La corrección artística
“Ami humilde entender (soy soldado raso, no estratega) el mal que aqueja el arte argentino es su prudencia preventiva, su inseguridad ideológica, su sobreadapatación al mercado. Más o menos como quienes piensan en términos de ‘ricos gordos’ y ‘pobres flacos’, gran parte de los funcionarios de nuestro sistema del arte (desde el curador en business class hasta el acuarelista en el Premetro) actúan como si se vendiera muchísima obra a precios fabulosos, siguiendo un protocolo de corrección que guarda ciertos criterios de unanimidad con los de otros sistemas del arte en regiones frías al norte del Ecuador. A partir de esa hipótesis se genera mucho arte correcto, prudente, un arte que mueve algo en la economía informal y poco en el reino de las ideas, un arte que no amenaza o interfiere con las usinas de idiotez que nos envenenan. Un arte donde se notan las horas de Photoshop y el sudor de la autoexplotación, pero luce algo debilucho contenidísticamente (hay unas teorías bárbaras sobre que no hay contenido en nada, pero me cuesta entrar en ellas).”
¿QUÉ PROPONDRÍAS?
“La solución no puede salir en su totalidad del arte mismo, que no es más que otro peón en la lucha por el control de las almas. No basta con darle palmadas al dibujante y decirle ‘cascoteá con mayor claridad y acidez al dueño de la 4x4 y si sobrevivís decime cómo te fue’. Se me ocurre que así como hay feriado judicial, debería haber un feriado publicitario e ideológico. Una semana, en el centro mismo del año, en la que no haya actividad política o publicitaria de ningún tipo. Que verdaderamente no la haya. Y en esa semana, organizar jornadas de producción ideológica y artística. Algo como una feria donde se realizaran obras que estará prohibido comercializar y serán destruidas al final de la feria. Una especie de endocarnaval de hipótesis que tenga mejores oportunidades de derramar imaginación escéptica sobre la sociedad.”