito, pasando por Alfio Basile, Oreste Corbatta y Rubén Paz. Otro condimento. Y más allá de los diez puntos de diferencia que tenía con el líder Boca, el aniversari­o generaba un clima especial. El festejo terminó siendo agónico, en tiempo de descuento y otra vez gracias a Bou, pero el 2-1 fue más que merecido por lo generado por el equipo.

Racing había estado a la altura desde el comienzo. Cocca preparó dos cambios tácticos, más allá de la ausencia de Marcos Acuña, convocado a la selección. Pablo Álvarez ocupó el lateral izquierdo en lugar de Insúa y Marcelo Meli ingresó por Gastón Díaz. El ex Boca no jugaba como titular desde el 14 de julio del año pasado. Su falta de ritmo se notó aunque su presencia le dio al equipo más dinámica y agresivida­d en la presión.

Los primeros 45 minutos se jugaron casi en el área de Godoy Cruz. Racing generó diez situacione­s de gol, algunas después de jugadas colectivas bien elaboradas. La más clara fue a los 6, cuando entre Lautaro Martínez, Bou y Mansilla armaron una buena asociación pero Meli terminó desperdici­ando la chance cabeceando solo en el área chica. Después de la derrota ante Belgrano, el entrenador había avisado que lo que más le preocupó en Córdoba fue la falta de contundenc­ia del equipo. Por algo lo decía.

La Academia siguió desperdici­ando situacione­s para ponerse en ventaja. Ni los zapatazos desde afuera de afuera de Aued o Pillud. Ni los desbordes punzantes de Martínez, ni el cabezazo de González en el primer palo. No había manera de quebrar a Rodrigo Rey, quien era villano de la celebració­n racinguist­a. El segundo tiempo arrancó con la misma ecuación: el local generaba, pero no convertía. Los fantasmas empezaban a aparecer en Avellaneda.

El córner Nº 13

Racing seguía fallando donde no se debe: en las áreas. En la rival y en la propia. Las preocupaci­ones de Cocca crecieron a los 8 minutos del segundo tiempo. El entrenador había señalado, además de la falta de gol, su disgusto porque ante Belgrano la última línea “había defendido muy atrás”. En el gol de Godoy Cruz, eso volvió a ocurrir. Orion tapó en primera instancia lo que era el gol de Correa, pero el rebote le volvió a quedar al N° 9, que no perdonó. La prueba de que la Academia defendió muy atrás fue que el que cerró en la línea era Mansilla, uno de los tres hombres de ataque que tenía ayer Cocca.

Pero todo cambió en el córner N° 13, el de la buena suerte para Racing. Porque después dedos cabezazos llegóel empate de DiegoGonzá­lez. Una muestra de las voluntades del local y de cómo exigió a Rey fueron los muchos tiros de esquina que contó.

El delirio llegó sobre el final, en tiempo de descuento, y con un Bou encendido. ¿Cuándo no? Levantó la red con un zurdazo y así quebró un maleficio de Racing, que hacía un año que no revertía un resultado. Así, aunque de manera agónica, la noche terminó a pedir del cumpleañer­o.

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TélAm gustavo Bou y la boca llena de gol: hizo el 2-1 sobre el final
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