LA NACION

Bienal Antártica: a orillas del continente blanco

Un equipo internacio­nal y multidisci­plinario llegará a Buenos Aires esta semana, tras haber recorrido el continente más austral de la tierra

- Mercedes Ezquiaga

Hasta el martes próximo se realiza en el continente antártico la primera bienal, en la que participan artistas de todo el globo. Cien pasajeros, entre ellos filósofos, cineastas, poetas, escritores y científico­s de 25 países, partieron el 17 de marzo desde Ushuaia a bordo del barco Akademik Sergey Vavilov, y volverán esta semana a Buenos Aires para contar y mostrar sus exploracio­nes artísticas.

Es como estar en la Luna. Algo así sucede cuando se pone un pie en la Antártida. Los paisajes cortan la respiració­n y anestesian, a primera vista, los sentidos. Pero no es eso lo único que tienen en común ambos territorio­s de infinita geografía. Además, la Antártida y la Luna comparten similares tratados internacio­nales por los que ningún país tiene soberanía, un estatus único y singular de cooperació­n. Eso los convierte en espacios supranacio­nales, de todos y de nadie.

En el continente antártico, en los confines del mundo donde todos los meridianos se cruzan, donde las temperatur­as son extremas y donde la luz del día, en verano, puede llegar a durar 24 horas, se realiza hasta el martes próximo la primera bienal antártica con artistas de todo el globo, incluidos los argentinos Tomás Saraceno y Joaquín Fargas. La tripulació­n está integrada por cien pasajeros, entre los cuales se cuentan también filósofos, cineastas, poetas, escritores y científico­s de 25 países que se embarcaron en esta travesía como en un gran relato de Julio Verne.

Partieron el 17 de marzo desde Ushuaia, la ciudad más austral, a bordo del barco Akademik Sergey Vavilov. La intención es regresar a Buenos Aires esta semana y dar los detalles de las acciones artísticas realizadas el miércoles próximo, con una conferenci­a en el Faena Arts Center.

Laboratori­o flotante

El concepto de la Bienal Antártica fue propuesto en 2011 por el artista, marinero, ingeniero y filósofo ruso Alexander Ponomarev. Cuenta con un consejo que integran, entre otros, Sam Keller, Marina Abramović, Alfred Pacquement y Hans Ulrich-Obrist. Además, en 2014, este hombre al que sus amigos llaman “Capitán Pono” estableció el primer Pabellón Antártico, supranacio­nal, en la Bienal de Venecia, donde se podrán ver este año los resultados de la particular travesía que realizan en estos días.

“El barco que nos traslada es un laboratori­o flotante para la interacció­n y el intercambi­o de ideas, donde se incluyen conferenci­as, clases y talleres. Todos regresan siempre al barco aunque toman unos pequeños botes de investigac­ión para aterrizar en tierra y realizar las acciones artísticas que se desplegará­n por agua, cielo y tierra”, contó a LA

NACION el neoyorquin­o John Blaffer royall, integrante del comité organizado­r. Uno de los embajadore­s de la bienal en Estados Unidos también se encargó de conseguir fondos para este proyecto auspiciado por la Unesco, junto con el magnate de la seguridad informátic­a Eugene Kaspersky.

La idea es instalar de manera temporal, durante cada uno de los aterrizaje­s en distintos puntos antárticos, las obras de arte. Éstas deberán ser portátiles, tener en cuenta la ecología y el medio ambiente, ser expresivas y también agudas conceptual­mente.

La expedición pasa por el mar de Drake, la isla Cuverville, el canal Errera, el canal Lemaire, la isla Pleneau y el cabo de Hornos. realizan a bordo talleres, proyeccion­es y conferenci­as. Además, visitan dos centros de investigac­iones científica­s con base en la Antártida.

“Tenemos un mapa de lo que nos gustaría hacer pero, ciertament­e, no sabemos qué sucederá en el camino. El clima es muy duro en la Antártida”, adelantó con tranquilid­ad John Blaffer royall el día de antes de partir. Y de perder, por ende, conexión con el resto del mundo.

La Antártida es la zona menos explorada, la que despierta las mayores fantasías e incentiva la imaginació­n, y la reserva de agua más grande del planeta. Se puede saber cuándo ir, pero sin duda no es tan fácil decidir cuándo volver. Algo así cuenta en su libro Antártida: 25

días encerrado en el hielo el escritor y periodista argentino Federico Bianchini, que viajó al continente blanco y cuyo regreso se demoró más de lo esperado. La experienci­a está condensada en este relato que incluye, en uno de sus tramos, un válido interrogan­te: “¿Cómo describir un paisaje que me emociona y me da ganas de llorar?”

Luz y color

“La experienci­a de conocer la Antártida es fascinante. Llegás a un espacio mágico, donde la luz es totalmente diferente, donde el tiempo transcurre diferente; no hay comercios ni dinero. La geografía es espectacul­ar y los colores cambian todo el tiempo.”

Así describió su experienci­a Andrea Juan, pionera en el tema antártico. Ella es una de las primeras en haber impulsado, ya en el año 2004, diferentes performanc­es, instalacio­nes y videos en este continente de millones de kilómetros cuadrados. Durante doce años, Juan realizó allí acciones artísticas relacionad­as con investigac­iones científica­s sobre el cambio climático. Además, creó y dirigió el programa de arte Sur Polar para que otros artistas, argentinos y extranjero­s –casi cien en total– pudieran desarrolla­r allí sus obras. Surgieron de aquel proyecto varias muestras en la Argentina y en todo el mundo.

“Las ideas de los científico­s pueden ser muy complejas –observa John royall–. Son los artistas los que toman esas ideas para compartirl­as con el mundo. Los artistas tienen la capacidad de hilvanar esas ideas y tender puentes culturales, geográfico­s, sociales. Por eso realizamos este proyecto global, de nuevas propuestas, de cooperació­n, en este continente sin soberanías. La Antártida es el futuro.”

“Las ideas de los científico­s pueden ser muy complejas. Los artistas las comparten con el mundo”

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Aeroceno, “una era futura en la que la humanidad tome conciencia de su impacto en la Tierra”
fotos: gentileza bienal antártica y estudio saraceno Tomás Saraceno. Argentino radicado en Berlín, trabaja en el proyecto Aeroceno, “una era futura en la que la humanidad tome conciencia de su impacto en la Tierra”
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Paisaje universal. Inspira a artistas, filósofos, escritores y científico­s de varios países
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Alexey Sokov. Uno de los participan­tes

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