LA NACION

LA NUESTRA Y EL AMOR A LA PELOTA

- Texto Ignacio Fusco | Foto AFP

Cien años después de la primera y la segunda invasiones inglesas, a la tercera la frenó, en 1913, el Racing de ohaco, Perinetti, ochoa y olazar. En la Argentina del juego “brusco” y “viril” del británico Alumni de Jorge Brown —capitán, defensor, orador de las palabras entre comillas y campeón de nueve torneos entre 1901 y 1911—, irrumpió la contracult­ura de un Racing fenomenal. En palabras de Brown, un equipo “más fino, más artístico”. En números, 109 victorias en 127 partidos, siete títulos consecutiv­os, cinco de ellos sin perder. En la historia, el nacimiento de “La Nuestra”, el mito al que el fútbol argentino vuelve con el respeto y la perturbaci­ón con las que se visita a veces el pueblo en el que se nació. El viejo pueblo del arte. La gambeta. La felicidad.

Ahora, un siglo ha pasado, y a las últimas conquistas de nuestro fútbol podría escribirla­s la bielorrusa Svetlana Alexievich, una arqueóloga de la agonía y el dolor: mientras la jugada insigne de Brasil 2014 fue un cierre desgarrado­r de un volante central, en el tráiler de las Libertador­es que ganaron River y San Lorenzo hay clasificac­iones para la segunda rueda en el último minuto del último partido, hay patadas karatecas en la Bombonera, hay palos y penales en Brasil. Salvo Piatti —y algo de Alario, y Correa—, los héroes del nuevo tótem tienen una rudeza importada de Uruguay: Ponzio, Torrico, Barovero, ortigoza, Maidana y el Funes Mori que triunfó.

Más que una certeza, La Nuestra acaso sea una pregunta: ¿cuál es nuestro refugio, a dónde volvemos cuando la marea agrieta la pared? Una de las mejores seleccione­s de la última década —la de José Pekerman— eligió contestarl­a con Messi y Riquelme en el banco, mientras vencía 1-0 a Alemania y se clasificab­a para la semifinal de 2006. “Sin decir nada al 10 argentino, [Pekerman] lo sacó del campo y mandó una informació­n a todo el equipo: vamos a defender. En la tribuna de prensa todos se felicitan por la decisión. Es tiempo de cerrar el partido. Hemos de hacer lo que no hizo España: todos atrás y al contraataq­ue”, nos inmortaliz­ó Pep Guardiola, escribiend­o para el diario El País.

“A nosotros nos han enseñado que los que mejor juegan son los que eluden y uno que juega a dos toques es un jugador normal. Y yo considero lo contrario”, ha ensayado Diego Simeone en LA NACION. Antes que la vehemencia ciega y la gambeta narcisista, entonces, la sencillez, la precisión. Ya lo dijo Jorge Valdano en el documental El fútbol es historia, y quizá su frase sea la errata de este texto, que no debió existir jamás: “La Nuestra tiene mucho más que ver con el amor a la pelota que con el amor al fútbol”.

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