Sin espacio para el riesgo
“¿Qué tipo de artistas estamos formando hoy? ¿A qué clase de artistas estamos festejando? ¿No está bastante sobrevaluado cierto reconocimiento ‘internacional’? ¿No lo están también las tantas bienales y ferias de arte? ¿La creciente fiebre –nada nueva, por cierto, y casi siempre beneficiosa– de la profesionalización de las artes visuales no extiende demasiado ese efecto colateral de poner mucho el foco en la carrera de un artista más que en su obra? ¿No se relega bastante –al punto de confinarlas en un vago etcétera– a aquellas apuestas artísticas que prosiguen hurgando en los límites de amateurismo, de los discursos lejanos al énfasis y los eslóganes y tan poco tienen que ver con el espectáculo grandilocuente? ¿Qué sobrevida y proyección tienen los formatos pequeños, incluso acrónicos, esos que voluntariamente se apartan de las agendas institucionales pero también del outsider serial que siempre atrasa? ¿El futuro nos dejará disfrutar de otros Fermín Eguía, Florencia Bohtlingk o Max Cachimba?”
¿QUÉ PROPONDRÍAS?
“No creo, como seguramente nadie cree, en las recetas mágicas o en las fórmulas novedosas. Pienso que cada vez resulta más necesario proteger esa chispa tan difícil de detectar hoy que podríamos llamar la curiosidad crítica y que no es otra cosa que salirse del festejo automático de unos pocos nombres y estéticas, más allá de sus valores y de todas sus retóricas y de la perpetua estupidez de las redes sociales. Parafraseando a Beckett y a Oski, pienso que no es mala idea seguir errando cada vez mejor.”