LA NACION

Denocreer Bauza se confiesa: está buscando ideas en Google

- Carlos Reymundo Roberts

Que el Patón Bauza se presente en mi casa, toque el timbre y diga que quiere hablar conmigo es absolutame­nte imposible. Tan imposible como que la selección de Bauza juegue bien. Pero eso pasó. No lo de la selección, por supuesto. Lo de Bauza en mi casa. Insólito, inaudito, el tipo se me apareció muy temprano, tipo 7 de la mañana. Obviamente, yo dormía. Pensé que era una broma, o, más probable, que lo estaba soñando. No nos habíamos visto nunca en la vida. Lo segundo que pensé, mientras lo hacía pasar, le bostezaba en la cara y empezaba a pedirle explicacio­nes, es que un turro me había entregado. Yo había dicho en el diario que estaba por escribir una nota lapidaria contra el DT, en la que le iba a pedir la renuncia con el argumento de que teníamos que hacer algo para evitar que Messi, desconsola­do, deje el fútbol y el mundo occidental y cristiano y se convierta en un alma errante en algún desierto de los confines del mundo. Bauza confirmó mi sospecha. Lo habían puesto al tanto de mis intencione­s y venía a tratar de convencerm­e de que no escribiera nada. Como está a la vista, no lo consiguió.

El diálogo que sostuvimos y que aquí voy a reproducir se pareció a una guerra sin cuartel, en la que los dos apelamos a zancadilla­s y golpes bajos. Yo estaba tan mal que cebé un mate, pero para mí solo. Ni un vaso de agua le ofrecí. Igual, por momentos él se mostró –me cuesta reconocerl­o– como un hombre sensible. En fin, basta de prolegómen­o. Prendo el grabador. Escuchen.

–Le voy a ser sincero, Bauza. Creo que usted no está capacitado para dirigir a la selección, y que haya venido a casa me lo ratifica. ¿No tiene nada más importante que hacer? ¿Por qué no se va a ver videos de Bolivia?

- Mire, señor, usted no existe, no tiene la más mínima autoridad para hablar de fútbol. Si vengo, es por el diario. No me preocupa lo que escribe un mequetrefe. Me preocupa que eso se publique en la nacion.

–Vayamos a los bifes. La selección juega horrible, espantoso. Contra Chile fue uno de los peores partidos que se le recuerden. No nos engañemos: ganamos por el árbitro, que nos regaló el penal. Yo tenía miedo de que agarrara la pelota e intentara patearlo él.

–Fue infracción. Di María se iba solo al gol y el defensor lo desestabil­izó. Es cierto que el Fideo viene bastante desestabil­izado últimament­e; hace como 20 partidos que no la toca. Pero yo lo quiero: no se olvide de que los dos somos canallas.

–Usted dijo antes del partido que primero había que ganarle a Chile, y que después se buscaría darle una idea de juego al

equipo. ¿No se le ocurrió hacer a la inversa: primero la idea? Es difícil ganar sin tener ideas.

–Bueno, pero ganamos. Le recuerdo que vamos terceros. Probableme­nte usted lo ignore, porque de fútbol no sabe nada, pero se clasifican cuatro y el quinto va a repechaje. Hoy estamos adentro del Mundial, que es el primer objetivo.

–OK, ganamos. Le llegó el momento complicado, míster. Ahora se le tiene que caer alguna idea…

–Estoy buscando en Google [risotada]. Además, si a Chile le ganamos sin ideas, podemos probar la misma fórmula contra Bolivia. No se olvide que los jugadores me llegan tres días antes de los partidos. Mucho no se puede hacer.

–¿Qué planes tiene para jugar en la altura de La Paz? Si es que tiene algún plan…

–Sí, el plan es estar a la altura del compromiso [risotada].

–Usted es muy gracioso en sus declaracio­nes: dijo que ya se ve campeón del mundo en Rusia y que el otro día el equipo jugó 10 puntos. Bocón…, perdón, Patón, le divierte tomarles el pelo a los periodista­s y a la gente, ¿no?

–¿Nunca oyó hablar de los códigos del vestuario? Cuando yo digo esas cosas todo el mundo se la agarra conmigo. Es una forma de cubrir a los jugadores. Soy el paraguas.

–La selección fue un desastre en el primer tiempo, y, después de su charla en el entretiemp­o, en el segundo jugó peor. Por qué no me explica los códigos del vestuario… je.

–La verdad, yo no hablé mucho. Hablaron Messi, Mascherano y otros.

–¿Qué dijeron?

–Son pibes bromistas. Dijeron que era un buen resultado para estar jugando sin técnico…

–¿Qué sintió al leer y escuchar al día siguiente del partido las feroces críticas al equipo?

–No leí ni escuché nada. Tengo la piel dura, pero no tanto. Prefiero escuchar a mi mujer. Ella dice que vio una mejoría.

–Claro, su mujer es ecuatorian­a, rival directo de la Argentina. Me permito sugerirle que en esto no le crea mucho.

–Ojo, que cuando tiene que ser dura conmigo, no le tiembla la voz. Hace poco me preguntó si yo le daba indicacion­es a Messi, o si Messi me las daba a mí.

–Sea sincero conmigo y le prometo no publicar lo que me responda. ¿No está pensando que dirigir a la selección en estos tiempos es más difícil de lo que usted pensaba, que no consigue llegarles a los jugadores, que el desafío por momentos lo supera?

–¡Jamás! Estoy publicando la respuesta porque no creo que haya sido sincero.

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